Como Consuelo de Tontos

  • 29-05-2020

El Covid es muy peligroso, no tanto por su letalidad, como por la dificultad de rastrearlo y su  alta propagación, -siendo , efectivamente, letal en los grupos de riesgo sobre 50 años-. Los síntomas se manifiestan días o semanas luego de contagiadas las personas y aún estamos en fase de reconocer los síntomas propios del virus. Por tanto, los portadores pasan días contagiando sus redes sin saberlo.

Desde un inicio, la OMS dio a los gobiernos dos recomendaciones claves para enfrentar la pandemia: test masivos y cuarentena obligatoria. ¿Para qué test masivos? Para que los gobiernos tengan la trazabilidad de contagiados y los antecedentes clínicos de las personas contagiadas para ir aplicando distintas políticas públicas a niveles estatales y de las instituciones de cooperación internacional. ¿Para qué cuarentena? el SAR-COV 2, desde que se propagó en China, no tiene tratamiento para su cura, el mundo científico aún está en fase de investigación de la vacuna, eso significa que a la fecha la única manera de controlar la propagación del virus es a través del confinamiento.

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Alonso Rojas

¿Cómo evaluamos si el gobierno ha enfrentado bien o mal la pandemia? Las evaluaciones de la implementación de una política pública no son un mero análisis de las decisiones estrictamente “científicas” o “prácticas-pragmáticas”, sobre todo a la hora de enfrentar una crisis sanitaria con altos niveles de costos económicos. Por tanto, debemos pensar, al menos, dos dimensiones:la eficiencia y eficacia de las decisiones sanitarias tomadas. Desde la declaración del estado de catástrofe durante la tercera semana de marzo, el decreto de confinamientos parciales en el país y políticas como la protección de empleo, crédito Fogape y el Ingreso Familiar de Emergencia. Y la capacidad del gobierno de conectar con el sentido común mayoritario de la ciudadanía, la construcción del imaginario de protección, certeza y seguridad que debiera emanar desde quién gobierna.

Durante mayo, con cerca de 500 test diarios, hemos superado los 60.000 contagiados y nos acercamos a tranco rápido a las mil personas fallecidas.. Lo anterior deja en evidencia que la mera realización de los test no combate el contagio. Sin embargo, las políticas masivas de confinamiento por primera vez se aplican con mayor rigurosidad desde el día viernes 15 de mayo, al decretarse la cuarentena en todo el Gran Santiago.

Así una conclusión obvia es que a mayor número de test realizados, la tasa de población contagiada aumentará proporcionalmente. Sin embargo, salta una duda razonable ¿Cuál es la prioridad? ¿Señalar que Chile realiza la mayor cantidad de test o reducir la población contagiada? Porque en resumen lo que hace día a día el gobierno el gobierno en sus informes diarios es decir: “esto va de mal en peor, pero hay otros peor que nosotros porque hacen menos test y tienen menos población fallecida”. Mal de muchos, consuelo de tontos.

Sin embargo este relato no ha generado confianza hacia el gobierno, sino que abunda la gran incredulidad e incertidumbre sobre los datos de contagios o fallecidos , porque la desconfianza oscila entre la grandilocuencia fanfarrona del ministro de Salud y el discurso contradictorio del propio Presidente Sebastián Piñera, que se grafica en sus dichos del 18 de marzo donde señaló que estábamos mejor preparados que Italia y que dos meses después, el 17 de mayo, quedaron en nada cuando reconoce que  “no lo vimos venir, nadie está preparado”.
Si se hubiesen seguido las recomendaciones de la OMS para enfrentar la pandemia y cuidar a la población, la realidad chilena de hoy sería otra, ya que la crisis hoy no solo es sanitaria sino que es económica y social. Y por ello se debe insistir en llevar adelante medidas que hagan de verdad frente a este escenario.

Primero, es urgente transparentar y compartir la información existente, para que laboratorios, universidades y organizaciones de la sociedad civil puedan colaborar en la formulación de propuestas que vayan en beneficio y protección de la gente. La unidad ante la crisis no se exige, se construye.

Segundo, el gobierno debe otorgar las condiciones básicas que permitan a las personas realizar una cuarentena rigurosa entregando una renta básica de emergencia de 500 mil pesos mensuales a las familias pertenecientes al 70% más vulnerable de la población, para asegurar su subsistencia sin salir de casa por los meses que se extienda la cuarentena.

Tercero, redistribuir los recursos del Estado y destinar inversión en operativizar los testeos masivos y seguimientos de infectados. Jamás podremos tomar buenas decisiones ni medidas efectivas si no tenemos nociones del avance demográfico y territorial del virus.

Por último, reactivar la economía nacional y local, entregando recursos para la subsistencia de pequeñas y medianas empresas, desconcentrando la oferta de productos y servicios, y así disminuir la dependencia existente en nuestra economía, que es finalmente, la que termina arrastrando a todos al abismo que generan unos pocos.

No se puede ser espectador de un mal gobierno, la tarea es construir una articulación con la ciudadanía para impulsar las medidas necesarias para protegernos de la pandemia y de la crisis económica, que obligue al gobierno a que la prioridad sea la gente y no los súper ricos. Dejar de quedarnos en el “mal de muchos” y pasar al beneficio de todas y todos.

 

Karina Oliva, directora ejecutiva Fundación Chile Movilizado

Alonso Rojas, coordinador área Ecología Política Fundación Chile Movilizado

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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