El 16 y 17 de noviembre se realizará en Santiago de Chile la cumbre de líderes de la APEC, el foro intergubernamental de los países de Asia Pacífico. La realización de esta Cumbre resulta relevante más allá de las fronteras de Chile. Esto se puede argumentar desde varias aristas.
Primero, la APEC es uno de los foro intergubernamentales más importantes a nivel global, después del G20. Es clave porque incluye varios de los países más importantes en términos económicos y militares. En la APEC están comprendidas potencias como Estados Unidos, China, Japón y Rusia. Salvo la Unión Europea, que por razones obvias no participa de APEC, los países más relevantes del área Pacífico y a nivel global se darán cita en en Santiago en noviembre. Nótese que no incluimos entre los foros más importantes a instituciones globales como la Organización Mundial de Comercio o las Naciones Unidas. Esto es porque en el momento actual, para entender el camino de los avances en negociaciones en torno a comercio e inversiones, parece resultar más útil ver los encuentros personales de los presidentes chino y estadounidense (y por supuesto, de sus negociadores) que cualquier reunión plenaria de representantes de decenas de países. Esto da pie al segundo motivo.
Segundo, en el marco de la guerra comercial entre EEUU y China, la APEC representa un espacio donde los líderes de ambos países van a encontrarse nuevamente, tras la cumbre del G20 que tendrá lugar en Osaka, Japón, en junio. Estos encuentros sucederán luego de la reciente escalada de aumentos de aranceles que ambos países se impusieron, así como tras la prohibición de que los aparatos Huawei lleven la tecnología de Google (sistema Android). La anterior cumbre de la APEC en 2018, que ya se había producido en este contexto, tuvo lugar en Papúa Nueva Guinea, y los líderes no pudieron llegar a una declaración final. Sin embargo, la irrelevancia a la que han llegado estos foros en términos de decisiones concretas no quita que se avance en ciertas agendas. Los países autoproclamados “defensores del libre comercio”, encabezados por China, intentan arribar a acuerdos sobre ciertos temas que aún no logran consensos globales, como la agenda digital y el comercio electrónico, temas claves en el marco de la pelea por la hegemonía sobre la tecnología 5G. Para esto, no alcanza con seguir solamente las cumbre de los líderes, sino que se debe prestara atención a las reuniones previas donde se encuentran los negociadores de áreas de economía, comercio e inversiones, y que llegan a pequeños acuerdos pero que van marcando un camino en determinada dirección.
Tercero, aun si es un foro de diálogo, la APEC es importante justamente porque establece esta hoja de ruta en el camino de una mayor liberalización y apertura económica, como señalamos con los temas de la agenda digital. Lo que se acuerda en la APEC se traduce luego en nuevas regulaciones que blindan la privatización de diversas áreas de la vida social, como las AFP, y que hacen cada vez más dificil torcer las políticas que benefician al sector privado, especialmente a exportadores y empresarios del sector extractivo (como la minería), así como a inversores extranjeros. En cambio, estas políticas tienden a restringir los derechos humanos y la protección del medio ambiente.
Cuarto, no es menor recordar que fue en APEC donde el Tratado TransPacífico (TPP) original fue impulsado. El “sueño” del libre comercio ha sido fuerte en el marco de los países APEC, donde una de las propuestas es incluso la construcción de un Area de Libre Comercio del Pacífico, lo cual implicaría la ampliación del actual TPP11 a los 21 países miembros. Esto tiene una relevancia especial en un año de lucha en Chile contra el TPP, y cuando todavía este tratado no toma estado parlamentario en Perú para su ratificación. El desafío para las organizaciones sociales, políticas yh sindicales chilenas es generar un nexo claro entre el rechazo al TPP11, que se ha hecho masivo este año, y la cumbre de la APEC. El vínculo es natural, pero no es obvio, y deberá ser argumentado.
Quinto, no es menor recordar que la cumbre de la APEC implica la movilización de los presidentes de estas potencias a una capital sudamericana. En noviembre estará nuevamente en la región el presidente Donald Trump. La última vez fue en el G20 en Argentina en noviembre de 2018, donde el movimiento social y político convocó a una gran movilización bajo el lema “Si viene Trump, yo marcho”. Pero el contexto regional este año marca el recrudecimiento del cerco sobre Venezuela, con un rol muy marcado de los EEUU planteando que “todas las opciones están sobre la mesa” frente a la crisis en este país. La llegada de Trump a Chile este año va a generar un gran rechazo de las organizaciones políticas que defienden la construcción de alternativas económicas y sociales al “libre comercio”.
Sexto, la cumbre de la APEC en Chile se realiza en el marco de la llamada convergencia entre los bloques de la Alianza del Pacífico y los países del MERCOSUR. En los últimos tres años avanzó la negociación de Tratados de Libre Comercio bilaterales entre algunos de los países de estos bloques, con un Mercosur mirando hacia el Pacífico. Tanto Michelle Bachelet como Sebastián Piñera han apostado a una misma agenda de firma de TLC con Argentina, Uruguay y Brasil. Estos TLC se negocian en un contexto donde el propio Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sostiene que el 95% del comercio de la región ya está liberalizado; por ello, estos TLC son esencialmente sobre temas regulatorios, pero no por eso son menos importantes. De hecho, que los países del Mercosur comiencen a tomar compromisos más avanzados en términos de Medidas Sanitarias y Fitosanitarias, Obstáculos Técnicos al Comercio y Comercio Electrónico muestra que el interés es avanzar en la liberalización y en la aplicación de buenas prácticas regulatorias, de cara a su apertura hacia el Pacífico.
Estos motivos son solo una pincelada de la relevancia que la cumbre de la APEC tiene para toda la región. La Cumbre de líderes y sus múltiples reuniones previas van a tomar un carácter estratégico para los gobiernos que miran hacia el Pacífico en un contexto de creciente incertidumbre sobre el camino que tomen las reglas del comercio global. Y sin dudas, se trata de un momento estratégico también para las organizaciones sociales de todo el continente, que se darán cita en Santiago recuperando el estandarte de las cumbres de los pueblos y generando un espacio de pensamiento de alternativas a las recetas que las potencias hegemónicas siguen pregonando.