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Posnatal parental y corresponsabilidad: medidas necesarias para avanzar en la autonomía de las mujeres

Una de los logros que más destaca el Presidente Piñera al hablar de su primer gobierno es el posnatal de 6 meses. Aunque la medida ha significado un avance que permite conciliar maternidad y trabajo, todavía el costo de la reproducción se sigue cargando fuertemente a las mujeres impidiendo con ello el avance en una crianza compartida.

Montserrat Rollano

  Lunes 3 de junio 2019 8:23 hrs. 
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La mayoría de las mujeres que bordea los treinta años ha sentido sobre sus hombros el peso y la presión social de convertirse en madres. Sin embargo, luego de que esto ocurre, la sociedad y el Estado a través de sus distintas instituciones las sobrecarga e incluso, castiga.

Prueba de ello, es la falta de políticas públicas orientadas a la parentalidad y a compartir roles y labores como las tareas domésticas y de cuidado, reproduciéndose con ello la tradicional división sexual del trabajo.

De ahí que medidas como el postnatal parental cobre especial relevancia, ya que no sólo significa un beneficio para la o el recién nacido, sino que implica una base mínima para el avance en la autonomía de las mujeres.

En Chile hubo un intento por avanzar en esa línea bajo la primera administración del Presidente Sebastián Piñera. Sin embargo, quienes han podido acceder a este beneficio –que excluye a trabajadoras independientes- coinciden en que éste es insuficiente ya que, entre otras cosas, no es extensivo a los hombres, salvo que la madre opte por ceder seis semanas de su descanso, situación que no supera el 1% de los casos.

Antonia Orellana, colaboradora adjunta de la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, recuerda que esta política se fue gestando a raíz del trabajo de una comisión asesora presidencial en 2009 y cuyo objetivo fue conciliar la maternidad y el trabajo; algo necesario considerando que nuestro país es uno de los que posee la tasa de inserción laboral femenina más baja de la región.

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Sin embargo, advierte que por un lado, este beneficio sigue limitado al empleo formal, en circunstancias que la mayoría de las mujeres están ocupadas en sectores informales, y por otro, que la conciliación maternidad-vida laboral se les atribuye exclusivamente a las mujeres a quienes se les asigna la carga de trabajo doméstico y de cuidados, pese a que la reproducción es una función que se debiera asumir colectivamente como sociedad.

En ese sentido, la periodista e investigadora recalca que los actuales cinco días de descanso que tiene el padre inmediatamente después del nacimiento de su hijo no sólo son insuficientes, sino que “es un incentivo para que los padres se desentiendan de la función que tienen en la crianza del hijo, lo que tiene un directo impacto en el desarrollo del niño o niña”.

“La necesidad de tener una segunda figura de apego que permite además aliviarle a la madre la carga del trabajo doméstico y de cuidado durante los primeros tres años es muy importante. Un niño que aprendió a ser consolado por su papá va a recurrir también a él durante su desarrollo, entonces es algo que no se limita sólo a los seis meses, sino que tiene impacto en la trayectoria vital de las mujeres y de los niños”.

Una mirada que comparte la ex subsecretaria del Sernam, Gloria Maira, quien es categórica al señalar que “el posnatal de los hombres debería ser obligatorio. A la hora de plantear el cuidado, ambos progenitores, -cualquiera sea la composición- deberían tener la posibilidad de estar, sobre todo en ese primer año que es tan duro”.

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Gloria Maira

En ese sentido Maira recuerda que durante la discusión del posnatal de seis meses hubo legisladores del oficialismo  que eran partidarios por la obligatoriedad de este beneficio a los padres. Sin embargo, esta opción que era  incluso defendida por la entonces ministra Carolina Schtmidt, no obtuvo el respaldo necesario.“Finalmente quedó voluntario de una manera bastante poco realista porque es una cultura que no está instalada en el país, se mira raro por parte de los empleadores, porque hay un tema económico de por medio y si tienes una brecha salarial entre padre y madre y esto afecta la economía familiar, lo vuelves a pensar”.

Por esta razón, la ex autoridad insiste en la necesidad de que este beneficio sea compartido y que exista tiempo en donde puedan estar ambos padres y también cada uno por separado.

Actualmente hay en la Comisión de la Mujer y Equidad de Género de la Cámara de Diputados algunas propuestas que apuntan a la corresponsabilidad, entre ellas, el aumento de cinco a cien días de descanso para el padre o que el fuero por nacimiento de un hijo lo pueda ejercer también el progenitor.

La diputada Gael Yeomans, integrante de dicha comisión, considera fundamental avanzar desde la normativa. “Con lo que hemos visto, lo que tenemos como ley actual con la voluntariedad para ejercicio del posnatal, finalmente los padres no lo ejercen, lo que puede ser por desinterés, por los patrones culturales que existen, pero también puede ser porque los empleadores no incentivan al uso de este derecho, sino que todo lo contrario”.

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Lo cierto es que, a diferencia del posnatal que beneficia a mujeres –y de manera voluntaria a los padres- los cinco días posteriores al nacimiento de un hijo o hija, no es un costo que asuma el Estado, sino que los empleadores, por esta razón, no es de extrañar que sólo el 20% de los padres utilicen este beneficio que la ley les otorga.

De ahí que la parlamentaria enfatice en la necesidad de que se generen cambios desde la institucionalidad: “las reglas pueden ayudar a tener igualdad de derechos como padres y madres en la crianza de los hijos, y también eso puede permitir a las mujeres tener la disposición del tiempo, que el ejercicio de la maternidad no sea solamente una obligación para las madres, sino que sea compartido y eso es  lo que esperamos sea un principio que compartamos entre varias orientaciones políticas”.

El patriarcado en los roles de género

Si bien hay un consenso respecto de la importancia de avanzar en la corresponsabilidad a través de distintas políticas de Estado, entre ellas el posnatal parental, existe una dimensión subjetiva que es más compleja de abordar y dice relación con el entramado social y cultural que, desde pequeñas, empuja a las niñas a desempeñar un determinado rol.

Para el académico e integrante del núcleo de masculinidades y género de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Carlos Güida, “los aspectos de la socialización son extremadamente importantes. Si tú a las niñas las estimulas desde pequeñas en el cumplimiento de un rol materno con determinadas características y esa subjetividad e intersubjetividad se va fraguando en torno al ser buena madre, indudablemente cuando llega el momento en que hay que socializar a niños y niñas en lo que corresponde a las tareas de crianza y de cuidado se genera angustia”.

En ese sentido, el médico de la Universidad de la República de Uruguay enfatiza que “a las mujeres les cuesta, les genera culpa y la cultura muchas veces lo que hace es profundizar en esa culpa, en fomentar mayor culpa en la mujer, equiparando eso al ser buena madre. Cuando pasa un accidente con niños, niñas, se pregunta: ¿y dónde está la madre? Y uno se debería preguntar ¿dónde están las otras figuras parentales, dónde está el padre?

De esta forma, quienes son madres no sólo se enfrentan a una estructura institucional que deposita toda la carga de la reproducción en ellas, sino que además muchas veces y de manera involuntaria, existe un afán por tomar un rol protagónico en la crianza bajo la premisa de que “nadie lo hará mejor”.

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Según Antonia Orellana “es muy difícil para las mujeres asumir la participación de los hombres porque a veces no asumimos que los padres hacen las cosas distintas y eso no necesariamente es peor, porque es muy distinto el vínculo que tienen con los hijos. Todavía pesan mucho los roles de género en todo esto, es un fenómeno muy nuevo”.

Desde esa perspectiva, Orellana puntualiza que la educación no sexista tiene un rol fundamental respecto de las expectativas de roles “porque nosotras hemos sido criadas y socializadas con ciertas expectativas respecto de cómo tenemos que ser como mujeres y cuando no cumplimos con eso sentimos castigo”.

Una mirada que la ex subsecretaria del Sernam comparte, pero haciendo el alcance de que sólo con esto no basta: “la educación no sexista es clave, pero resulta que no es suficiente. Si tú al mismo tiempo no haces un trabajo con empleadores, a nivel de la opinión pública en general, una acción comunicacional desde los gobiernos para efectos de establecer las bondades de una crianza corresponsable, nos va a tocar esperar dos o tres generaciones más para ver si la cosa cambia”.

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