Hace días estábamos conmemorando el Día Nacional Contra El Femicidio. Para ese día se registraban 56 femicidios en nuestro país según la fundación Miles que lleva el registro de los lamentables sucesos.
La realidad muestra que a las mujeres año a año en Chile las están matando por el hecho de ser mujeres. La cifra de femicidios en Chile no ha bajado de 50 desde el 2012 y en ocasiones ha superado los 60, llegando a un peak durante el 2017 de 69.
Este año, y faltando días para finalizar el 2020, la cifra dada el 19 de diciembre pasado ha sido actualizada. Durante los días de las fiestas navideñas se sumaron 2 nuevos. Primero, el caso en la Florida de María Isabel Pavez, quien habría sido asesinada por su ex, Igor González, el que se encuentra fugado luego de que la PDI encontrará el cuerpo de la joven en su departamento.
Segundo, el de una mujer en el sector de Miraflores en Viña del Mar, quien en plena navidad fue apuñalada por su pareja, quien posteriormente quemó el domicilio Lo que agrava la situación es que ella había denunciado a su agresor, el que tenía una orden de alejamiento hacia la víctima y que no respetó.
Ese es el principal motivo de fracaso del Estado para erradicar la violencia de género: actuar de manera reaccionaria y promover la denuncia, la que no solamente es un peligro para la mujer por la nula perspectiva de género o sentido de urgencia que tiene Carabineros para tomar estos casos, sino porque la medida, que suele ser nada o una orden de alejamiento — al no comprometer la protección de la denunciante—, genera una situación de doble vulnerabilidad y violencia, que muchas veces termina con el hombre violando la orden y asesinando a la mujer.
La política pública debe orientarse en la prevención y aquello requiere: avanzar a una sociedad que sea educada para tal, desde las instituciones a los ciudadanos. Pensar la ciudad con Lentes de Mujer, desde la forma en que están construidas las casas, las calles, el alumbrado público y el transportes. La necesidad de abrir espacios laborales, sociales y políticos que permitan a la mujer desempeñarse desde lo profesional y personal para no depender ni económica ni socialmente de un hombre, debemos romper con esa subordinación histórica que ha fomentado el patriarcado y que el neoliberalismo ha fortalecido.
Por último, para que denunciar sea eficiente se debe pensar en una policía formada para entender y empatizar con estos casos, pero sobre todo, con un sistema judicial que trabaje en conjunto con el Ministerio de la Mujer y sus Seremis, para que al momento de hacer la denuncia se haga un acompañamiento a la víctima, tanto físico, material y psicológico, para eso es necesario aumentar las casas de a acogida de la Mujer. Debe hacerse lo mismo con el victimario, el Estado no puede desligarse de quien comete estos actos, debe reeducarlo y hacer un acompañamiento psicológico que evite que vuelva a cometer la violencia contra la mujer, ya sea con la misma u otra.
De no hacer aquello, será imposible erradicar la violencia, puesto que significa seguir tropezando con el fracaso de la perspectiva reaccionaria y punitivista que nos seguirá llevando al abandono de mujeres y, por ende, a más femicidios a futuro, puesto que hoy para nosotras denunciar no es garantía de nada. Hoy tenemos la posibilidad de materializar esta urgente necesidad de cambio de paradigma en la política pública que aborda violencia intrafamiliar y violencia contra la mujer, considerando el proceso Constituyente, el cual debiese finalizar con un texto que considere la perspectiva de género y que haga viable la implementación de leyes y normativas que contengan esta mirada. La nueva Constitución debe ser facilitadora de las transformaciones que nuestra sociedad y las mujeres demandamos, y terminar para siempre con ser la piedra de tope que ampara la inequidad y abandono en que hoy nos encontramos.