Bolivia "suspende" relaciones con la República Saharaui

  • 21-01-2020

Consecuencia lógica de la dictadura y gobierno de facto impuesto en Bolivia con Jeanine Añez, ha sido la “suspensión” unilateral de la relación diplomática entre el Estado Plurinacional de Bolivia y la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Todos y cada uno de los “argumentos” utilizados por la cancillería del gobierno de facto boliviano en el comunicado titulado Fortalecimiento de las relaciones diplomáticas entre el Estado Plurinacional de Bolivia y el Reino de Marruecos para justificar la decisión de “suspensión” reflejan exclusiva y unilateralmente la posición colonialista y de ocupante ilegal del Sáhara Occidental del reino feudal de Marruecos. Ni siquiera se esgrimen las viejas y falaces ofertas de “cooperación económica” con que Marruecos acostumbra a disfrazar sus intenciones para presionar a los países soberanos para que rompan con el gobierno saharaui. Tampoco se requirieron promesas de supuestas inversiones que nunca se materializan en verdad. Todo aquello forma parte de las “ofertas” y de las presiones políticas (las públicas) de la monarquía marroquí para que los países abandonen el principio de apoyo a la autodeterminación e independencia de los pueblos y rompan relaciones con la República Árabe Saharaui Democrática.

Cuando un gobierno de facto pisotea su propia soberanía y democracia reprimiendo a su propio pueblo y, en consecuencia, abandona los principios en que se funda una política exterior basada en el respeto a la autodeterminación, la independencia e integración de los pueblos, como lo acaba de perpetrar la dictadura de facto de la señora Añez, una de las medidas e indicadores clásicos de gobiernos conservadores o seudodemocráticos en América Latina que pisotean y se distancian de todo principio soberano sin una coherencia mínima en relaciones internacionales es el “congelar”, “suspender” o “romper” su relación con la RASD.

Una situación muy similar se vivió en el Perú con el “congelamiento” de la relación bilateral con la RASD “negociada” entre el corrupto y siniestro asesor Vladimiro Montecinos y un alto representante del monarca marroquí, la que fue materializada por la dictadura encubierta de Alberto Fujimori, hoy sentenciado y encarcelado por corrupción.

Otro triste y vergonzoso episodio, reflejo de cuando se pisotean los propios principios de soberanía y autonomía, ocurrió recientemente luego de la asunción a la presidencia de Nayib Bukele, quien con descarnado pragmatismo y mediante oscuros acuerdos con el reino de Marruecos, rompió artera y unilateralmente la relación diplomática entre El Salvador y la RASD, que estaba basada en los principios de la autodeterminación, la cooperación y el respeto y apoyo mutuo a los procesos de descolonización e independencia de los pueblos.

No tengo dudas de que más temprano que tarde, cuando el pueblo boliviano termine con la dictadura de Añez y recupere su democracia con los valores y principios en que se funda la Constitución del Estado Plurinacional de Bolivia, la relación entre los pueblos de Bolivia y Saharaui volverá a restablecerse también en el ámbito diplomático e institucional.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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