Nuestro país está enfrentando una de las más graves crisis de las últimas décadas. A la crisis social y política que quedó en evidencia con el estallido social del 18 de octubre de 2019, se sumó en 2020 una crisis sanitaria que ha tenido grandes consecuencias sociales y económicas y, peor aún, que ha costado al país ya varios miles de vidas. En el caso de la crisis sanitaria generada por la pandemia, lamentablemente, y pese a todas las medidas que se han ensayado para hacerle frente, estas han tenido una efectividad limitada. Recién el anuncio de la llegada de las primeras vacunas ha encendido una pequeña luz de esperanza, que es hasta ahora demasiado tenue como para iluminar el camino que tenemos por delante.
En las últimas semanas, se han hecho públicas posibles soluciones, en la forma de vacunas que, si se distribuyen apropiada y rápidamente, protegerán gradualmente al conjunto de la población. Existen actualmente 3 vacunas aprobadas por autoridades de salud pública de varios países. Una de ellas es la vacuna recientemente llegada a Chile, que requiere condiciones extremas para su almacenamiento (70 grados bajo cero), lo que hace muy compleja las tareas logísticas necesarias para una correcta, rápida y segura distribución de la vacuna a nivel nacional. Una segunda opción de vacuna, que se ha probado a nivel internacional cuesta el doble de la que ha llegado a Chile. La tercera vacuna, desarrollada por la Universidad de Oxford, cuesta un quinto del valor de la primera y no requiere condiciones de refrigeración extremas, pudiendo almacenarse en refrigeradores normales, lo que facilita y hace menos costoso su traslado, lo que permitiría la vacunación de una gran cantidad de personas de manera rápida una vez que las dosis se encuentren en territorio nacional.
Enfrentar el desafío de vacunar a la población de nuestro país es una tarea nacional que requiere, en primer lugar, un esfuerzo estatal de conducción y coordinación sin precedentes, pero que no depende solo de nuestras habilidades locales para gestionar el desafío. Como país estamos sujetos a la disponibilidad de vacunas en mercados internacionales y a consideraciones logísticas que hacen prever un lento arribo de las vacunas, lo que augura un proceso que se extenderá por mucho más tiempo que lo que sería razonable y necesario esperar, con el consecuente aumento en pérdida de vidas y el sufrimiento de miles de familias, además de aumentar el alto costo social y económico que ha significado esta crisis.
Hasta ahora no hemos enfrentado este desafío sanitario con una mirada estratégica de largo plazo y de país. Es altamente probable que el actual virus no sea el último que llegue a nuestro territorio, aumentando los costos humanos y económicos que ya hemos experimentado. A pesar de esto, podemos constatar que la ausencia de una mirada estratégica de largo plazo ha negado la posibilidad de construir o recuperar capacidades en Chile que nos permitan enfrentar de mejor manera futuras crisis de esta naturaleza. Lo que hemos visto es una estrategia cortoplacista y la entrega absoluta de los destinos del país al mercado internacional, que se manifestó primero en la compra desesperada de ventiladores mecánicos y ahora la compra de vacunas, en ambos casos en el mercado internacional.
Nos parece urgente revertir esta situación. Como país no podemos permitirnos mantener esta falta de capacidades estratégicas. Es por esto que consideramos vital que el Gobierno establezca -cuanto antes- una política y genere las condiciones para recuperar la capacidad que Chile tuvo de producir estas y otras vacunas que se necesitarán a futuro para proteger a los y las habitantes de Chile de estos flagelos. Nuestro país cuenta con los y las profesionales, los conocimientos, la infraestructura y la tradición científica para ser exitosos en este histórico desafío. Como país nos asiste el deber ético de transitar de manera urgente desde la estrategia cortoplacista de obtención de vacunas en el mercado internacional hacia una estrategia de construcción y recuperación de capacidades locales para la fabricación de vacunas a nivel local. Para estos efectos, las autoridades deben contactar a quienes han desarrollado la vacuna menos costosa y con menos requerimientos para almacenamiento y traslado, para discutir cómo el país puede comenzar a producir dicha vacuna en territorio nacional. Como país no podemos esperar uno o dos años para ser vacunados.
Álvaro Barrera, médico
Willy Kracht, ingeniero químico
Plataforma Socialista