"Siento que ahora estoy completo": El renacer de Diego Lastra

Con tres fracturas en el rostro y un estallido ocular, el mayor sueño de Diego Lastra (27) sigue siendo navegar por alta mar en un barco de madera. En medio de las celebraciones de año nuevo, una bomba lacrimógena lo convirtió en el primer mutilado de 2020, pero en exclusiva con nuestro medio dice que prefiere el optimismo.

Con tres fracturas en el rostro y un estallido ocular, el mayor sueño de Diego Lastra (27) sigue siendo navegar por alta mar en un barco de madera. En medio de las celebraciones de año nuevo, una bomba lacrimógena lo convirtió en el primer mutilado de 2020, pero en exclusiva con nuestro medio dice que prefiere el optimismo.

La actitud con que Diego Lastra enfrenta la vida puede resultar sorprendente. Nada más al entrar a su habitación en la Unidad de Trauma Ocular del Hospital El Salvador se puede ver en una esquina, detrás de la cama clínica, el detallado dibujo que le regaló su hermano menor antes de la primera cirugía. En el pedazo de papel se ve a Diego con la frente en alto y la mirada fija, pero desde su ojo izquierdo, que está cerrado, cae una lágrima roja.

Después de mover el dibujo unos centímetros hacia la izquierda, una enfermera le dice a Diego que pronto vendrán a buscarlo para sacarle un scanner y le ofrece almorzar mientras tanto. Él, como buen estudiante de séptimo año de Medicina, hace un par de preguntas sobre el examen que rápidamente son interrumpidas por la llegada de la comida. Al ver que el plato que le estaban ofreciendo contenía la misma receta de todos los días, Diego celebra levantando los brazos con una sonrisa de oreja a oreja. “¡No hay nada que me guste más que la papilla!”, sentencia medio en broma y medio en serio. Los cinco pacientes que comparten la habitación también ríen, procurando afirmar los parches que cubren sus ojos.

La madrugada del 1 de enero, Diego Lastra se convirtió en el primer mutilado del año 2020. Una bomba lacrimógena disparada por efectivos de Carabineros le causó tres fracturas en el rostro y el estallido de su globo ocular izquierdo. Cuenta que apenas sintió el impacto supo que había perdido la vista. Así lo confirmaron los médicos tras la primera cirugía, en la que dieron cuenta del nivel del daño y, en una segunda, con placas de metal le reconstruyeron el pómulo, el párpado y el lagrimal. Hoy los hechos están siendo investigados por Fiscalía y el Instituto Nacional de Derechos Humanos patrocina una querella por delito de torturas en contra de Carabineros.

Tan solo desde el 20 de octubre al 20 de noviembre, la Unidad de Trauma Ocular (UTO) del Hospital El Salvador recibió a 220 pacientes que presentaron trauma ocular asociado a las manifestaciones. De ellos, 40 ingresaron con estallido ocular o herida penetrante ocular, siendo el principal mecanismo de acción la herida por balines antidisturbios. Fueron 33 los pacientes sufrieron pérdida total de la visión del ojo afectado. Foto: Tomás González F.

Tan solo desde el 20 de octubre al 20 de noviembre, la Unidad de Trauma Ocular (UTO) del Hospital El Salvador recibió a 220 pacientes que presentaron trauma ocular asociado a las manifestaciones. De ellos, 40 ingresaron con estallido ocular o herida penetrante ocular, siendo el principal mecanismo de acción la herida por balines antidisturbios. Fueron 33 los pacientes sufrieron pérdida total de la visión del ojo afectado. Foto: Tomás González F.

A casi 20 días de aquella noche, un renovado joven de 27 años conversó en exclusiva con Diario y Radio Universidad de Chile y dijo estar más despierto que nunca. Esto, admite, gracias a la enorme red de apoyo que ha descubierto en sus cercanos y a la fortaleza que le entregó un camino espiritual que ya lleva recorriendo los últimos 12 años de su vida: el de los temazcales.

“La primera vez que entré a un temazcal dije ‘éste es mi camino y no me voy a salir más de acá’. Me removió todo adentro y dije ‘esto es lo que yo soy, esto es lo que quiero hacer’. En algún momento pensé en dedicarme exclusivamente a eso pero no me hacía sentido cobrar por aquello. Entonces dije no, voy a tener mi profesión, algo que pueda mezclar y por eso escogí la medicina.

Empecé a seguir este camino, me empecé a meter más. Al principio me dejaban observar y preguntar, y ya cuando pasó un año me dejaron tomar las herramientas para cuidar bien el fuego y calentar las piedras. Luego con el tiempo me fui metiendo más y más en la organización, me dieron puestos directivos y estuve cuatro años a cargo del equipo de niños en las ceremonias grandes. Después estuve cinco años más a cargo de lo que es montaje y desmontaje de la ceremonia…”

¿Esto en un colectivo?

“Sí, en Raíces del Sur. Actualmente somos una ONG y participan como 80 personas. Nuestra misión es acercar el mundo indígena, la sabiduría y la ceremonia indígena al mundo mestizo, que somos nosotros. Y con el tiempo a mí me dieron la confianza y después de nueve años recién me entregaron las cenizas para poder dirigir temazcales. Yo siempre digo que he estudiado más años para hacer temazcales que para ser médico. Y por fin después ya de nueve años me entregaron las cenizas, que son las que vienen rezadas desde hace 500 años por distintos viejos y familias, con las mismas que se hace la ceremonia, te pasan un poquito y te dicen ‘ya, ahora tienes el permiso para hacer’.

Dentro de este camino pasé por dos ceremonias que son la visión de la montaña y la danza del sol, que son ceremonias de cuatro días cada una y en ambas no se come ni se toma agua. La diferencia es que en la visión de la montaña tú estás sólo, encerrado en un círculo de 2×2 y estás ahí los cuatro días esperando que te llegue una visión, que lleguen a hablarte los espíritus, fortalecer el alma y el cuerpo. En la danza del sol también son cuatro días sin comer y sin tomar agua, pero uno danza todo el día. Desde que el sol sale y hasta que el sol se pone. Entonces es todo un camino que he recorrido en torno a lo espiritual, que me ha traído muchas bendiciones, mucha fortaleza y yo creo que es lo mejor que le ha hecho a mi vida”.

La madrugada del 1 de enero, Diego Lastra se convirtió en el primer mutilado del año 2020. Una bomba lacrimógena disparada por efectivos de Carabineros le causó tres fracturas en el rostro y el estallido de su globo ocular izquierdo. Cuenta que apenas sintió el el impacto supo que había perdido la vista. Así lo confirmaron los doctores tras la primera cirugía, en la que dieron cuenta del nivel del daño y, en una segunda, con placas de metal le reconstruyeron el pómulo, el párpado y lagrimal. Foto: Tomás González F.

Diego Lastra (27) se convirtió en el primer mutilado del año 2020 cuando una bomba lacrimógena disparada por efectivos de Carabineros le causó tres fracturas en el rostro y el estallido de su globo ocular izquierdo. En la primera cirugía dieron cuenta del nivel del daño y, en una segunda, con placas de metal le reconstruyeron el pómulo, el párpado y el lagrimal. Foto: Tomás González F.

¿Cómo ves que se relaciona este camino espiritual y los temazcales con el momento que estás atravesando? En el sentido de renacer de otra manera, ¿ves que esta situación puede hacer renacer a un nuevo Diego?

“Absolutamente. Sabes, después de las reflexiones que he tenido conmigo mismo, lo que me pasó es un regalo. Porque me ha mostrado un montón de cosas que no sabía que tenía, un montón de apoyo que no sabía que tenía. La gente me ha dicho ‘mira todos los que están contigo, mira todos los que te apoyan, esto es algo que tú has sembrado y que ahora lo estás cosechando’.

Por otro lado, en vez de sentirme menos, o más incompleto sin un ojo, por el contrario, siento que ahora estoy completo. Siento que mi esencia llamaba de alguna manera a que esto me pasara para yo poder traer cambios al mundo a través de esto también”.

¿Cuáles son esos cambios? ¿Cómo ves la labor a la que estás llamado de ahora en adelante?

“Siento una transformación desde algo muy directo y explícito, a algo más retraído implícito y que tiene un poco más de poder en términos políticos. Yo me he movido desde hace años en ese sentido, estuve dos años de presidente del centro de estudiantes de medicina, en el colegio también fui del centro de alumnos y estuve en una lista de federación antes de estudiar medicina. Siempre ha habido un movimiento político, pero nunca partidista, nunca he pertenecido a un partido. Y siento que a través de esto se me abrieron muchas redes, tanto políticas como del mundo artístico, mucho apoyo. Una cosa tan simple como que pasé a tener miles de seguidores en las redes sociales que me están apoyando y diciéndome que lo que necesite están conmigo. Entonces siento que me trajo poder, de alguna manera, de mover masas, de poder entregar un mensaje.

También esto de ser paciente y entender cómo funciona el sistema público. Se me han abierto un montón de cosas en dos semanas que es impresionante la cantidad de ideas que tengo para poder hacer cambios. Ya nos estamos organizando con todos los tuertos de aquí que les han quitado los ojos los pacos (sic) y estamos haciendo un colectivo, estamos moviéndonos para ir a marchar juntos, con reuniones todos los sábados y así”.

Me imagino que tu familia ha sido importante en este proceso…

“O sea, con mi familia no ha habido gran cambio porque me ha apoyado desde siempre. Desde que yo entré a estudiar medicina y, antes incluso, mi familia siempre ha estado ahí. Ahora lo mismo, llego a mi casa después de que me dan de alta una semana y no me dejan hacer nada. Han estado comunicándose con medio mundo, tomando rol activo en la organización de cosas a beneficio, rifas, eventos. Han tenido un rol muy protector, muy activo.

Ahora mismo, mi mamá en este mismo instante está molestando a los maxilofaciales para que me vengan a hacer la evaluación y poder irme de alta. Entonces, en verdad mi familia ha estado al pie del cañón. Mi prima que ha sido como mi manager, mi hermano que ha estado viendo todo el tema legal con los abogados. Cada uno tomó un rol, están haciéndose cargo y no me han dejado hacer nada. Yo digo ‘¿qué estoy haciendo por mí?’ y nada, porque todos están haciendo todo por mí”. 

Diego Lastra (27) es estudiante de séptimo año de medicina en la Universidad Diego Portales. Hace 12 años participa del colectivo Raíces del Sur, comunidad abocada a la conexión entre el mundo indígena y el mundo mestizo a través de ceremonias espirituales. Foto: Tomás González F.

Diego Lastra (27) es estudiante de séptimo año de medicina en la Universidad Diego Portales. Hace 12 años participa del colectivo Raíces del Sur, comunidad abocada a la conexión entre el mundo indígena y el mundo mestizo a través de ceremonias espirituales. Foto: Tomás González F.

¿Eras consciente de ese apoyo antes de que sucediera esto o ahora lo ves más claramente?

“En términos de familia se ha mantenido, porque he estado consciente del todo el amor y el apoyo de mi familia. En términos de amistades me ha sorprendido mucho más la cantidad de gente que me apoya dentro de mis círculos. Compañeros de básica que no veía desde hace como 15 años poniéndose las pilas y mandando lucas (sic), todas mis ex parejas mandándome mensajes de apoyo. Ha sido bacán (sic), es impresionante cómo ha sido ese despertar con mis círculos de relaciones”.

Disculpa que vuelva tan atrás, pero me parece interesante que digas que lo que te pasó fue un regalo. En ese sentido, ¿cómo proyectas tu vida de aquí en adelante considerando que claramente has cambiado con esto?

“Mira, para mi carrera no me interrumpe en nada. Si es que logro volver ahora pronto al internado voy a terminarlo con mis compañeros. La especialidad que yo quiero hacer es anestesia y para anestesia uno no necesita dos ojos, basta con uno. Hay pocas especialidades en las que te piden los dos ojos necesariamente. Aparte, como te digo, me siento más completo. Siento que en verdad de alguna manera todo el destino me estuvo llevando hacia allá.

Yo te confieso, cuando tenía como 11 años yo a mi hermano le decía ‘¿sabes qué Daniel? Yo creo que este ojo lo voy a perder algún día’. Le decía y apuntándole al izquierdo, no al derecho. Le decía ‘yo creo que lo voy a perder algún día’, el me preguntaba porqué y yo le respondía ‘es que este ojo está como hueviado, así como que me está estorbando y siempre le pasan hueás (sic)’. He tenido el ojo tres veces morado, he tenido cicatrices en ese ojo, como que hace tiempo que me estaba agarrando y me estaba tirando. Yo he hecho retratos de mí mismo con un parche en el ojo, los tengo por ahí guardados. Entonces por eso digo que siento que llegué a una etapa en la que encajé con mi esencia y ese es mi regalo. Y siento que desde ahí tengo muchas posibilidades de hacer muchas cosas”.

¿Qué cosas? ¿De qué manera esta experiencia que viviste puede ser un insumo para la sociedad o para la gente que te rodea?

“Mira, yo creo que al sistema en general le sirve tener ovejas. Le sirve tener gente triste, gente enferma y gente sin energía para hacer los cambios porque así te pueden dominar. Yo siento que cuando a uno le pasan estas tragedias que son para amedrentar y para volverte más oveja, lo que uno tiene como herramienta y lo que uno tiene que hacer, es sonreír y salir adelante. Salir con más fuerza de lo que uno tenía.

Lo que yo creo que le puedo dejar a la gente es eso, mi sonrisa y mi fortaleza. El decir ‘cabros, perdí un ojo, pero no hay problema ¡Vamos para adelante y sigamos luchando!’. Siento que eso es lo que me ha transmitido la gente también que es lo que más les he dejado. Tengo unos mensajes que les he tomado hasta pantallazos de lo emocionante que han sido. Diciéndome que no me conocen, que jamás me han visto en su vida, pero que me han visto parado, sonriendo y diciendo ‘cabros, vamos y sigamos luchando que estamos a esto de hacer un mundo y un Chile mejor’. Y dicen que eso los ha hecho pensar en sus vidas diarias y en que se han cuestionado puras hueás (sic), que han estado alegando por puras tonteras y ven a un cabro que perdió un ojo y que tiene esa fuerza. Yo creo que eso es lo que tengo para entregar y que nos sirve”.

Actualmente, a casi 20 días del suceso, los hechos están siendo investigados por Fiscalía y el Instituto Nacional de Derechos Humanos patrocina una querella por torturas contra Carabineros. Foto: Tomás González F.

Actualmente, a casi 20 días del suceso, los hechos están siendo investigados por Fiscalía y el Instituto Nacional de Derechos Humanos patrocina una querella por torturas contra Carabineros. Foto: Tomás González F.

No puedo dejar de preguntártelo. ¿Cómo ves el Chile que se viene? El plebiscito, la nueva Constitución…

“Le tengo esperanzas. Para mí lo más importante era cambiar esta Constitución que favorece tanto al empresariado, esa Constitución que nos transformó en el laboratorio del neoliberalismo en el mundo. Entonces cambiando eso para mí ya es un cambio fuerte, le tengo mucha fe y harta confianza, estoy muy optimista al respecto. Chile agarró una herramienta muy importante que es el darse cuenta de la fuerza que tiene la gente unida.

Por temas de la dictadura y las heridas que dejó la gente se había cerrado, la gente ya no sentía eso y tenía miedo. Pero ahora se vio que hasta con milicos (sic) en la calle la gente salía igual, les perdimos el miedo. Esta es una generación que, tal vez por todo lo que ha pasado, no tiene mucho miedo, y eso es bonito”.

¿Y tú? ¿Cuando pasó esto tuviste miedo? ¿Te preocupa lo que puede venir ahora en adelante?

“No, miedo no tengo. El único miedo que tuve fue cuando me di cuenta de que tal vez no podía terminar con mi grupo del internado y atrasarme un año en ser médico. Ahí me vino una pequeña angustia y un miedo, porque yo quiero terminar ahora. Pero en términos de represión, en términos de persecución y en términos de lo que me pasó ese día, yo siento que en ningún momento tuve miedo. Ni cuando me llegó el pencazo (sic), ni cuando me llevaron al punto de salud, ni cuando me llevaban en la ambulancia. No he tenido miedo y eso lo encuentro bonito, el mantenerse en la valentía”.

¿Y de aquí en adelante?

“Siento que las puertas se me abrieron. No se me cerraron las puertas, se me abrieron todas las puertas que podían haber estado cerradas con esto. Tengo más confianza en el futuro que antes.

Mira, el temazcal en su concepto es volver al útero materno. Es volver a un lugar oscuro, calentito y húmedo. Tal cual está mi ojo ahora, está oscurito, calentito y húmedo. Entonces yo estoy renaciendo también con todo esto. Estoy viviendo mi propio parto de nuevo y tal cual como en el temazcal, es un parto purificado del que salgo no más oscuro, sino con más luz. Ahora puedo ver más después de esto, no menos porque tenga un ojo”.

A nivel personal, como Diego Lastra, ¿qué cosas tienes ganas de hacer en concreto?

“Yo tengo un montón de sueños, tengo una lista de sueños mi hermano. Tengo sueños que son para el mundo y tengo sueños personales. Dentro de los personales, mi más grande sueño -que yo lo proyecto como a 20 años- es tener un barco de madera y navegar en alta mar en ese barco de madera. Toda mi vida yo la apunto hacia allá”.





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