Amanda es administradora pública, es casada y tiene un hijo de ocho años. Desde el miércoles, y dada la situación sanitaria del país, trabaja desde su casa y, a la vez, está a cargo de su hijo, pues su marido no tiene la opción de tele trabajo y deja el departamento que comparten, a las 7.15 de cada mañana para volver después de las 5 de la tarde.
“Estoy agobiada” nos contesta en un mensaje de voz. En su trabajo tienen reuniones telefónicas y a través de video conferencia varias veces al día, además en el colegio de su hijo decidieron enviar guías de trabajo para que los padres les enseñen a los hijos contenidos de lenguaje, matemáticas, ciencias naturales, ciencias socilaes y educación física.
“No me da el tiempo, uno quisiera poder apoyar a los hijos en esta etapa de educación a distancia, pero no puedo. En mi trabajo me exigen tanto o más que si estuviera en la oficina y no puedo hacer todo lo que mandan del colegio. No soy profesora tampoco, así que realmente no sé cómo enseñarle. A eso súmale preparar comidas, vigilar que se lave las manos y cara correctamente y mantener la casa higienizada para prevenir el virus. Es muy difícil”.
El día a día de Amanda es el de muchas mujeres en Chile, quienes deben ejercer varios roles durante su jornada, porque la cultura patriarcal ha destinado a ellas mayoritariamente las labores del hogar. Ahora, en el marco de la emergencia sanitaria que ha provocado el COVID-19, muchas mujeres a lo largo del país están realizando sus trabajos remunerados desde casa, lo que las obliga a ejercer al mismo tiempo y en el mismo lugar sus labores de madre y trabajadoras.
Ahora las labores antes mencionadas se ubican en el mismo lapso y, tal cual se ha hecho siempre, se les exige responder en todos sus roles de la mejor forma, tanto así que muchos empleadores no disminuyen las tareas asignadas al no considerar esta nueva realidad y, en paralelo, los profesores y profesoras envían guías a los estudiantes, para las que se requiere la ayuda de un adulto.
Desde Fundación Sol, organización que recientemente publicó el estudio “No es amor, es trabajo no pagado: Un análisis del trabajo de las mujeres en el Chile actual”, la investigadora Francisca Barriga indicó que “esta crisis que estamos enfrentando con el coronavirus al final está develando la precariedad con que las mujeres se enfrentan en el mercado laboral, y por lo tanto como se encuentran dentro de sus hogares”.
“Hay mujeres a las que las están obligando a quedarse en la casa, y con eso tienen alta probabilidad de perder el empleo, porque están sin contrato, pero por otra parte es muy difícil que puedan trabajar remuneradamente dentro de las casas porque, evidentemente, toda la carga de cuidado y del quehacer del hogar se la lleva la mujer en los espacios privados. Por lo tanto, es distinto que un hombre se quede en cuarentena, a que una mujer lo haga porque hay una demanda mucho mayor de trabajo no remunerado que ellas tienen que hacer, entonces no se ven las dinámicas internas de los hogares al tomar estas políticas públicas”, comentó.
En esa línea, dijo que no basta con pedir a los empleadores que se pongan en el lugar de los trabajadores, sino que más bien las políticas publicas establecidas deben considerar todo este tipo de factores a la hora de ser presentadas.
Desde la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres, Yoselin Fernandez indicó sobre esta situación que efectivamente las mujeres están teniendo que “asumir doble o triple jornada de manera prácticamente simultánea”.
“Nosotras sabemos que históricamente las mujeres salimos al trabajo asalariado a cumplir un rol para con eso hacernos cargo de sostener los hogares económicamente, pero por otra parte nosotras también sabemos que al regresar a la casa y los fines de semana nos hacemos cargo también de las labores domésticas, somos las mujeres quienes nos tenemos que hacer cargo de que en la casa haya todos los insumos necesarios para vivir, la alimentación, limpieza”, comentó.
Agregó que “más aun en estos contextos de aislamiento, eso es una tarea que se vuelve mucho más difícil y mucho más demandante, y también somos las mujeres quienes estamos a cargo de los cuidados, de los cuidados de niñas, niños, ancianos, ancianas, de personas con algún tipo de enfermedad, a las mujeres históricamente se nos ha obligado en el fondo a asumir ese rol de manera exclusiva”.
En esa misma línea, Yoselin Fernández comentó que esta situación puede traer niveles de estrés importantes, y no se debe dejar fuera otra realidad que tiene nuestro país, el escaso acceso a una vivienda de calidad.
“Hoy día en Chile la vivienda no es un derecho, hoy día no todos y todas tenemos acceso a una vivienda digna, y en ese sentido pensar por ejemplo en contar con un espacio para trabajar, además de un espacio donde niños y niñas puedan desarrollarse tranquilamente, además de un espacio donde comer, es una realidad que muy pocas familias tienen el privilegio de contar, de tener distintos espacios en los cuales desarrollar la vida cotidiana, ahí también hay un problema”.
En medio de la emergencia, el gobierno ha intentado apurar la discusión de su proyecto de teletrabajo, el que ya fue aprobado en la Sala del Senado esta semana y volverá a la Cámara para terminar su trabajo legislativo.
Para la psicóloga de Corporación Humanas, Victoria Hurtado, es justamente aquello lo que no debe pasar: utilizar lo que se está haciendo en esta emergencia para proyectar legislaciones de largo plazo.
“Entendemos que esta es una situación de emergencia, pero en propuestas anteriores de este gobierno, esta administración y en la anterior con respecto a que las mujeres realicen el trabajo remunerado al interior del hogar, nos parece que es obviar la respuesta que como sociedad debemos dar a lo que es el trabajo doméstico y de cuidado, y que implican labores de corresponsabilidad y de que la sociedad en su conjunto vea que esas son labores fundamentales para el funcionamiento de nuestra sociedad”, indicó.
Y agregó que “esto no pueda dar pie a decir así podemos funcionar”.
En esa misma línea dijo que se debe dejar de naturalizar que las mujeres deban hacerse cargo del quehacer doméstico cuando es una realidad que debe cambiar. “No me cabe duda de que al interior de la familia está más establecido, casi tiene mayor legitimidad, decir no molesten al papá está trabajando que no molesten a la mamá que está trabajando”, cuestionó.
Además, Victoria Hurtado, quien también es subdirectora de Corporación Humanas, explicó que es esencial entender tanto desde el rol de empleador como de empleado que la producción será menor, y que por ello no puede haber sobre exigencias que generen mayor tensión de la que ya produce la pandemia en sí misma.
“Va haber menor rendimiento productivo, eso es inevitable, y por lo tanto el cómo cada una se organiza al interior de su hogar para darse ese espacio de ocio y, además, espacio de interacción con el resto de su familia es clave, eso tambien debe estar en la jornada. Tratemos de ordenarnos, decir cuál es el espacio que si o si vamos a mantener para el trabajo remunerado, que sea un espacio acotado, no pueden ser las 8 horas laborales, imposible realizarlas al interior del hogar con esa rigurosidad. Junto a ello hay que permitir mantener un ambiente de cierta tranquilidad al interior del hogar”, sugirió la psicóloga.
No olvidar la violencia
Por otra parte, desde la Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres, han querido destacar, durante los últimos días, que la emergencia sanitaria no solo pone en posición de vulnerabilidad a las mujeres por tener empleos precarios, o por tener que responder a varios roles con el trabajo y la maternidad, sino también porque en muchos casos el aislamiento social puede significar exponerse a la violencia.
“Nosotras creemos que es muy importante relevar qué significa eso para mujeres y niñas, porque muchas veces los hogares, las casas, son precisamente los lugares más peligrosos para mujeres y niñas y tenemos cifras de violencia intrafamiliar que dan cuenta de ello”, explicó Yoselin Fernández.
“Nos interesa emplazar al Ejecutivo, particularmente al Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, y también a todas las instituciones encargadas de velar por el bienestar de las mujeres específicamente, a que establezcan medidas preventivas respecto de violencia intrafamiliar, porque nosotras sabemos que las mujeres muchas veces tienen que convivir en sus hogares con maltrato. Además, las cifras de violencia en países que han estado en periodos largos de cuarentena, como lo que hemos podido recabar de China y Europa, nos dicen que la violencia intrafamiliar ha aumentado en este contexto”, complementó.
Ante todas estas situaciones, parece esencial que la emergencia por COVID-19 no solo incluya tomar medidas en el área sanitaria, sino también establecer políticas públicas que consideren otro tipo de situaciones y problemas que se puedan generar en la contención de la emergencia y con el aislamiento social.