Feministas y revolucionarias: las cuecas que Mon Laferte llevó a Viña del Mar

Casi 50 mujeres acompañaron a la cantante en la Quinta Vergara, para interpretar dos canciones de abierta reivindicación de género, una de ellas preparada especialmente para la ocasión. “No fue una propuesta musical, fue una acción política”, dicen sus autoras.

Casi 50 mujeres acompañaron a la cantante en la Quinta Vergara, para interpretar dos canciones de abierta reivindicación de género, una de ellas preparada especialmente para la ocasión. “No fue una propuesta musical, fue una acción política”, dicen sus autoras.

Y… no vine sola”. Justo después de hablar sobre su controversia con Carabineros, recordar sus orígenes en la población Gómez Carreño e interpretar una sentida versión de “La trenza”, Mon Laferte dejó ver en el escenario de la Quinta Vergara a casi 50 mujeres.

“Vine acompañada de un montón de amigas, todas cantoras. Como es difícil tener espacio en los escenarios para las mujeres, yo dije: voy a invitar a todas mis amigas poderosas que admiro”, dijo para introducir uno de los momentos estelares de su actuación, que abrió la segunda jornada del Festival de Viña del Mar.

A esa altura, el público ya estaba enfervorizado, los gritos contra el Presidente Sebastián Piñera y la policía se habían escuchado con fuerza y ella había despachado algunas de sus canciones más conocidas. 

“Les quiero decir a cada una de ustedes: muchas gracias por su profesionalismo, por sus hermosas voces, por el aporte que hacen con su música. Las admiro, las amo, compañeras. Muchas gracias por acompañarme. Gracias”, declaró. 

Mon Laferte 2020

Foto: Universal Music.

Junto a ella había un grupo de cantantes, compositoras e intérpretes provenientes de diferentes ciudades. Daniela Conejero, Rocío Peña, Natisú, Claudia Stern, Cecilia Concha, Rosario Alfonso, Miloska Valero, Melisa Alondra, Carla Casas-Cordero, La Majo, Catalina Blanco o Natalia Vásquez eran algunas de ellas, cada una con trabajos cultivados hace años en la música de raíz folclórica, la trova, el pop independiente, el rock u otros géneros diversos.

La idea había surgido a fines de enero y comenzó a materializarse desde hace un par de semanas. Un grupo de whatsapp sirvió para coordinar a todas las invitadas, varias de ellas asociadas a colectivos como Violeteras o Trabajadoras de la Música (Tramus). Su primer encuentro fue el pasado domingo, con un ensayo de cerca de tres horas en el el Parque Cultural de Valparaíso, la ex cárcel de la ciudad; el segundo fue durante la prueba de sonido, el mismo lunes en la Quinta Vergara. 

A través del mismo medio se definió el repertorio, dos cuecas de reivindicación feminista. La primera, “Mujer revolucionaria”, fue compuesta hace casi una década por la cantora y payadora viñamarina Daniela Sepúlveda, conocida como La Charawilla, quien la incluirá en su futuro disco debut, La diabla en el paraíso

“Querida mujer revolucionaria / querida que has cambiado nuestra historia / querida que tu voz nunca se olvide / querida y resuene en la memoria”, son los primeros versos de esa cueca, cuyo remate era particularmente preciso para el momento: “Que vivan las creadoras / y las cantoras”. 

“Disculpa la informalidad, pero yo lo siento como una patada en el culo para el patriarcado, no puedo decirlo de otra manera”, dice Sepúlveda sobre la acción. “La cueca ha sido un símbolo de la opresión en muchos aspectos. Todos tenemos el trauma infantil de que nos obligaban a bailar esa cueca facha cuando niños, una cuestión muy militar, entonces pararnos con ese lenguaje, que ha sido una tradición patriarcal por tanto tiempo, a cantar una cueca que dice ‘mujer revolucionaria’… o sea, ¡ya está! No hay nada más que decir, no es necesario”.

Acto seguido, vino una pieza preparada especialmente para la ocasión. Andrea Andreu, Cecilia Astorga y Fabiola González, “La Chinganera”, todas avezadas en el arte de la décima, escribieron en los últimos días -también a través de mensajería- una cueca que terminó con Francisca Valenzuela y la misma Mon Laferte ensayando pasos de baile en el escenario, pero ni siquiera tiene un nombre oficial, así que fue identificada por su primer verso: “Cantamos por las que estamos”

La melodía que escogieron pertenece a la tradición, pero estuvo lejos de ser casual: está asociada a “Yo soy dueño del Barón”, parte del amplio repertorio asociado a Valparaíso. “Tradicionalmente la han cantado los hombres en el puerto, intencionalmente decidimos tomarla. Además, era cercana al origen de Mon Laferte y podíamos cambiar esa energía masculina tan presente”, explica Andrea Andreu.

Para la cantora, la acción en el festival tuvo un objetivo claro: “No fue una propuesta musical. Para mí, es una acción política y feminista, eso es lo más importante y lo que me movilizó”, dice. “La música es un medio muy poderoso, que en este caso canalizó las energías y las necesidades de muchas, muchas mujeres. Nosotras no fuimos las voces de las cantoras no más, fuimos las voces de las mujeres. La música fue una vía para hacer una acción política y feminista”.





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