La académica de la Universidad de Chile, Sonia Montecino, se refirió al programa “Cocina con Raíces” que incorpora platos originarios a los almuerzos que entrega la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) a los escolares. Este plan, que se extenderá a todo el país, añade al menú de los estudiantes preparaciones de tres pueblos originarios chilenos: Aymara, Rapa Nui y Mapuche.
En esa línea, la autora de La Olla Deleitosa sostuvo que, desde el polo gastronómico, chefs y cocineros han tomado conciencia respecto de los temas que se están generando en los lugares donde se producen los productos patrimoniales, es decir, donde se da la agricultura y/o espacios de recolección.
La antropóloga ejemplificó lo anterior refiriéndose a la ocupación de las forestales en los bosques nativos, indicando que, por ello, no se están produciendo los hongos que muchas poblaciones recolectaban.“Vamos a perder muchos de los platos tradicionales- regionales precisamente por todos estos embates y amenazas que están ocurriendo”, advirtió.
Consultada por la depredación del ecosistema en Chile y la alimentación como patrimonio, Sonia Montecino enfatizó en los cambios a la Ley de Patrimonio, los que incorporan el ámbito inmaterial.
“Aun cuando el Consejo de la Cultura tuvo un Departamento de Patrimonio Cultural Inmaterial, no hay un desarrollo reflexivo y de acciones respecto de esto, entonces, preocupa que en la ley aparezca, pero no haya detrás mecanismos de protección”, criticó.
Para la investigadora de las cocinas mestizas de Chile, el patrimonio culinario requiere de acciones de salvaguarda por parte del Estado y de las comunidades, tal como el trabajo que realiza la Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (Anamuri) que actúan como “curadoras de semillas” al conservar las de los pueblos.
De este modo, se refirió al alarmante empobrecimiento de la experiencia sensorial y su diversidad. “La experiencia del gusto es casi como la que se tiene cuando se escucha música, cuando se ve una pintura o una acción de arte, se goza y hay un placer, todo el ser e interior se moviliza en torno a eso”, explicó la académica.
En cuanto a la construcción de los gustos en niños, niñas y jóvenes a quienes hoy están dirigidos los programas de alimentación, Sonia Montecino apuntó al impacto de la industrialización y el alto consumo de alimentos procesados. Asimismo, sostuvo que las adicciones a alimentos azucarados en la sociedad contemporánea se dan desde una edad muy temprana con estimulantes asociados a su publicidad.
Entre otros factores vinculados a la falta identidad alimentaria chilena, la antropóloga apuntó a las transformaciones sociales, entre ellas, la salida de las mujeres al mundo del trabajo y la falta de tiempo de quienes cocinan, debido a las extensas jornadas laborales y tiempos de traslado a sus casas.
Con todo, el aporte de platos propios de distintas localidades se transforma también en una puerta hacia la alimentación saludable con sopas como la “Calapurca Aymara” que consta de mote de maíz, carne de alpaca y ají rocotos, entre otros ingredientes. También, la preparación mapuche de legumbres “Bocados de milloquín” o postres en base a plátano como se acostumbra en Isla de Pascua.