El enjuncado es el arte de trabajar el junco en diversos muebles. La caña o junco es la piel externa de una planta de la familia de las palmeras que es nativa de Asia y África. ‘Conexión Patrimonial’ de Radio Universidad de Chile, conversó con Hernán Dinamarca, artesano del enjuncado, cuyo oficio patrimonial data de 1660 en Europa, y que lentamente va en retirada en Chile.
A decir del experto artesano, “el junco es muy buen material, en condiciones normales debería durar de 20 a 30 años”. Este arte del trenzado lo aprendió de muy pequeño en el seno familiar. Al respecto contó: “mi padre me enseñó que tenía que ayudar en la casa, y esa es la forma en que nosotros (él y sus hermanos) ayudabamos”.
“Recuerdo que en mi niñez que muchos jugaban en la calle, pero nosotros teníamos que estar trabajando, ayudando, que era la forma de cooperar para la familia” – dijo el artesano de Independencia. Posteriormente, sus hermanos se dedicaron a otras actividades profesionales mientras que él siguió con el oficio.
De la familia del Junco y el Ratán, que se importa, en Chile solo se da una especie prima hermana que es el mimbre, pero que don Hernán clasifica como demasiado duro para trabajar estos muebles finos. Tal es la resistencia y durabilidad del junco que se fabricaban hasta barcos en la India, relató.
Sillas, sillones, marquesas, biombos, respaldos de camas, mesas de centro, entre otros artefactos, se trabajan todavía en talleres de barrios patrimoniales. Sin embargo, este arte va en retirada, ni siquiera existe interés en su propio grupo familiar, “los jóvenes de ahora están interesados en otros tipos de profesión, porque esto ya no es tan rentable como años atrás” – agregó.
Hay más de una veintena de diseños para los enjuncados, pero el más clásico de todos es el francés tipo Luis XVI o ‘cané’, “el octogonal, o panal de abejas que se le llama popularmente”, aclaró. Otros dibujos que se realizan en decoración de muebles corresponde a la figura de un Sol, “el que hace eso es un máster, un tipo caperuzo, cosas que las nuevas generaciones ya no lo hacen”.
Antes de realizar un trenzado – explica Dinamarca – se dejan las varillas de junco una media hora remojando en agua con el fin de darles flexibilidad. Luego, mediante unos tarugos de sujeción para fijar las hebras se inicia el entramado, las que van pasando por unos orificios ubicados en las orillas y que son finalmente quienes les dan la firmeza al mueble.
La base del mueble se trenza en “dos verticales, dos horizontales y dos diagonales”, y posteriormente se arman unos cuadrados que son afinados mediante una horquilla y una puntilla (especie de aguja que sirve para afirmar el trenzado).
Un grupo muy reducido de artesanos enjuncadores sigue porfiadamente este oficio patrimonial, sin el aporte de nuevas generaciones que pudieran interesarse en continuar esta artesanía en muebles, además, están introduciéndose nuevas tecnologías importadas con entramados listos para montar en los objetos restaurados.
Así lo relató Dinamarca: “Viene en paños y rollos de 40, 50 de ancho, y por 10 y 20 metros, entonces qué se hace ahora, lo cortan y lo embuten. Es pan para ahora y hambre para mañana” – dijo finalmente con cierta melancolía.