Una ministra que miente no puede ser ministra

  • 09-05-2019

Hace unos días, le escribí a Patricio por whatsapp. No tenía idea de lo que estaba haciendo: cotizar un lienzo para salir a marchar era algo que jamás me había tocado hacer. Como soy periodista, estoy  acostumbrada a informarme antes de estas llamadas. ¿Cómo podía explicarle a él lo que necesitaba? ¿Cómo reconocer que no tengo idea de lo que estoy hablando? Así, tal cual, partí. Hola, no sé cómo se hace esto, necesito que me orientes.

Y acá está, a mi lado: el lienzo que dice #UnaEscuelaParaTodos. El hashtag donde desde hace meses vuelco mi frustración contra el proyecto de ley Admisión Justa. Lo que partió como mi molestia ciudadana y como las preguntas de una mamá de una niña con Síndrome de Down, se encamina hoy -sin que yo lo buscara- a convertirse en una fundación, diseñada para capacitar a bajo costo o costo cero a quienes estén en el mundo de la educación y busquen tener herramientas para trabajar en inclusión. Ahí vamos. Lentamente y sin más expectativas que ser un aporte. Buscando ser escuchados.

El día 21 de marzo, escribí en este medio una columna donde acusé a la ministra de mentir al hablar de su proyecto de ley. Y debo reconocer que al ver la repercusión mediática que tuvo mi opinión, sentí miedo. ¿De verdad estoy acusando a una ministra, desde mi tribuna, de hacer algo ilegal, inmoral, incorrecto y poco probo? Sí. Lo hice, amparada en que he seguido de cerca este proyecto y sus discusiones. Si venía por mí, tenía respaldo para defenderme. Pero, reconozco que me dio pánico haber sido honesta y frontal, contra un gobierno que usa la propaganda y la mentira como su herramienta favorita.

Hoy, lo digo sin miedo y lo reitero. La ministra de Educación, Marcela Cubillos, miente descaradamente al hablar de Admisión Justa. Y lo hace desde su cuenta personal en redes sociales, y desde las redes del Ministerio. Esto es no respetar la investidura que presenta el cargo público. Es escupir en el deber de un funcionario público. Es reírse de la fe pública, y es aprovecharse de la poca preparación de algunos periodistas -quiero creer que es ignorancia de mis colegas y no una falta de probidad al prestarle los medios para que mienta sin contrapartes- para buscar instalar en la opinión pública un proyecto de ley que nació muerto. Admisión Justa fue creado para distraer la atención en torno a la muerte de Camilo Catrillanca, buscando instalar ellos el relato, y usando un concepto que ellos pensaron, tendría eco en las calles: mérito. Esfuerzo. Los mejores.

Lo que no podemos permitir como sociedad, es que un gobierno pretenda educarnos sobre lo que ellos consideran que es esforzarse. Un gobierno donde los hijos de quienes tienen cargos importantes, viajan a reuniones oficiales de “oyentes”. Ya quisiéramos los padres de niños con Necesidades Educativas Especiales poder estar de oyentes en las reuniones donde se decide el futuro de nuestros niños, y de la educación. Lo que pedimos es tan básico, que me avergüenza que sea tema de conversación. Queremos un espacio para ellos en las salas de clases. Queremos que se respete su dignidad y que los papás no debamos pedir por favor que los reciban en los colegios. Queremos poder crear aulas diversas, reflejo de la sociedad, donde los niños aprendan desde siempre que la diferencia es normal, que hay niños a quienes les va a costar más aprender a leer, pero pueden dar lecciones de negociación entre compañeros. Quiero, personalmente, que tu hijo o tu nieto esté en un aula inclusiva, para que baje el nivel de bullying entre pares, baje el preocupante índice de suicidio juvenil que nos tiene en el segundo lugar del mundo en esta estadística que no debiéramos siquiera conocer tan de cerca. Quiero que tu hijo se acerque a la discapacidad, porque todos caminamos hacia ella. La tercera edad en Chile es cercana a la discapacidad: nuestros ancianos reciben pensiones miserables y van perdiendo su autonomía de movimiento, su capacidad en ciertos campos, en un retrato similar al que enfrentan muchas personas con discapacidad hoy.

Repetir materias memorizadas no es aprender.  Obtener buen puntaje en la PSU o en el SIMCE no garantiza comprensión de las materias, más bien se parece a la repetición de formas de responder o de trucos para marcar un puntaje.

Lo que yo quiero, es verte en la calle el sábado 11 a las 10.30 de la mañana en Plaza Italia, porque entiendes lo importante que es la inclusión para la sociedad. Porque empatizas con mi necesidad de dejar a mi hija inserta en el mundo. Porque te opones a un gobierno que miente y busca pasarse de listo en vez de buscar el bien común.

Quiero que no sintamos miedo a la hora de decirlo: la ministra Marcela Cubillos miente. Admisión Justa segrega. El mérito es una palabra que ella no conoce ni vive. Una hija del Canciller de Augusto Pinochet no le va a enseñar a una hija de constructor civil, criado en San Miguel y no en cuna de oro -y que estudió gracias a que la educación sí fue opción en el gobierno de Frei Montalva- lo que es el esfuerzo y el mérito. No, ministra. No mienta más. No use a mi hija políticamente para ganar un puesto en la carrera presidencial. Eso es inmoral. Inclusión es una palabra que le queda gigante, como poncho. Sea por una vez, consecuente con la misión que tiene un ministro de Estado y deje un cargo que está hecho para servir a la sociedad, y no a la ambición personal.

Nos vemos el sábado en la marcha. Gracias a usted y su ceguera, su tozudez al no escucharnos, se incubó una unión del mundo de la inclusión que ni siquiera nosotros esperamos. Gracias por darnos el pie para iniciar Revolución Inclusiva.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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