“La Iglesia no tiene potestad para impartir bendiciones a las uniones de personas del mismo sexo, por lo tanto, no pueden considerarse lícitas”. De esa forma la Congregación para la Doctrina de la Fe, dio respuesta a una solicitud de pronunciamiento presentado ante ellos luego que en países como Estados Unidos y Alemania algunas parroquias y sacerdotes católicos bendijeran uniones de personas del mismo sexo.
Según la Congregación, el matrimonio es “un sagrado sacramento” y “corresponde a la unión entre un hombre y una mujer como parte del plan de Dios para la creación de vida”.
“No es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”, se lee en el texto.
Para analizar lo que ocurre al interior de la Iglesia Católica, nuestro medio conversó con la teóloga y académica de la Pontificia Universidad Católica, Claudia Leal, quien aseguró que pese a la declaración emitida hace algunos días, la posición de la Iglesia Católica en materia de diversidad sexual no está zanjado definitivamente.
“Este texto ha dejado un gusto amargo en muchísima gente, en pastorales de diversidad sexual que obviamente se lo toman como una nueva confirmación de una cierta predisposición incluso homofóbica. Hay profesores de teología que han dicho que esto es comprendido por sus estudiantes como un texto con sesgos homofóbicos, sin embargo, quiero hacer notar que hay muchas entradas a reflexionar:
La primera es que una declaración como esta nunca es a priori, es decir, cuando se emite un texto como este es en respuesta a ciertas situaciones, ciertos grupos de católicos y protagonistas de la vida eclesial que están actuando y, en este caso, sabemos que la Conferencia Episcopal alemana o al menos algunos de sus miembros ya estaban haciendo bendiciones. En Austria hay una agrupación numerosa de sacerdotes que está practicando esto y que en Estados Unidos hay un grupo importante de obispos que ha manifestado su disposición para acoger de manera más activa y profunda a la comunidad LGTBI”.
Consultada sobre el origen de las presiones y la actitud renuente ante la comunidad LGTBI que podrían haber forzado la emisión de esta declaración que contradice el comportamiento previo del Papa, quien ha señalado que debe acogerse a los miembros de esta comunidad y que incluso se ha mostrado partidario de las uniones civiles homosexuales, la teóloga aseguró que, desde la perspectiva de la teología, la moral social de la Iglesia Católica ha sido capaz de dialogar con las ciencias humanas del siglo XX y XXI, pero la moral sexual no lo ha hecho.
“Eso significa que a la moral sexual de la tradición cristiana le falta dar algunos pasos con la filosofía, la psicología, la sociología, incluso con la biología de las últimas décadas. Por otro lado, al interior de las instituciones siempre hay un núcleo que resguarda la interpretación de la ley y que tiende a luchar por una interpretación más excluyente. Lo que como católicos podemos exigir es que no solo se nos diga lo que se excluye, sino también lo que se incluye. No tengo duda que la sensibilidad actual de los católicos en el mundo experimenta un shock epistemológico al leer esto”.
“Además hay un último elemento que tiene que ver con una antropología un tanto taxidérmica de la declaración porque se expresa que el sacerdote puede bendecir a la persona, pero no a sus relaciones. Pero la antropología que cultivamos e incluso la antropología personalista de Juan Pablo II difícilmente va a hacer esas distinciones entre un ser humano y sus relaciones, porque éstas son constitutivas de lo que somos como personas. Lo importante es que el documento es un reflejo del diálogo fuerte y activo de la comunidad religiosa del que muchas conferencias episcopales son parte”, agregó.
En cuanto a la tarea de balancear la curia vaticana que debió asumir Francisco en su papado y cómo esta declaración podría significar que el actual Pontífice podría estar perdiendo la batalla de ideas en el Vaticano, Leal manifestó que duda que eso esté ocurriendo.
“Puede que mi interpretación parezca optimista, pero al mirar los ocho años del actual papado se puede ver que la característica fundamental que tiene Francisco es que no detiene artificialmente los debates y, en este caso, creo que la dinámica no será diferente. Será respetuoso de la expresión de las iglesias locales, de los obispos y cardenales”.
Respecto de la posición que tiene la Iglesia chilena en relación a este tema, la teóloga manifestó que al igual que en el mundo, en nuestro país existe diversidad interna.
“En Chile existe la Pastoral de la Diversidad Sexual (PADIS) hace mucho tiempo y al interior de ella también hay diversidad, pues no todos los católicos viven la fe de la misma manera ni experimentan los mismos deberes morales, por lo tanto no se puede transformar a los gays en una bandera, y por eso rescato la diversidad interna de esta pastoral. Ellos están llamados a dar cuenta de cómo experimentan y quieren vivir su fe, en ese sentido, el desafío más relevante no es si se aprueba una ley en el Congreso, sino reconocer la experiencia de fe de personas que han cultivado una vida sacramental y eclesial y que nos transmiten que Dios los creó así no como castigo, ni pecado, sino porque esta es la manera en que deben hacer su aporte al mundo y a la iglesia”.
Finalmente, la teóloga reiteró que una de las conclusiones importantes es que el debate en este ámbito no se encuentra cerrado al interior de la Iglesia.
“Este documento no tiene como interlocutor privilegiado al mundo LGTBI, sino a los sacerdotes y obispos que han manifestado estas posiciones de las que hablamos, porque no dice nada nuevo sobre la diversidad sexual”, concluyó.