¡Es el imperialismo, estúpido!

  • 21-02-2019

En su discurso del 18 de febrero en Miami el presidente Trump afirmó “que un nuevo día llega a América Latina”. Fue la oratoria remozada de James Monroe en el siglo XIX proclamando que América es propiedad de EE.UU. Desde entonces cerca de cincuenta intervenciones en países latinoamericanos confirman que la Doctrina Monroe es la matriz permanente de la política de EE.UU. hacia América Latina y el Caribe. Ya se trate de presidentes demócratas (Kennedy y la invasión a Cuba) o republicanos (Nixon y el derrocamiento del presidente Salvador Allende), el meollo de la política hemisférica de EE.UU. es la dominación. Para mantenerla no titubea en violar el derecho internacional y pisotear la soberanía y el derecho a la autodeterminación de nuestros países.

Venezuela ha sufrido la experiencia de ambas caras de la política aplicada desde la Casa Blanca. El 9 de marzo se cumplirán cuatro años del decreto del presidente Barack Obama (demócrata) que declaró a Venezuela una “amenaza a la seguridad” de EE.UU. Eso dio cobertura “legal” a una escalada intervencionista que el presidente Donald Trump (republicano) pretende ahora convertir en agresión armada.

Para llegar al punto en que nos encontramos, los arrenquines del imperio desplegaron sus artes viles para debilitar a Venezuela. Siguiendo orientaciones de Washington se formó el Grupo de Lima; Judas Almagro fue designado secretario general de la OEA; se boicoteó el diálogo gobierno-oposición en República Dominicana y -¡la guinda de la torta!- se creó un Frankestein: Juan Guaidó, encargado de un gobierno fantasma que ha sido reconocido por gobiernos que presumen de serios. Entretanto EE.UU. apretó la soga financiera en el cuello de Venezuela y alineó a la Unión Europea detrás de su política injerencista. La asfixia económica fue el siguiente peldaño para provocar escasez de alimentos y medicinas, mercado negro, acaparamiento, especulación, hiperinflación y las múltiples formas de corrupción que engendran estas crisis, como bien sabemos los chilenos que vivimos la experiencia de los ’70. A lo anterior hay que sumar el drama de la migración. Centenares de miles de venezolanos -al igual que en América Central- han debido salir de su país en busca de mejores condiciones de vida.

Una guerra sicológica de magnitud desconocida en la región -salvo los casos de Cuba y Chile- se encargó de crear una imagen distorsionada de la realidad venezolana. Las mentiras sobre Venezuela ruedan por el mundo sin límites ni fronteras éticas. Algún día el rol miserable del “periodismo” de las oligarquías tendrá que ser juzgado como el  asesinato mediático de la verdad para agredir a un pueblo que sólo pretende construir su propio destino.

Sin embargo, lo sobresaliente en la situación actual es que una mayoría impresionante del pueblo -incluyendo sus Fuerzas Armadas- no ha caído en la desmoralización a que pretende empujarlo la ofensiva de EE.UU.

El discurso de Trump en Miami fue respondido con altivez y dignidad por el presidente Nicolás Maduro. Asimismo el torpe intento de Trump de sobornar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana para inducirla a un golpe de Estado encontró la contundente respuesta del general Vladimir Padrino López y de los comandantes de las distintas ramas de las FANB y la Milicia. El discurso del general Padrino López, que reitera la doctrina bolivariana y socialista de las FANB, es una pieza notable del pensamiento militar antimperialista y antioligárquico. Abre una perspectiva muy distinta de lo que ha sido la conducta histórica de los ejércitos de la región, sempiternos servidores de las oligarquías.

Trump también ha amenazado a Cuba y Nicaragua. Son los objetivos siguientes si la agresión a Venezuela alcanza sus objetivos. El energúmeno yanqui ha sido claro y rotundo: EE.UU. no permitirá ningún régimen socialista en América Latina y el Caribe. Su notificación interpela a los sectores sociales y políticos que trabajan por construir propuestas democráticas y sociales de mayor equidad y justicia en el continente. La solidaridad activa con Venezuela Bolivariana es una cuestión de vida o muerte para los venezolanos… y para nosotros, latinoamericanos y caribeños.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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