Rupert Stadler, que dirigió Audi durante once años, se convirtió en junio de 2018 en el primer directivo de la industria automotriz en ser detenido preventivamente en el marco de esta investigación, abierta en otoño de 2015. El pasado octubre fue puesto en libertad.
Tendrá que comparecer por las acusaciones de “fraude”, “emisión de certificados falsos” y “publicidad engañosa” ante el tribunal correccional de Múnich, frente a magistrados especializados en delitos económicos, precisó la fiscalía, aunque todavía no se precisó la fecha.
Estos programas permitían ocultar emisiones que en ocasiones superaban, en condiciones reales, hasta 40 veces las normas autorizadas.
La investigación abarca “250.712 vehículos de la marca Audi, 71.577 de la marca VW y 112.131 de la marca Porsche”, vendidos principalmente en Europa y Estados Unidos, precisó la fiscalía.
Stadler llegó a Audi en 1990 y era presidente de la casa desde 2007, pero fue destituido en junio de 2018 cuando fue reemplazado por el holandés Bram Schot, exempleado en Daimler y que trabajaba en Volkswagen desde 2011.
“Bajo su dirección, Audi se convirtió en una empresa coronada de éxito a nivel internacional”, afirma el fabricante de autos en un comunicado, pidiendo respetar la presunción de inocencia “hasta que las acusaciones sean clarificadas”, por la justicia.
Audi había aceptado en octubre de 2018 pagar una multa de 800 millones de euros (892 millones de dólares) decidida por la fiscalía de Múnich, por faltar a su “deber de vigilancia” en lo concerniente a la homologación de vehículos diésel.
El “diéselgate” estalló en septiembre de 2015 en Volkswagen, casa matriz de Audi y de Porsche.