El año 2020 y en el contexto del Día del Padre, la agencia Equifax estudió las características de este grupo de la población, con información proveniente de diversas fuentes públicas, configurando el perfil social y financiero de los padres en Chile, incorporando además información sobre las mujeres.
Según esta información, las mujeres mayores de 18 años, en su mayoría, ganan menos de $500 mil: 35% hasta $200 mil. Mientras, solo el 0,2% gana más de $2 millones.
Existen factores que inciden en esta realidad y que genera consecuencias para las mujeres y su participación laboral. La discriminación salarial entre hombres y mujeres ocurre de manera transversal en la sociedad, independientemente de los niveles de formación y calificación, aunque aumenta de manera considerable a medida que los cargos son más altos; de acuerdo a los datos de ONU Mujeres, el 54% de los puestos de coordinación son ocupados por mujeres, de los cuales sólo el 31% de ellas ocupan posiciones de dirección en las empresas, disminuyendo al 26% en cargos de presidencia y vicepresidencia.
Un factor preponderante son las cargas de los cuidados, altamente desequilibradas, recayendo principalmente en las familias y siendo realizadas de manera no remunerada mayoritariamente por las mujeres, impactando en la participación de las estas en el mercado laboral, expresado en condiciones laborales precarias, en los bajos salarios, falta de formalidad y escasa protección social o estabilidad de los empleos.
Actualmente en América Latina la pobreza femenina es mayor (113 mujeres pobres por cada 100 hombres). En los últimos años la pobreza se ha reducido de forma considerable, sin embargo, el índice de feminidad aumentó. Estudios de la CEPAL indican que la actual crisis que vivimos afectará más gravemente a las mujeres, ya que tienen una mayor participación en las actividades económicas más golpeadas y en sectores laborales más expuestos al contagio de COVID-19.
Como Instituto de la Mujer consideramos indispensable en el actual contexto, que al momento de implementar políticas públicas contemplen este aumento de pobreza, además de las brechas de género existentes y la profundización de las desigualdades.
Creemos que es imprescindible potenciar el fortalecimiento de políticas y servicios universales de cuidado, con participación del Estado, el sector privado, la sociedad civil y los hogares, con participación y corresponsabilidad de hombres y mujeres.
La autora es Encargada Área de Participación de las Mujeres, de la Fundación Instituto de la Mujer.