Italia, país sísmico igual que el nuestro, es uno de los que lleva la delantera en cuanto al estudio de riesgos de su invaluable y cuantioso patrimonio, con un trabajo que incluye mapas de riesgos, sistematización de índices de vulnerabilidad y diagnósticos que permiten la implementación de políticas públicas para prevenir daños en sus bienes patrimoniales.
Sobre este tema trató la jornada de trabajo sobre Riesgo Sísmico y Patrimonio que se realizó en el segundo día del Foro Chile-Italia, organizado por la Universidad de Concepción, la Universidad de Chile y la Pontificia Universidad Católica, en conjunto a un grupo de instituciones italianas, y que se extenderá hasta este viernes 24 de mayo.
En la oportunidad la egresada de FAU, Daniela Díaz, presentó una metodología para estudiar iglesias de adobe, ladrillo y piedra, que son las más vulnerables a los sismos, a través de diversos casos de iglesias de Italia, Chile y México, tres países que tienen en común el riesgo sísmico.
Metodología italiana adaptada a Chile
A través de tres etapas, la metodología presentada por la experta en conservación y restauración de bienes patrimoniales inmuebles, se mostraron los casos de iglesias de Huara en el Norte de Chile, Matera en Italia y Oaxaca en México, el cual contó con el apoyo del Italian Latin American International Organization (IILA) y de la Embajada de Chile en Italia.
En el caso chileno, después del Terremoto de 2005 en Huara las iglesias de Laonzana, Sibaya, Limacsiña, Huaviña y Usmagm, colapsaron total o parcialmente. Sus construcciones en mampostería de piedra irregular no reforzada, las hacía altamente vulnerables al riesgo de un sismo, que finalmente sucedió.
“En la Quebrada de Tarapacá en términos de amenazas hay pendientes, el suelo es inestable, las lluvias del invierno altiplánico afectan también los suelos, la oscilación térmica llega a los 30 grados, lo que puede alterar las rocas y también hay una falta de mantenimiento”, puntualizó la investigadora respecto al trabajo que hizo en el lugar con la colaboración del Programa de Reducción de Riesgo y Desastres de la U. de Chile (CITRID).
En una primera etapa metodológica, la erosión sobre los materiales, el estrés físico, la contaminación atmosférica, el turismo y la falta de mantenimiento, fueron analizadas en el estudio como amenazas que podrían amplificar el riesgo sísmico, y fueron utilizados por Díaz para crear un índice de amenaza de estos bienes patrimoniales.
“En términos de la vulnerabilidad, la principal base para crear esta metodología fue adaptada con la italiana, agregando la normativa chilena de adobe. Se analiza la posición del edificio, si está instalado en un terreno plano, en una pendiente, la geometría en planta y elevación porque si es más simétrico el edificio es más estable, las relaciones entre el espesor del muro y la altura, el tipo de calidad de sistema constructivo”, detalló entre otros puntos la arquitecta respecto a la investigación.
En una etapa más avanzada, el método propone analizar los macro elementos de las iglesias en términos de daños, que es cómo se rompen estas edificaciones. “Esto ha sido muy estudiado en Italia y es parte de su normativa, y permite identificar cuáles son las partes más vulnerables de las iglesias”, detalló Díaz.
De esta forma se obtiene un índice de vulnerabilidad. “Así se puede saber cuáles son los mecanismos más frágiles y con los métodos más detallados, se puede conocer cuál es la aceleración que activa el daño, es decir, qué es lo que genera el colapso. Eso si se compara con la aceleración que se espera en el sitio, permite saber si está seguro o si necesita una intervención local”, afirmó la especialista.
Las metodologías utilizadas por la académica de FAU permiten generar mapas de riesgos, que informen sobre el tipo de vulnerabilidad en que se encuentran las iglesias. “Con este estudio se hace un diagnóstico y se sabe cómo habría que intervenir y dónde habría que hacerlo primero. Se tienen que priorizar los casos más vulnerables para disminuir la vulnerabilidad y evitar el daño. El patrimonio cultural tiene la memoria, la identidad y la antigüedad, y eso no se puede recuperar cuando se pierde con un terremoto”, dijo Díaz.
De la academia a la política pública
En línea con la arquitecta de FAU, hacer un análisis sistemático y un diagnóstico de las amenazas y las vulnerabilidades del patrimonio cultural, es clave para hacer políticas públicas de conservación. El intercambio entre académicos chilenos e italianos en este ámbito ha sido fructífero, y la necesidad hoy es poder dar un paso más allá hacia el trabajo con las instituciones del Estado.
“El Ministerio de Bienes Culturales de Italia está muy abierto a venir, a explicar el sistema, a hacer un trabajo no sólo con los académicos sino también con la institución pública, porque para hacer políticas públicas esto no puede quedarse solamente en la academia”, estimó la investigadora, quien está cierta que falta el desarrollo de una metodología que permita hacer un análisis general de la vulnerabilidad del patrimonio en Chile.
“A nivel del Ministerio de las Culturas y el Consejo de Monumentos Nacionales está localizado el patrimonio, es decir, al menos está en un sistema de ubicación geográfica y se sabe dónde está. Pero no se han hecho estudios sobre su vulnerabilidad ni se ha cruzado esa información con el estudio de amenazas que tiene ONEMI. Recién ahora se están haciendo mesas de trabajo a cargo de la ONEMI con el Ministerio de las Culturas, que apuntan a avanzar en ese sentido”, advirtió.