Estos dos conceptos son relativamente nuevos, aunque aquello que describen sea muy viejo. Se usan para describir situaciones de discriminación e irrespeto contra las mujeres enquistados en los sistemas y en los individuos del sistema judicial y de los medios de comunicación. Tienden a coincidir cuando se trata de delitos de alto impacto público, como ha sido el asesinato de Fernanda Maciel que, en consideración de las organizaciones feministas, se trata en realidad de un femicidio.
La (in) Justicia Patriarcal, en primer lugar, pretende describir normas y prácticas de las instituciones del Estado que forman parte del proceso de administración de justicia, además de la subjetividad de los individuos. Puede referirse tanto al funcionario policial que se ríe o ningunea a la mujer que hace una denuncia por violencia contra su pareja, como a la aplicación restrictiva del tipo penal de femicidio o a las dificultades de los aparatos investigativos para considerar la hipótesis del femicidio, cuando se trata de aparentes suicidios de mujeres. Las organizaciones que han investigado y avanzado en la conceptualización de estos temas, como la Red Chilena contra la Violencia hacia las mujeres, han referido como problemas estructurales los procesos largos de investigación, donde las mujeres se enfrentan a la revictimización, sumado a cuestionamientos respecto de sus denuncias o el tiempo que tardan en dar cuenta de un hecho, hechos en los cuales, en la práctica, se reproduce la violencia machista.
Otra manifestación del problema es la falta de compromiso con seguir indagatorias, encontrar y sancionar a los responsables de hechos como femicidios, delitos sexuales o violencia intrafamiliar. Es lo que han denunciado que ocurrió en el caso de Fernanda Maciel.
En lo que respecta a la misoginia mediática, el concepto pretende avanzar hacia la comprensión de que la violencia hacia las mujeres se expresa en nuestra sociedad de múltiples maneras, no solo a través de patadas o golpes de puño, y por lo tanto es importante que seamos capaces de verlo, revertirlo y sancionarlo. Es, por lo tanto, un problema político, económico, social y cultural de carácter estructural, es decir, está en la base de nuestras instituciones y lo está también en los medios de comunicación masivos.
Sobre esto también ha investigado la Red Chilena contra la Violencia hacia las mujeres. Según su análisis reciente en relación a la cobertura de femicidios, que evaluó decenas de noticias sobre el tema, se llegó a la conclusión que un 77% de ellas carecían de contexto: es decir, presentaban estos ataques como hechos aislados. Según afirman, ninguna de las noticias que se observaron ponía a disposición un número de emergencia para las mujeres que necesitaban denunciar. Eran exclusivamente lo que en periodismo se conoce como “crónica roja”, es decir, una manera sensacionalista de presentar noticias policiales.
Esto también ha sucedido con el caso de Fernando Maciel. En las últimas horas, los matinales han vuelto a hablar desaforadamente de ella, sin hacer ninguna autocrítica ni referirse de los señalamientos expresados por el propio Colegio de Periodistas, las organizaciones feministas y dirigentas políticas. Como si no hubiera pasado suficiente agua bajo el puente, en las últimas horas hemos vuelto a ver enfoques noticiosos que no consideran las recomendaciones que organismos internacionales y nacionales hacen a los medios de comunicación en este tipo de casos. De hecho, un noticiario exhibió un reportaje cuyo título era “¿Qué tanto conocemos de su personalidad? Informe Policial describe cómo era Fernanda Maciel”. A través del acceso a la carpeta investigativa, esta nota trataba de mostrar aspectos de la personalidad y del comportamiento de la víctima que, suponemos, deberían ayudar a explicar su asesinato. Aquello está en el límite de suponer que Fernanda Maciel es en parte culpable de lo que le pasó.
Estos hechos deberían llevarnos a hablar mucho menos de la víctima y mucho más de las transformaciones que requieren las instituciones que forman parte de la administración de justicia y los medios de comunicación para abordar adecuadamente estos asuntos. El tema no debería ser Fernanda Maciel, sino la (In) Justicia Patriarcal y la misoginia mediática.