Coronavirus: el plan básico

  • 24-03-2020

Asistimos a un nuevo e interesante debate por la prensa, a propósito de la llegada de nuestro invitado de piedra, el Coronavirus. Sin embargo, el debate podría llevarnos a engaño si no aclaramos apenas un par de cosas.

En primer lugar, no hay un versus entre catástrofe sanitaria y catástrofe económica. No es que por atender a una se descuide la otra. La verdad es que estas dos catástrofes van de la mano y mientras más de una, más de la otra y al revés, mientras menos de una, menos de la otra. Visto así, ya estamos en un escenario que nos permite facilitar la generación de buenos frutos en el debate. Todos queremos menos desastre sanitario, menos infección, menos muerte y, por otra parte, todos queremos que la situación afecte lo menos posible la economía y los presupuestos de las familias. Y ambas cosas se mueven en la misma dirección, así es que nos ponemos a trabajar todos en mitigar estos dos aspectos, lo que resulta perfectamente posible.

En segundo lugar, decir que resuelto el asunto del hipotético dilema que no existe, lo que sí existe y existe todo el tiempo, es el momento óptimo para tomar decisiones sobre las materias en cuestión, pues si lo hacemos antes de tiempo o después de tiempo, los resultados sanitarios y económicos podrían ser peores que los que tenderíamos si lo hacemos en el mejor momento. Y esto es un asunto que está presente en el día a día de la crisis y es a esto a lo que se refieren finalmente los actores cuando reclaman por alguna medida que consideran urgente y necesario implementar o, por el contrario, cuando consideran que su implementación inmediata es innecesaria. Es decir, el viejo problema económico del momento óptimo aplicado también a la salud pública. El problema agregado es que tales decisiones a tomar se despliegan en un ambiente de mucha intranquilidad.

Entonces, es muy importante hacer conciencia de lo que aquí se expone, pues lo que no podemos hacer es trasladar a la pandemia el conflicto de la Plaza Italia, que más allá de su legitimidad se desenvuelve en buena medida en la arena política. Este problema de salud pública no debería dividirnos, sino por el contrario, unirnos en una perspectiva colectiva y solidaria, pues de lo contrario no lograremos salir adelante. La polarización en el combate al Coronavirus, con la carga de angustia y ansiedad agregadas sobre toda la comunidad, podría conducir a que terminemos odiándonos y matándonos entre nosotros. Como dice uno de los tantos memes que circulan, distanciamiento físico pero aglutinamiento solidario y verdadera recuperación de la responsabilidad individual por el interés colectivo. No es el momento de seguir sacando cuentas políticas.

Este no es un llamado a esterilizar nuestra opinión. Podemos ser críticos de lo obrado por quienes están a cargo o con aquellos a quienes cabe responsabilidad principal y también secundaria en el devenir de los hechos, en todas las esferas e instituciones de la sociedad, primero la autoridad sanitaria, única, grande y nuestra y luego gremios, academia, comisiones de expertos y gobernantes comunales, pero hagámoslo de tal modo que el resultado de lo mismo no ponga el barco a la deriva y no abandonemos la intencionalidad constructiva y de colaboración. No hay otro modo de salir adelante.

El autor es Médico-Cirujano. Ph.D. Profesor Asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile. Adscrito al Programa de Políticas y Gestión de la Escuela de Salud Pública.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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