Esos pequeños gestos: El miedo a estar solo


Desolación. Tristeza. Miedo. Son sólo algunas de las sensaciones por las que te transporta “Esos pequeños gestos” de Patricio Sesnich Espinoza.

Justificar la necesidad con el alto valor que se le da a la individualidad es un trabajo arriesgado y justamente en esa arena entra Patricio, al, sin decirlo explícitamente, evidenciar la frialdad con que muchas personas han ido forjando su carácter como algo no tan positivo.

Once son los micro relatos donde siempre hay dos personas, o más, enfrentadas en torno a una relación que se diluyó con el paso del tiempo, de las experiencias vividas o de los cambios normales de todo ser humano.

Amargo es el sabor que deja en medio o al finalizar cada relato, porque nos invita sin duda a pensar si hemos caído en lo mismo de los personajes y a elegir uno de los bandos, que por naturaleza tiende a ser el del herido, de quien exige un poco de cariño. Justo ahí, Patricio Sesnich nos permite hacer una inflexión, quizás sin quererlo. Es en la forma de impugnar el cariño y el cuidado, donde la necesidad de atención deslinda levemente con la histeria. Pondera positivamente a las personas que se han quedado estancadas en relaciones inmutables, irreales y poco prácticas para el mundo actual. Ya desde el trabajo visual- muy bien logrado por Ignacio Irigoin- se carga esta balanza de relaciones hacia el lado del “desvalido” emocional, cuando quien no se adapta al flujo normal de la vida, no logra superarse, siguiendo el patrón básico de la evolución de nuestra especie.

Parecieran ser micro relatos de consumo rápido y pasajero, poco trascendente, pero cuando logras ponerte, o más bien verte porque seguro a más de alguno nos ha pasado lo que alguna historia rescata, en el lugar de los personajes, el análisis sí o sí debe ser más profundo.

El segundo libro de Patricio Sesnich nos lleva por una muestra actual de las relaciones humanas y las posiciones que se toman o adquieren en las mismas, dándonos una luz en un terreno tan sombrío, poco analizado en sus mutaciones diarias y complejo como son las relaciones humanas.

Después de sus 97 páginas, es hora de revalorar la soledad y el cambio, dejando de lado el deseo romántico por lo que no se adapta a nuestra verdad como seres de mutaciones, porque tener miedo a estar solo, es tenerte miedo a ti mismo.

 

La reseña forma parte del programa de fomento lector #Leesincesar 





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