El garaje Matucana 19 fue un lugar de encuentro y de contracultura. Por allí, transitaron músicos, ilustradores, escritores y actores, quienes, en los años 80, vieron en el lugar un espacio para crear de espalda a los censores de la dictadura.
La apuesta era experimentar para dar con nuevas formas de comunicación y, de paso, transformar un poco aquel país que, luego del golpe de Estado, había devenido en muerte, persecución y tortura.
Sin embargo, en los años 90, el garaje cerró sus puertas: la llegada de la democracia suponía una transformación radical en las formas de creación, por lo que el galpón ya no era visto como una necesidad.
Pese a ello, a casi 30 años de dicho cierre, una nueva publicación revive la historia de aquel sitio que fue escenario de grupos como Electrodomésticos, UPA e, incluso, una performance de Las Yeguas del Apocalipsis.
Se trata del libro Matucana 19 (editorial Ocho Libros) de Jordi Lloret, Alfonso Godoy y Rodrigo Araya, que en más de 200 páginas revive las múltiples expresiones artísticas que confluyeron en el lugar.
Esta publicación suma nuevos antecedentes respecto del llamado “galpón de la resistencia cultural”. Así, recoge fotografías, artículos de prensa y afiches del garaje. También se incluye una selección de ilustraciones de la revista Matucana, que, en los años 80, fue publicada por el espacio.
“Matucana 19 fue un plural de cosas, confluyeron varias voces, como una polifonía”, advirtió uno de los autores del ejemplar, Jordi Lloret, quien en 2005 ya había publicado el libro Garage internacional Matucana 19 de la editorial La Calabaza del Diablo.
“En el libro también está contenido todo lo que significó el nacimiento de varias corrientes de las artes escénicas como el Teatro del Silencio y el Teatro Cinema que ahora están vigentes”, añadió el escritor.
Según Lloiret, esta publicación también surge ante la necesidad de difundir la historia del garaje a las nuevas generaciones.
“Me di cuenta que los jóvenes estaban interesados en saber qué había pasado en ese proceso de resistencia cultural y de afirmación cultural, desde esa noche siniestra donde hubo apagón cultural”.
Las fiestas de la resistencia
El garaje de Matucana 19 se emplazó a pocas cuadras del terminal de ferrocarriles de Quinta Normal y a escasos metros de la ex Universidad Técnica del Estado. De esta forma, el espacio se ubicó en una posición estratégica para que llegaran los estudiantes que deambulaban por el sector.
El sitio surgió luego de que Lloiret recibiera de su padre el galpón: la condición era administrarlo y pagarle una renta razonable a fin de mes.
Roser Fort, directora del Centro Arte Alameda y testigo del movimiento que se gestó en el galpón, recordó cómo se vivía en el garaje.
“La cultura había sido limitada, porque se habían roto los esquemas culturales para generar un orden establecido por la dictadura, entonces, los ideales que movían a todos estos jóvenes eran los de generar apertura e instalar un movimiento que proponía nuevos proyectos culturales”.
“Era un movimiento bien fuerte y una gestión cultural de apertura que tenía que ver también con el tema de representar desnudos, que eran cosas que no existían en esa época”, añadióla gestora cultural.
De aquella época destacan múltiples actividades, por ejemplo, una convocatoria que se extendió por tres días y donde participaron más de tres mil mujeres. Según el libro, entonces “se organizó un programa que incluía todo y a todos: teatro, mimo, desfile de modas, cine, video, tarot, cuidado de los niños, poesía, música, pintura (…). La comida estuvo a cargo de las mujeres de la olla común de la población La Patria, quienes prepararon, sin parar, deliciosas sopaipillas para esos días fríos y lluviosos”.
Otro hecho se remonta a la llamada Fiesta del Montón de Inscritos realizada en 1988. La única condición para acceder al evento era contar con el carnet del registro electoral. También, destaca la Fiesta del Colon Irritable que se efectuó días antes del plebiscito, un concierto de los Electrodomésticos realizado el mismo día del cumpleaños del dictador y la llegada de Christopher Reeves, quien se instaló en el escenario del garaje para apoyar a un grupo de actores que habían sido amenazados de muerte.
Según Lloiret, revivir la historia de Matucana 19 también permite dilucidar cómo, bajo dictadura, se propusieron modelos alternativos que cuestionaron directamente al régimen. Por ello, añadió que creer en la existencia de un apagón cultural es un ejercicio equívoco.
“Pareciera que en esos años sólo existía el grupo CADA y, siendo amigo de ellos, no fue así”, comenta el autor.
“Nosotros formábamos parte de un archipiélago de grupos cultuales que tenían espacios. Todo se fue dando orgánicamente y, al cabo de un año y medio, me fui di cuenta de que estábamos resolviendo una necesidad de decir, ‘bueno si no hay nada que nos guste, inventemos todo lo que nos gusta’”, recordó.
Asimismo, concluyó: “estamos felices de que esto quede en la historia mapochina”.
Esta publicación fue lanzada la semana recién pasada en una actividad en la que participó el artista Silvio Paredes y el pintor Arturo Miranda. Actualmente, el texto puede encontrarse en las principales librerías del país.