Desde al año 2011, la cantidad de personas viviendo en campamentos casi se ha duplicado. Así lo dio a conocer el Ministerio de Vivienda y Urbanismo el pasado dos de septiembre en su Catastro Nacional de Campamentos 2018.
Según el detalle, hasta el año pasado al menos cien mil personas vivían en 802 campamentos, los cuales contaban con 47.050 construcciones. En 2011, en cambio, los asentamientos llegaban 657 y los reductos habitacionales alcanzaban los 27.387.
Para profundizar en el tema, nuestro programa ‘Educación en el aire’ dialogó con el doctor en Antropología Social, Miguel Pérez Ahumada, quien indicó que la gran causa del aumento de campamentos el al alto valor de las viviendas.
El también director de la carrera de Antropología de la Universidad Alberto Hurtado explicó el fenómeno de las tomas de terreno argumentando que, a la par con una casa, los pobladores buscan dignidad.
“La idea de vida digna circula ampliamente entre los pobladores. Cuando uno pregunta qué es lo que motiva la movilización para demandar derechos al Estado, todos dicen en un principio la vivienda, pero si uno explora más, lo que se busca es la idea de dignidad, esto es, ‘no me interesa tanto una vivienda mal localizada o ubicada en la periferia, que una vida digna’, como un concepto muy general y, como concepto general, lo que hace –creo yo- es básicamente vincular las experiencias individuales de daño y de exclusión con una aspiración más colectiva de un movimiento social”.
En ese sentido, el investigador criticó el sistema de subsidios de viviendas, pues gran parte de ellas se encuentran en lugares alejados del sector de interés de los pobladores.
“En los noventa el Estado de Chile promovió mucho la vivienda subsidiada que eran muy mal localizadas, hay que recordar el caso de las viviendas Copeva en Puente Alto, unas viviendas recién entregadas que se llovieron. La gente dice ‘entre tener una vivienda en El Monte o Til-Til, yo prefiero quedarme viviendo de allegado, postergar mi aspiración a la vivienda en propiedad, pero asegurarme de que no voy a ser erradicado de mi barrio de origen’. Esa es la demanda más central diría yo, la vida digna pero asociada a un deseo de permanecer al barrio de origen más que ser relegado a otro sector”.
Por otra parte, Miguel Pérez afirmó ver muy lejana una posible solución al problema mientras siga la lógica del subsidio bajo la regulación de un mercado excesivamente neoliberal.
“Yo creo que es súper complejo la solución de esto en la medida en que no se cambien las bases del financiamiento a la vivienda. Si vamos a seguir operando con la lógica del subsidio, yo me imagino que van a seguir subiendo los precios, me imagino que las soluciones habitacionales van a seguir siendo localizadas en la periferia donde el suelo es más barato. El problema es que eso no responde a las aspiraciones de los pobladores, quienes quieren quedarse en sus barrios de origen, pero por el precio del suelo, como está muy alto, es muy difícil comprar viviendas”.
El especialista también se refirió al polémico proyecto del Gobierno y aprobado por la Cámara de Diputados el pasado mes de agosto, la Ley de Integración Social Urbana. Al respecto, Pérez afirmó que no hay novedad en el sentido de que es una continuidad de lo que hay hoy: llevar la pobreza a la periferia.
“Esta política de la integración social también opera con la misma lógica: sacar a los pobres de sus barrios y llevarlos a otros sectores, pero no se hace cargo de las aspiraciones de los más pobres, que no es una aspiración baladí, sino que ellos quieren quedarse ahí porque tienen sus redes, su familia”.
Incluso, Pérez manifestó que esta política oficialista podría derivar en mayor discriminación hacia los pobres hasta el rompimiento de los lazos entre quienes habitaban un determinado sector y fueron sacados.
En cuanto a la proyección del problema de la vivienda en Chile, el doctor en Antropología Social pronosticó un aumento de movilizaciones para demandar un techo digno, pues la población en las ciudades crece y la hacinación y segregación siguen sin resolverse.
“La demanda por la vivienda y por el derecho a vivir en la ciudad ha sido una modalidad histórica de acción política de los pobres urbanos desde la década del 50 en adelante, incluso antes, entonces, teniendo ese antecedente en consideración yo esperaría que hubiese más movilizaciones no solo en Santiago, sino que en otros sectores, sobre todo en las grandes ciudades, pues las personas viven más en las ciudades que en los campos y, por lo tanto, problemas como residencia, habitación, segregación, van a volver a ser temas contingentes y que pudiesen movilizar a la gente”.
Por último, Miguel Pérez Ahumada recordó que la situación más crítica actualmente en cuanto a campamentos está en el norte del país, pues el alto número inmigrantes y la atracción de las empresas mineras han elevado las tomas de terreno que, evidentemente, no tienen las condiciones mínimas para llevar una vida segura, saludable, digna.