Gigi Caciuleanu: "Como artistas no debemos bajar los brazos, aunque bailemos en una pantalla"

Este sábado 17 de octubre, el destacado bailarín y coreógrafo rumano-francés protagonizará una conversación vía Zoom en la que se referirá a su trabajo creativo en torno a la danza. “La gente piensa que sólo tenemos que tener talento, pero eso no basta”, adelanta el también ex director del BANCH.

Este sábado 17 de octubre, el destacado bailarín y coreógrafo rumano-francés protagonizará una conversación vía Zoom en la que se referirá a su trabajo creativo en torno a la danza. “La gente piensa que sólo tenemos que tener talento, pero eso no basta”, adelanta el también ex director del BANCH.

No han sido tiempos fáciles para las artes. Eso bien lo sabe el coreógrafo  y bailarín rumano-francés Gigi Caciuleanu (73), quien por doce años estuvo a la cabeza del Ballet Nacional Chileno (Banch), liderando un proyecto artístico que fue al rescate de figuras como Pablo Neruda, Violeta Parra y Óscar Hahn, entre muchos otros. 

“Es una pena lo que está sucediendo”, dice el artista, quien volverá a encontrarse con el público chileno este sábado 17 de octubre a través de una conversación virtual organizada por el Teatro del Lago. 

En esta oportunidad, el bailarín se referirá a aquellos temas que le valieron tres premios APES y  un reconocimiento al Mejor coreógrafo internacional, galardón dado por el Círculo de Críticos de Arte de Chile en 2003.

“Para mi es importante decir que la danza no es sólo un arte loco. Es una ciencia loca y un arte exacto”, adelanta el artista. 

¿Cómo recuerda su paso por el Banch?  

Fui a Chile por un año, por una sola creación en el ’98. Después me quedé un año más y después me quedé como director artístico por amor. La primera vez que fui a Chile me encontré en una plaza pública donde había un festival de poesía. Ahí vi a un montón de personas escuchando, religiosamente, a los poetas y me dije: ése es mi país, porque para mí la danza es poesía. Me enamoré del alma poética de este país. Por eso me quedé, pero eso nunca me importó, porque estaba en el país de la poesía, la patria de la poesía. Bajo este signo fue mi estadía en el Banch: hablar de corazón a corazón. Con el tiempo, pienso que esa vibración poética, metafórica, fue la que me guió. 

Durante su dirección se realizó un trabajo vinculado a Los Jaivas, Isabel Aldunate y Violeta Parra, entre otros. ¿Por qué unir la danza a estas figuras de la cultura popular chilena?

Me gustó mucho no solamente la poesía, sino que la relación que los chilenos tienen con la poesía. Hice un homenaje a un poeta que amo mucho: Pablo Neruda. Entonces, las poesías de amor de Pablo Neruda me inspiraron muchísimo. También, me encantaron Los Jaivas. Encontré a Claudio Parra en un bar. Ahí me dio una valija entera con música de ellos y dije: cómo lo voy a hacer con toda esta maravilla. También encontré a un artista callejero, un mimo. Utilicé su voz para este espectáculo de Neruda. Las calles de Santiago vibran de arte. El Parque Forestal, por ejemplo. Hay artistas de alto nivel. 

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Muchas veces en nuestro país no se valoran, justamente, estas expresiones que están tan a la mano en la calle…

Es una lástima. Recuerdo a un ministro de cultura francés que veía mis inicios. Se sentaba en el piso. Así me dio la primera subvención. Pero él vino hacia nosotros. Ahora es lo contrario, debemos ir a los oficiales, a los ministros. Eso no funciona. El espíritu funcionario no funciona. Es muy gracioso decirlo, pero eso no funciona con el arte. Ese es el problema. 

Durante su estadía en el Banch también desarrolló la idea de “teatro coreográfico”. ¿De que se trata esta puesta en escena?

El teatro coreográfico es lo contrario del teatro-danza que utiliza los bailarines como actores. Yo hago lo contrario. Antes que todo, transformo al bailarín en actor y después, con esos actores nacidos, hago baile. Hago espectáculos en donde la puesta en escena está pensada. Es hacer algo más complejo. Por eso digo que las personas que están en la calle hacen teatro coreográfico: cantan, hacen malabarismo. Ellos están en esta coreografía fantástica que es la calle. La calle es un ballet a veces mejor al que he visto en mi vida. Bailar en el teatro coreográfico implica dar mucho mas al público, más que solamente un ballet.  Hay que dar al público alma, ganas de vivir, ganas de ser feliz, aprendiendo cosas, no solamente juzgando cosas. 

¿Cómo ese arte de la calle, que usted tanto aprecia, se ha instalado en los grandes escenarios? 

Es una paradoja. En la calle vi bailarines de hip hop que bailaban maravillosamente bien y después, en un teatro, el espectáculo no era el mismo, porque se metamorfosearon en artistas “burgueses”. Es muy difícil jugar entre la institucionalidad y la independencia. Cuando un artista es independiente, es maravilloso, es libre, pero es libre también de morir de hambre. Los que se adaptan a veces se adaptan mal. Pero pienso que vale la pena conocer esta fibra y si un artista realmente quiere decir cosas esenciales va a ser bueno en la calle y en un teatro más institucional. Es un juego terrible, porque un artista no debe vender su honestidad, su sinceridad, su originalidad. 

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¿Cómo ha visto el desarrollo de la danza en este contexto de encierro? 

El gran vencedor de la pandemia fue la pantalla. El pequeño rectángulo de nuestros teléfonos, de las tele, de la computadora. La danza tiene muchas más dimensiones y ahora debe adaptarse a estas dos dimensiones. Pero, vuelvo a la idea de la poesía. Pienso que la poesía es la calle para llegar, porque la poesía está escrita en una  página, en dos dimensiones y siempre ha llegado al corazón de la gente. Como artistas no debemos bajar los brazos, aunque bailemos en una pantalla, porque el que mira la pantalla también es un incentivo. La pantalla es un intermedio, un pasaje de un corazón a otro, de una mente a otra. La danza nos mantiene con salud y el espectáculo vivo nos mantiene también vivos, porque esta superestructura, como dicen los marxistas, es tan importante como la estructura misma y sin las vibraciones del corazón no podemos llegar a la salud corporal. 

¿Qué le interesa destacar en esta conversación qué tendrá junto al Teatro del Lago? 

La gente piensa que sólo tenemos que tener talento, pero eso no basta. Debes tener conocimiento, mucha alma, amor para los demás. Un artista se muestra desnudo ante el escenario, entonces, necesita tener mucho material de conocimiento de poesía, de arte, en general, de ciencia. Sería muy interesante que los bailarines aprendan la fluidez de la materia, como lava volcánica, la mecánica de los ruidos es esencial. Lo que voy a decir, en esta oportunidad, no es solo dar una clase de movimiento, sino hablar de los principios del movimiento. Los principios que me guían a mi y que no son regla para los demás. Nada que ver. Lo que es importante es cómo un artista se presenta frente a otros artistas y frente a su público para lo pueda entender y , finalmente, por qué no, amar. 

Imagen principal: Matei Buta Copie.




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