La tierra se seca en el Patio 29 del Cementerio General y sobre ella quedan claves marchitos. Las cruces están oxidadas y, en más de una, cuelga el cartel que por más de 40 años ha mantenido la incógnita: ¿Dónde están?
Es domingo en el camposanto y aquella parcela que durante la dictadura se transformó en el sitio de sepultura de cientos de detenidos desaparecidos y ejecutados políticos, parece más viva que nunca: hay niños, ancianos y jóvenes. Todos llegan para conmemorar a quienes fueron asesinados luego del Golpe de Estado de 1973.
Sin embargo, un hecho empaña la reunión: efectivos de Carabineros cruzan el lugar hasta arremeter contra dos de las cruces del terreno considerado, desde 2006, como Monumento Histórico. Luego de ello, el entusiasmo se diluye y el Patio 29 queda abandonado nuevamente. La conclusión es una: el terreno necesita vida, es decir, un nuevo rostro capaz de transmitir a las nuevas generaciones el significado del lugar.
Bajo ese mismo análisis, en mayo de 2019 la Corporación Cultural de Recoleta y el Cementerio General presentaron el proyecto “Jardín de la Memoria Patio 29: pausa de contemplación y reflexión”. Esta propuesta busca colocar en valor el sitio de memoria a través de un diseño paisajístico elaborado, especialmente, para el sector.
“El sitio va a adquirir una relevancia mayor y también va a poder ser un lugar como cualquier otro sitio de memoria, donde puedan surgir diversas actividades. No sacamos nada con tener templos o edificios vacíos, porque estos sitios de memoria adquieren sentido cuando son visitados”, comenta Pablo Teillier, director de la Corporación Cultural de Recoleta.
“También tiene que ver con el negacionismo que enfrentamos. Creemos que la memoria tiene que mantenerse viva y respetarse. Nosotros lo único que hacemos es canalizar los esfuerzos para que los espacios de memoria estén vigentes y no sean destruidos. Si queremos que el ‘nunca más’ sea real, el recuerdo tiene que estar vivo”, añade.
El proyecto
La iniciativa contempla la creación de un muro en el borde sur del terreno, así como la creación de un jardín donde confluyan árboles y pavimento. Asimismo, incluye un relato capaz de situar el terreno en su contexto histórico.
Nicolás Morales, arquitecto encargado del plan de mejoramiento, señala que la idea es avanzar hacia un espacio “caminable”, pero de respeto constante. “Como el Patio 29 está dentro de la zona de los patios de tierra del cementerio no hay mucho pavimento, entonces, el proyecto busca invitar a sentarse a reflexionar”, dice.
El profesional también comenta que este ejercicio permitirá renovar el terreno que, durante los últimos años, ha experimentado un notable deterioro. “Hay una degradación física de las cruces, hundimientos, tumbas en tierra que con la lluvia sufren bastante. Esto tiene que ver con que el Patio 29, al ser Monumento Histórico, no puede tocarse, por lo que el proyecto sólo considera los bordes del terreno”, explica.
La iniciativa fue diseñada a través de diversas mesas de trabajo sostenidas entre la Agrupación de Familiares de Detenidos Desaparecidos (AFDD) y la Agrupación de Familiares de Ejecutados Políticos (AFEP). El financiamiento vino de un fondo de la Subsecretaría de Derechos Humanos del Ministerio de Justicia.
Para Alicia Juica, encargada de la AFDD para el Patio 29, el proceso de elaboración del proyecto ha sido conmovedor, toda vez que ha permitido que distintas organizaciones confluyan respecto de la iniciativa.
“Ha sido un trabajo largo, pero bonito, porque no tenemos otro punto de encuentro como organizaciones de derechos humanos. Ha sido un debate bien abierto, participativo y democrático”, señala.
Al mismo tiempo, sostiene que como Agrupación el proyecto es relevante, ya que permite otorgarle al lugar el cuidado que corresponde.
“Como organización sentimos que los sitios de memoria han sido olvidados por el Estado. Existe una despreocupación. Por ello, creemos que el rescate de este espacio es importante, sobre todo, para nuestro proyecto de ‘nunca más’, pero no queremos que se transforme en un sitio para turistas”, advierte.
“Queremos que el Patio 29 sea un lugar para que la gente reflexione, que sea un sitio donde se pueda remecer la memoria de todos los chilenos”, agrega.
Desde la historia
El Patio 162, comúnmente conocido como Patio 29, surgió en 1953 cuando se implementó un sistema de reutilización de sepulturas. Esta facultad permitía a los sepultureros enterrar en el lugar cadáveres de indigentes, de pacientes psiquiátricos y de personas que morían sin ser identificadas.
No obstante, luego del Golpe de Estado, la parcela fue utilizada para enterrar a detenidos desaparecidos y ejecutados políticos: se estima que entre septiembre de 1973 y enero de 1974 habrían sido enterrados en el lugar más de 300 cuerpos.
Los antecedentes respecto del rol del Patio 29 en dictadura salieron a la luz en 1979, cuando la Vicaría de la Solidaridad inició las gestiones para concretar las primeras exhumaciones legales del terreno. Allí se habrían encontrado con más de un ataúd por fosa.
Más tarde, durante los años noventa, los restos fueron identificados y entregados a los familiares de las víctimas, pero el proceso fue desastroso, ya que, en 2006, se reveló que casi todos los cuerpos habían sido reconocidos de manera errónea, por lo que hubo que exhumarlos nuevamente. Ese fue el inicio de un segundo duelo para los familiares.
Actualmente, sólo 107 tumbas han sido exhumadas, encontrándose tan solo 126 cuerpos.
Un lugar de encuentro
Con la restauración, el Patio 29 se transformará en un lugar de encuentro: cine de memoria y visitas guiadas son algunas de las actividades que se barajan para transformar el sitio. Asimismo, el proyecto busca que el lugar se conecte con una ruta de Derechos Humanos que considera puntos como las tumbas de Salvador Allende y Víctor Jara.
De acuerdo a ello, desde la Corporación Cultural de Recoleta afirman que la idea es avanzar hacia un sitio vivo y de memoria. El proyecto sería inaugurado a fines de noviembre.