Tiempos Peores es su último libro, bajo el sello de Planeta, y allí -dice Richard Sandoval- condensa dos años de reporteo duro. El autor de Tanto duele Chile y también fundador del blog Noesnalaferia, dice que, en sus viajes, se dio cuenta de que mientras más alejado de la capital se encontraba más aumentaban las situaciones de vulneración de los derechos humanos. Sandoval estuvo en Til Til, Quintero y Puchuncaví, La Araucanía, pero fue en Santiago, cuando después de una paliza que le propinó Carabineros, un apaleado estudiante de economía de nombre Fernando Quintana le dio el título de su libro.
“Para mí no llegaron los tiempos mejores”, le dijo, “para mí son tiempos peores”.
“Es una respuesta intuitiva de los personajes frente a las promesas falsas que les hicieron”, dice Sandoval en conversación con Diario Universidad de Chile y recuerda que hace poco dio con un video de un encuentro partidario en donde Sebastián Piñera exageraba aún más su eslogan de campaña, “tiempos mejores”, afirmado que Chile estaba a casi nada de convertirse en Australia. Pero en el libro el periodista no habla precisamente de Piñera, hay muchos antagonistas y casi todos son intocables. Por eso quizás los personajes de Sandoval se indignan y reclaman, pero él los deja hablar y no interviene.
Dejar reclamar a los personajes es una característica de Tiempos Peores, ¿por qué apuestas por eso?
El objetivo era hacer que la cifra hable a través del personaje. Vi las cifras brutales de niños violentados en La Araucanía y fui a buscar a Brandon Isaac para que él contara, a través de su historia, cómo la violencia policial puede cambiar dramáticamente la vida de una persona. Él era un niño que quería ser mecánico, pero que hoy no soporta el peso de un motor porque en su abdomen tiene 30 perdigones. O la historia de Sandra, el primer caso de una joven embargada por el CAE. Hay miles de estudiantes endeudados en nuestro país, pero ella tuvo que sufrir la llegada de carabineros a su casa y ver cómo se llevaban el esfuerzo de sus padres.
Estas crónicas podrían ser perfectamente un balance de los últimos gobiernos, pero Piñera hace poco calificó su gobierno con un 6. ¿Qué opinión tienes al respecto?
Muestra una miopía tremenda y una falta de respeto a las víctimas de la acción de su gobierno. Este año, Piñera va a estar marcado infinitamente por el nombre de Camilo Catrillanca y eso evidencia su apuesta por una mayor militarización de La Araucanía. En el gobierno ahora todos se quieren lavar las manos, cuando el mismo Piñera -con el ministro Chadwick, el senador Felipe Kast y el intendente Mayol- presentaron con bombos y platillos al Comando Jungla. En ese período, yo estaba haciendo la crónica de Brandon y le preguntarle qué opinaba sobre esa presentación. Él me dijo: sentimos que el gobierno se está preparando para una guerra. Esa advertencia se transformó, semanas después, en el asesinato de un joven absolutamente inocente.
El país se conmocionó con Catrillanca y después la salida del Pacto Migratorio se tomó la atención y las portadas. ¿Eso dice mucho de nuestra idiosincrasia de olvidar?
La cultura chilena está muy permeada por el modelo neoliberal y eso cambia la forma de enfrentarse a los problemas. En otras investigaciones que hice este año, por ejemplo, me di cuenta de cómo la población tiene que hacer bingos para costear un tratamiento de cáncer. Eso está normalizado y al existir tantas fracturas, la población aún no tiene la capacidad para coordinarse y generar grandes movimientos transversales. Han aparecido movimientos sociales, pero tienden a mantenerse en su propio espacio. Uno de los desafíos más grandes es poder conectar todas estas realidades para hacer frente a las voces más conservadoras.
Esto está pasando incluso a nivel internacional: Trump en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil, Kast eventualmente en Chile. ¿Se vienen tiempos mucho peores?
Es el gran peligro. Que el gobierno haya decidido no suscribir el acuerdo de Escazú o el acuerdo de migración de la ONU, son señales que nos tienen que poner alerta. El gobierno se está alineando con los países más conservadores del mundo para enfrentar problemáticas locales, pero también globales. Y en esta lógica de responder al asedio aparecen personajes como Kast o Camila Flores, que no tienen ningún problema en salir a enfrentar la realidad desde sus prejuicios y odios. Esto, en un mundo donde está de moda ser malo, les está trayendo mucho provecho.
El libro ha tenido buena acogida en redes sociales y creo que se debe a tu capacidad responder con rapidez ante los conflictos sociales. En el caso de Catrillanca, por ejemplo, escribiste una columna exigiendo renuncias que finalmente sucedieron. ¿Cambian las cosas con eso?
A nivel estructural no cambia nada con una renuncia. La situación de carabineros es una acumulación de falencias, de formas delictuales de actuar, de desconocimiento de los protocolos. Un símbolo de aquello fue la rebelión del general Hermes Soto para no salir. Eso habla de cómo la institución de Carabineros no está sometida al poder civil democrático. Hoy, aún con el general Rosas siguen registrándose vídeos en internet de malos tratos y golpizas. Fue interesante ver cómo reaccionó la Dirección de Carabineros sobre lo ocurrido a un joven agredido en Buin. Se dieron de baja a 3 carabineros, pero no puede ser que ahora estemos celebrando eso como una cuestión milagrosa.
Piñera hace poco se adjudicó la baja del precio de la bencina como logro se su gobierno y claramente no lo es, pero ¿qué pasa si es el otro año las cosas mejorasen, la gente se olvidaría de los conflictos sociales?
Lo de Piñera adjudicándose la baja de la bencina es una sinvergüenzura y una contradicción con lo que ha dicho. Él decía que con el solo hecho de estar en el poder mejoraría la economía, pero cuando se presentaron las cifras negativas, empezó a echar la culpa a factores reales. Chile es una economía totalmente dependiente por nuestro modelo de desarrollo, por eso, que Piñera diga que la baja de la bencina es gracias a su trabajo es contraproducente. Respecto a lo que pueda ocurrir el próximo año, todos esperamos que la situación económica mejore, pero según los pronósticos serios, no va a ocurrir y la situación de los conflictos sociales no va a mermar. La apuesta es que el otro año sea el gran año de las movilizaciones que interpelen al gobierno a cambios concretos. En el segundo año del primer gobierno de Piñera fue crucial para los movimientos sociales, el primero siempre es un año donde el país se da cuenta de cómo funciona la lógica de un gobierno de derecha.