A fines del siglo XIX, las ciudades de Puerto Natales, Porvenir y Punta Arenas se convirtieron en lugares privilegiados para el asentamiento de la industria ovina. El clima y la geografía de la zona constituían el escenario perfecto para el desarrollo económico, lo que representó una oportunidad de emprendimiento para la Región de Magallanes, replicando el éxito de este rubro impulsado por los británicos en las Islas Malvinas que, sin embargo, “no estaban en condiciones de abastecer con suficiente materia prima a las nuevas y cada vez más tecnificadas fábricas de textiles”, al no tener terrenos ni las estructuras necesarias para producir lana a gran escala, lo que los llevó a encontrar otras fuentes de procesamiento para los productos ovinos.
Es así como a comienzos del siglo XX comenzaron a construirse importantes edificaciones conocidas popularmente como “estancias magallánicas”, caracterizadas por contar con mucho espacio y maquinaria con la última tecnología de la época para la crianza y faena de ganado ovino, convirtiéndose en fuente de trabajo para cientos de personas y guardando entre sus paredes la historia de una región.
A partir de estos antecedentes las arquitectas y académicas de la Universidad de Chile, Marcela Pizzi y María Paz Valenzuela, junto al también arquitecto Juan Benavides, publicaron en 1999 “Las Estancias Magallánicas”, rescatando el valor histórico y patrimonial de las construcciones realizadas en la época y que, 20 años después, fue reeditado por Editorial Universitaria.
El valor histórico de este lugar “permite asegurar que en las estancias magallánicas efectivamente se gestó un modelo de arquitectura industrial rural que permitió la ocupación territorial, productiva y social de la región austral”, aseguraron las arquitectas y autoras del libro.
Este impulso por preservar el patrimonio de la zona, llevó a los autores a postular al Frigorífico Bories, uno de los primeros asentamientos fabriles de este tipo construidos en Puerto Natales, como Monumento Nacional en 1996, por su significación cultural, histórica y arquitectónica. Hoy sus dependencias, maquinarias y mobiliarios fueron restaurados y reutilizados como museo y hotel de lujo, conservando su valor y contribución a la historiografía magallánica.
Así, la re publicación “Las Estancias Magallánicas” releva el modelo arquitectónico inédito en el continente, que se convirtió en el asentamiento del desarrollo industrial de la zona austral de Chile y que enriqueció el paisaje cultural que se puede disfrutar hoy, como parte del patrimonio histórico de la Patagonia chilena.
Poco antes de la reedición de esta investigación, el arquitecto Juan Benavides falleció, dejando como uno de sus principales legados la recuperación del patrimonio histórico chileno. Es entonces que Mateo Martinic, Premio Nacional de Historia y oriundo de la zona, se sumó al trabajo de rescate cultural para la reconstrucción de esta nueva edición de la historia de parte importante de la arquitectura magallánica.