Hilda Baker está en Chile como asesora internacional de la Federación de Alcaldes de Haití, su país natal. En el marco del Congreso Latinoamericano de Autoridades Locales (FLACMA), la especialista en estrategia internacional, acompañó a la representante de la Municipalidad de Puerto Príncipe, Kettyna Bellabe, y juntas cumplieron una agenda con autoridades municipales nacionales para analizar principalmente el panorama migratorio chileno en relación al país antillano.
Este jueves, luego de una reunión en la Municipalidad de Estación Central, una de las comunas con mayor presencia de inmigrantes en Chile, Baker conversó con este medio sobre la situación que viven sus compatriotas aquí, las políticas que Chile ha implementado para enfrentar el fenómeno y las posibilidades de integración que vislumbra entre las dos naciones.
¿Se habla en su país de los migrantes haitianos en Chile?
Los diferentes municipios que tienen migrantes aquí en Chile están muy al tanto de lo que les sucede a ellos, pero todo lo que sabe es producto de la información que es traducida de los medios chilenos y que también se difunde en Haití.
Económicamente, ¿cuánto ayudan a su país los migrantes haitianos en el mundo?
El fenómeno es increíble producto de los haitianos que trabajan de manera formal e informal y de la cantidad de dinero que se envía a las familias en Haití. Chile ahora se ha transformado en el segundo país, después de Estados Unidos, con mayores ingresos de divisas a Haití. Incluso, hay empresas como Western Union, que hoy día se interesan en este proceso bastante asombroso por la cantidad de dinero que implica. Desde el año 2017 empezaron a aparecer artículos que decían que Chile se había transformado en un verdadero fenómeno.
En Estados Unidos la migración haitiana ya parece asentada, pero al inicio se les acusaba de lo mismo que se les acusa acá, ¿qué tuvo que pasar para que esa percepción cambie?
Estados Unidos es un país acostumbrado a la inmigración, por lo tanto existe una estructura y un sistema que funciona para la integración rápida de las personas. Al mismo tiempo, el inglés aparentemente era más fácil de aprender para los haitianos. Cuando sucede este fenómeno de inmigración hacia países de esta región, aparece una diferencia enorme. Chile no estaba preparado para la recepción de gente ni con la estructura ni con políticas. En la vía pública nos encontramos con una haitiana que hace tres años que está en Chile y que hace pocos meses encontró un trabajo vendiendo bebidas en la vía pública. La pregunta que nos hacemos es, cómo sobrevivió está persona antes de haber encontrado este primer trabajo que aparenta ser de características formales.
En una situación adversa para recibir migrantes aquí, pero también compleja en Haití por los disturbios de los últimos meses, el gobierno habilita un plan llamado Retorno Humanitario. ¿Cuál es su opinión respecto a eso?
Frente a la realidad trágica de muchos haitianos que llegan al país con muchas esperanzas y que no logran encontrar algún tipo de trabajo o estabilidad social u económica, esta oferta voluntaria hace que los haitianos decidan entre no tener nada en un país extranjero o volver a su país. No hay que olvidar que para cualquier haitiano venir a Chile significa tener entre tres mil y cinco mil dólares norteamericanos. Muchos de ellos, habiendo perdido todo en esta aventura económica, vuelven a Haití y tienen que comenzar de cero. Entiendo que este es un programa voluntario, no obligatorio, y les puede servir a algunos.
¿Qué puede aprender un país que emite inmigrantes de un país como Chile, que desde hace algunas décadas recibe inmigrantes masivamente?
Hay una diferencia importante entre los migrantes de América Central que llegan a Chile, ellos hablan la misma lengua y es más fácil la integración. El inmigrante haitiano viene de pueblo, llega a un país mucho más grande y el choque cultural es tremendo. Se sabe además que el inmigrante necesita entre cinco y siete años para poder adaptarse a un país cuando la lengua es distinta. Ante este desconocimiento, la gente rechaza, lo desconocido siempre tiene tendencia al rechazo. Yo planteo, y se lo he comunicado a otros alcaldes, que podemos crear una especie de feria internacional que permita a Haití presentarse ante los chilenos y que se conozca algo más allá de una frontera lingüística.
¿Ve un futuro intercambio comercial?
Es una de las respuestas positivas que podrían producirse entre Chile y Haití. Hoy día hay muchos artículos chilenos que se venden en mi país, dentro de los cuales está el vino. Acuerdos comerciales de mayores proporciones podrían transformarse en una gran posibilidad de integración entre nuestros países. Yo hago un llamado a las industrias a interesarse por Haití, podemos ser un mercado comercial más grande del que se pueden imaginar.