Argentina: huyen multinacionales y crece la demanda por instalarse en Brasil y Uruguay

Además de las empresas internacionales que salen de la Argentina, cientos de pequeñas y medianas empresas locales están considerando la posibilidad de llevar parte de la producción al Brasil y al Uruguay debido a la situación económica.
  • RFI
  • 25-09-2020

Además de las empresas internacionales que salen de la Argentina, cientos de pequeñas y medianas empresas locales están considerando la posibilidad de llevar parte de la producción al Brasil y al Uruguay debido a la situación económica.

Decenas de multinacionales han abandonado sus operaciones en Argentina o han reducido su estructura a un mínimo operacional. El fenómeno no se limita a las grandes empresas de capital extranjero. Cientos de pequeñas y medianas empresas están estudiando la posibilidad de hacer de Brasil y Uruguay su base de producción.

Detrás del movimiento, los analistas identifican medidas arbitrarias e intervencionistas del gobierno argentino que aumentan el riesgo para las empresas, afectan el clima de negocios y ahuyentan la inversión.

La lista de multinacionales regionales y mundiales que deciden abandonar la Argentina o reducir su exposición aumenta cada día. Son aerolíneas, grandes tiendas minoristas, supermercados, empresas de autopartes, laboratorios y grandes marcas conocidas.

Los casos más emblemáticos son la aerolínea chileno-brasileña Latam y la cadena de grandes almacenes chilena Falabella, pero la lista incluye las aerolíneas noruegas, de Qatar, Emiratos y Air New Zeland.

Empresas francesas como el laboratorio Pierre Fabre y la empresa de autopartes Saint-Gobain Sekurit también han salido. El alemán Basf llevó a Brasil su línea de pinturas para automóviles y el farmacéutico también alemán Gerresheime decidió dejar el país. También hay marcas textiles emblemáticas como Nike, Wrangler y Lee. Las autopartes estadounidense Axalta y las energéticas Raizen Gas y GE Energy abandonaron el mercado argentino.

Según un estudio de First Capital, la lista abarca 28 multinacionales en los últimos seis meses. Desde que el actual gobierno argentino ganó las elecciones hace un año, 50 empresas han seguido el mismo camino. Otras 20 empresas están evaluando si están en venta.

Las pequeñas y medianas empresas argentinas se dirigen a Brasil y Uruguay

Aunque no tienen la visibilidad de las multinacionales, el fenómeno de la fuga también abarca a las empresas argentinas, especialmente las pequeñas y medianas.

“Desde que el gobierno anunció el endurecimiento de los controles de cambio hace 10 días, las consultas con las pequeñas y medianas empresas han aumentado exponencialmente. A menudo son empresas familiares, pero también hay algunas grandes”, dijo a RFI Gustavo Segré, socio de la consultora CenterGroup en Brasil.

“Antes recibíamos una consulta por día de los argentinos interesados en tener la residencia brasileña y tres consultas por semana de los interesados en iniciar empresas en Brasil. Ahora, las consultas diarias para la residencia se han multiplicado por diez y las consultas para las empresas por cinco. No nos estamos dando abasto”, ilustra Segré.

El consultor argentino explica que son personas que quieren abrir una puerta en Brasil en caso de que la situación económica en Argentina se complique aún más.

“El plan B de los interesados es Brasil en caso de que tengan que salir del país para que la empresa sobreviva. Argentina no les da seguridad en medio de tantas medidas arbitrarias, intervencionistas y anti-mercado”, dice.

Segré ve dos tipos de situación: las grandes empresas que ya están en ambos países y que priorizan la parte brasileña, reduciendo la parte argentina al mínimo necesario. La otra situación es la de las empresas argentinas que quieren abrir su propio canal comercial en el Brasil, desde donde pueden operar sin restricciones ni controles como ocurre en la Argentina.

“Siguen fabricando en Argentina, pero quieren poner un pie en Brasil para eventualmente abrir una industria en el futuro”, dice.

El consultor Marcelo Elizondo ha asesorado a empresas argentinas interesadas en ir al Uruguay.

“Tengo clientes que están evaluando para diversificar su sede de negocios. No quieren dejar la Argentina, pero empiezan a desarrollar nuevos proyectos fuera, especialmente en Uruguay”, describe Elizondo a RFI.

Ante la avalancha de empresas argentinas interesadas en cruzar el Río de la Plata hacia Uruguay, se le acercaron cuatro consultores uruguayos para cerrar una alianza.

“Me he asociado con una consultora que ha recibido entre 80 y 100 consultas diarias de empresas argentinas e incluso de profesionales que quieren instalarse en Uruguay”, dijo Elizondo.

“Nadie sabe si habrá un terremoto económico en Argentina, pero las posibilidades son cada vez mayores. Las condiciones son más delicadas cada día”, dice.

Según los expertos, las empresas argentinas buscan un horizonte de inversión, crecimiento y rentabilidad. Quieren libertad económica en lugar de restricciones de capital y controles de intercambio que ahogan los negocios. Buscan la previsibilidad ante la constante devaluación del peso argentino y la alta inflación que erosiona las ganancias. Y buscan seguridad jurídica: reglas claras y estables.

“En Argentina, el poder político prevalece sobre el derecho y la política sobre las instituciones”, se lamenta Elizondo.

Medidas que ahuyentan a los inversores

Las empresas han sufrido cada vez más las restricciones monetarias. El gobierno ha tomado medidas intervencionistas como la congelación de los precios y tarifas incluso cuando la inflación es superior al 40% anual.

Desde el 20 de marzo, la Argentina ha experimentado la cuarentena más larga del mundo, sin un horizonte de hasta cuándo puede durar. Durante este período, las empresas tienen prohibido despedir sin causa justificada y, si renuncian, deben pagar una doble indemnización. El resultado es que muchos prefieren cerrar sus puertas.

Más de 30.000 tiendas y empresas han quebrado, según la Cámara Argentina de Comercio. Incluso cuando las empresas se asfixian, el gobierno está considerando aumentar los impuestos.

Hace diez días, el Banco Central anunció que las empresas con deudas en el exterior por más de un millón de dólares tendrán que reestructurar el 60 por ciento de sus deudas con sus acreedores. Sólo tendrán acceso a los dólares del Banco Central para pagar el 40 por ciento restante.

La agencia de calificación Moody’s acaba de advertir del riesgo de impago de las empresas argentinas.

Restricciones y controles

El dólar, la reserva de valor y el termómetro con el que los argentinos evalúan la salud de la economía, es escaso en el país. Las reservas del Banco Central de Argentina ascienden a 42.000 millones de dólares, pero de esa cantidad, el mercado dispone de unos irrisorios 2.500 millones de dólares.

La Argentina tuvo la peor crisis económica de su historia en el segundo trimestre. El producto interno bruto se redujo un 19,1%. La caída de Argentina es aún más profunda porque ocurre en forma recesiva. El país ha alternado la recesión y el estancamiento durante nueve años.

La previsión para el año es una caída del 12,5% del PIB. La economía per cápita será equivalente a finales de año a la de 1973, lo que hará que el país vuelva al nivel de hace 47 años.

Como el país no tiene acceso al crédito, el déficit fiscal, alrededor del 10%, ha sido financiado por la emisión monetaria sin apoyo. Una peligrosa aceleración de la inflación está en el horizonte. Algunos analistas incluso advierten del riesgo de hiperinflación.

“El temor es de una ‘Venezuelización’ de la economía argentina. Hay una alta posibilidad de inflación e incluso de hiperinflación. No hay dólares y no saben de dónde saldrá el dinero para cubrir el gasto público que no parece disminuir”, advierte el consultor y analista internacional Gustavo Segré.

El presupuesto de 2021, en el que pocos creen, prevé un déficit fiscal del 4,5% del PIB, financiado en un 60% por la emisión monetaria.

“La emisión monetaria representa el 65% de los impuestos que el Estado recauda. El gobierno no está pensando en reducir el fenomenal déficit fiscal. Y financian el déficit con el problema. Se dirigen hacia un problema de hiperinflación”, advierte el economista Roberto Cachanosky.





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