Eduardo Vilches: "Soy un artista gráfico, lo que me interesan son las formas"

El artista conversó con Radio Universidad de Chile sobre su última exposición, Diagramas, así como de su llegada al arte, sus años de docencia y su percepción de la política actual. "A mí nunca me ha interesado eso de acumular plata, no tengo sentido de eso", dijo.

El artista conversó con Radio Universidad de Chile sobre su última exposición, Diagramas, así como de su llegada al arte, sus años de docencia y su percepción de la política actual. "A mí nunca me ha interesado eso de acumular plata, no tengo sentido de eso", dijo.

Dibujante. Grabador. Fotógrafo. Docente por necesidad y vocación. Un artista viajero. Un hombre de izquierda. Un observador crítico. Compañero, desde hace años, de la investigadora Alicia Vega.

Todas esas afirmaciones confluyen en Eduardo Vilches (Concepción, 1932), quien acaba de presentar en el Centro Cultural El Tranque una de sus últimas exposiciones: Diagramas.

La muestra, que fue curada por Justo Pastor Mellado, aborda las diversas etapas creativas de Vilches, excepto la ligada al grabado, técnica que comenzó a desarrollar en el mítico Taller 99 dirigido por Nemesio Antúnez.

Así, entre dibujos realizados a finales de los años 50 y fotografías capturadas entre 1983 y 1984, la exhibición aborda una perspectiva mucho más íntima del artista. Incluso, en ella se incorporan objetos como crucifijos de madera y una botella de barro.

Pero, también hay otro detalle: dos videos en los que se proyecta a Vilches, caminando por un bosque que él mismo ayudó a fortalecer en Chiloé.

“Esta es la primera vez que no ‘meto mano’ en una exposición. No son trabajos nuevos”, comenta el artista, para quien es fundamental su tierra sureña.

¿De qué se trata Diagramas?

Lo interesante es que no hay ningún grabado, pese a que yo soy conocido como grabador. Hay dibujos, fotografías…

Es como si fuese una perspectiva mucho más íntima …

Lo que pasa es que están como mis fuentes.

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Imagen de la exposición. En ella, fotografías de una ventana capturada por Vilches entre 1983 y 1948. Impresión sobre adhesivo laminado mate, montado en panel de melamina. Créditos: Municipalidad de Lo Barnechea.

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Objetos presentes en la muestra. Créditos: Municipalidad de Lo Barnechea.

Es jueves en casa de Eduardo Vilches. Son las 10:30 de la mañana y los diarios aún están sobre la mesa. Casi no hay gente por ese barrio de Ñuñoa que, de un modo u otro, parece estancado en el tiempo. Él se sienta y comienza a relatar cómo y por qué decidió abandonar aquel grabado que lo llevó a presentar sus obras en países como Alemania, Italia y Suiza, entre otros.

“Lo que pasa es llegó un momento en que yo necesité la fotografía. Por esos años, estaba haciendo un trabajo que cada vez era más abstracto. Me fui alejando del público a pesar de que tengo bastante sensibilidad social. Entonces, me dije: ‘Esto no puede ser. Estoy haciendo una cosa que es contraria a lo que estoy pensando´. Por ende, lo más comprensible era la fotografía”, comenta.

De contador al frenesí del dibujo

Cuando Eduardo Vilches llegó a Santiago empleó su tiempo en algo que nada tenía que ver con su pasión por el arte: preocupado por la idea de generar recursos para él y para su familia, comenzó a trabajar en una oficina de contadores. Los números nada tenían que ver con él, sin embargo, insistió durante cuatro años. Finalmente, comenzó a enfermarse.

“La contabilidad era lo que menos me interesaba, en matemáticas salí mal dos veces porque era flojo, pero al principio lo soporté porque tenía que ganar un sueldo y así ayudar a mi familia que no era gente rica”, recuerda el artista.

Y, ¿cuándo se decidió por el arte?

Como al cuarto o quinto año de estar trabajando me empecé a enfermar de estar en algo que a mí no me interesaba, pero tampoco sabía qué era lo que a mí me interesaba. Entonces, un amigo me recomendó mostrar mis dibujos a la mamá de una de sus amigas que había estudiado en Bellas Artes. Se los mostré y ella me dijo que tenía condiciones, pero que tenía que estudiar.

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A partir de ello, vino el cambio y su disciplina: “Comencé a dibujar de manera frenética, enfermiza. Dibujaba todo el día”, dice.

En el camino, apareció Josef Albers, una beca que le permitió viajar a Estados Unidos, el mítico Taller 99 y una docencia que apareció azarosamente y que se extendió por más de 60 años.

¿Cómo recuerda el Taller 99?

Era un lugar al que llegaba gente con formación. Pintores, escultores, gente que había pasado por Bellas Artes. Era gente interesante que tenía distintas orientaciones. Nemesio era una persona muy abierta, muy generoso, tenía muchos amigos, conocía a arquitectos, escritores y esa gente a hacer tertulia ahí. José Donoso, por ejemplo. Para mí fue como una escuela cultural.

Usted ha sido profesor por más de 60 años, ¿cómo se concilia la docencia con su trabajo personal?

Me metí a la docencia porque tenía que ganarme la vida. Me casé, tuve a mis hijos y, por tanto, tenía que tener un trabajo estable y la única posibilidad era enseñar. No fue una cosa que elegí por vocación, sino que por necesidad. Ahora, con el tiempo descubrí que me gustó enseñar. Tengo buena llegada con los alumnos. Soy bien exigente, me hacen caso y me quieren. Antes, mis amigos me decían, que estaba perdiendo tiempo y me enfermé durante con esta cosa que me decían. Claro, era cierto, entonces en los tiempos libres hacía lo que podía. Por eso no tengo una obra muy grande, porque pasaba enseñando el día entero y después dije: ‘Ya voy a hacer las mejores clases, así como hago el grabado que me gusta’ y se acabó la preocupación y me dejé llevar.

¿Algo que le haya pasado en una de esas clases? ¿Alguna anécdota?

Una vez eché a una niña de clases porque estaba tejiendo. Un alumno tiene que estar atenta, porque en estas cosas no es algo como mirar un libro, entonces, aunque sea mecánico tejer, es molesto. Me indigné. Pensé que me iba a dar un ataque al corazón y eso que no soy violento. Pero esa situación me violentó. Pero esa fue una excepción. En general, los alumnos son respetuosos y esta niña lo hizo también sin mala intención.

¿Cómo se siente el haber formado a toda una generación de artistas donde se encuentran, por ejemplo, Arturo Duclos?

Un profesor es como un pastor y tiene que guiar. No soy militar que diga que las cosas se tienen que hacer de tal y cual forma. Aquí es súper complicado, porque los alumnos tienen que tener creatividad, imaginación, fantasía y eso es diferente entre una persona y otra. Entonces, de eso trato de estar preocupado, de que no copien, de que no se dejen llevar por las revistas, que traten de hacer algo personal y que lo desarrollen de forma correcta. Para eso estoy.

Su familia también se caracteriza por la docencia…

Eso se fue dando. A pesar de que Alicia siempre tuvo una vocación bien clara, pero a mí las cosas se me fueron dando, yo andaba medio perdido. Ahora, mi hijo mayor es músico. A él le iba bien en el colegio y cuando me dijo que quería elegir música, le dije que se iba a morir de hambre, porque todos los papás somos iguales. Pero él me respondió: y, ¿cómo tú? Ahí me dejó desarmado.

¿Cómo ve a la actual generación de artistas?

Son bien independientes. Aprenden a gestionar el destino de su trabajo y tienen posibilidades de que eso ocurra, porque hay muchas más ayudas para el arte que cuando yo estaba empezando. Hay becas, hay pasantías. El mismo Fondat es una buena ayuda para hacer cosas que uno no puede, porque no tiene la plata.

¿Algún nombre que le llame la atención?

Son muchos: Arturo Duclos, los hermanos Navarro, Cristian Silva, Francisca García, Mónica Bengoa. Son todos excelentes.

En varias oportunidades usted ha afirmado que es un hombre de izquierda. ¿Cuáles son las preocupaciones de ese artista de izquierda?

El interés por ayudar a que la gente que no ha sido favorecida tenga posibilidades de educación, de trabajo, abrirles el camino, que no queden encerrados en ese mismo círculo del cual hay mucha gente que se aprovecha, porque hay un grupo que lo único que piensa es en llenarse los bolsillos y a mí nunca me ha interesado eso de acumular plata, no tengo sentido de eso.

¿Cómo ve el panorama político actual?

Un caos. Lo encuentro decepcionante. Uno vota por la izquierda, pero no muy convencido. Es bien triste. Desde hace tiempo que no votamos así con entusiasmo. El Frente Amplio promete. Ojalá que algo bueno salga de ahí.

Si tuviese que elegir entre el dibujo, el grabado o la fotografía. ¿Con qué se quedaría?

Con la fotografía en este momento. Ha sido un proceso que se ha ido dando y desarrollando. La elegí por necesidad. No me considero fotógrafo, yo soy un artista gráfico, lo que me interesan son las formas.

Coordenadas Diagramas

La exhibición estará abierta hasta el 27 de enero de 2019. En forma complementaria se realizarán dos talleres para niños, una conversación que se efectuará el jueves 6 de diciembre a las 19:30 horas. Mientras, todos los sábados se realizarán visitas guiadas para el público general.





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