Las luchas sexuales también son de clase

  • 17-05-2020

Con la actual crisis sanitaria hemos visto las contradicciones sociales reventar y los antagonismos agudizarse. Mientras unos salen a jugar golf a las plazas y se ríen entre ellos diciendo que “los tuertos de la Revuelta de Octubre son puros tongos de los rojos”, muchos de quienes vivimos del trabajo propio debemos hacerlo con los pocos ahorros que nos da el seguro de cesantía –si es que tenemos–, pero quienes somos parte de la comunidad LGBTIQ+ vivimos la discriminación en forma estructural, en todo nivel y peor en los tiempos del COVID-19, porque como dijo nuestro querido Pedro Lemebel “ser pobre y maricón es peor”.

Según el último Informe Anual de DD. HH. del Movilh, entre 2019 y el año anterior hubo un incremento del 58% en los casos sobre discriminación contra la comunidad LGBTIQ+. La discriminación más básica es al buscar trabajo, porque en un Chile homo-lesbo-transfóbico, nos cuesta particularmente más encontrarlo y cuando encontramos generalmente es precario. El mismo estudio del Movilh revela que en 2019 hubo un 157% más denuncias que el 2018 por casos de discriminación laboral, principalmente exclusión, contra personas de la comunidad LGBTIQ+.

El problema de acceso al trabajo tiene como consecuencia gravosos menoscabos en el acceso a otros derechos fundamentales como alimentación, vivienda, educación y especialmente salud, porque el sistema de salud que tenemos es tan deplorable, que en más de tres décadas no ha podido ponerle atajo a la pandemia tabú del VIH/Sida. El último reporte mundial del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre VIH/Sida reveló que, mientras a nivel mundial los nuevos reportes sobre esta pandemia disminuyen, entre 2010 y 2018 en Chile hubo un aumento de los casos de VIH+ en un 35% y las muertes relacionadas con el SIDA aumentaron en un 34%, poniéndonos entre las más altas cifras de Latinoamérica.

La pandemia del VIH/Sida, aquella que en el pasado diezmó a nuestra comunidad, aún está vigente, sin embargo, el no reconocimiento de nuestras identidades diversas y disidentes, además de discriminación, es un problema de derechos civiles que nos afecta aún peor.

Cuando me refiero al no reconocimiento de nuestro derecho a la identidad, no hablo solamente del nombre de las personas trans, sino que también de nuestras apariencias, nuestra forma de vestir, el modo en que hablamos y la manera en que concebimos los afectos y el placer. Resulta increíble pensar que esta clase de discriminación totalmente injustificada está muy presente en nuestra comunidad, no solamente porque somos víctimas de ella, sino porque también la ejercemos contra nuestros pares, algunos haciendo uso de sus privilegios otorgados por esta sociedad heteronormada y además capitalista.

Es por lo anterior que quiero traer a colación una cuña muy polémica que dijo años atrás –en 2016– Víctor Hugo Robles (reconocido periodista y activista gay nacional, también conocido como El Che de los Gays). Él dijo que “La primera lucha es siempre la de clases, las sexuales vienen después y en general le encuentro razón con que la primera lucha es siempre la de clases.

Mientras en esta sociedad capitalista somos usados como maquillaje de transformación social, la comunidad LGBTIQ+ es una de las más precarizadas y la actual crisis sanitaria nos golpea fuerte, poniendo aún más en evidencia la discriminación en nuestra contra y extremando la precariedad que vivimos muchos. Pero mientras algunos quieren vivir en su «barrio propio con un supermercado gay, con un perrito gay, un lorito gay», como dijo satíricamente Víctor Hugo, lo que realmente queremos los que vivimos la falta de oportunidades y la precariedad a la que nos empuja la discriminación, es reconocimiento y respeto de nuestras otredades.

En un nuevo Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, hago un llamado a todos a que denunciemos la discriminación y a quienes no dudan en valerse de ella para obtener ventaja o deshacerse de nosotros; llamo a que formemos redes de apoyo, que nos hagamos visibles, nos organicemos y luchemos en cada pequeña o gran acción contra la sociedad capitalista y neoliberal, teniendo presente que las luchas sexuales no vienen después, sino que también son luchas de clase.

El autor es miembro de la Corporación Chilena de Prevención del SIDA (ACCIONGAY) y de ONG CERES Política Social. Refundador y consejero nacional Comisión Chilena Pro-Derechos Juveniles (CODEJU). Activista en Derechos Humanos y Diversidad Sexual.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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