Pareciera que la inmensidad del desierto de Atacama nos invita a cultivar paciencia y perseverancia. Afecto también, todas quizás cualidades que fueron necesarias para no ceder a ninguna presión y avanzar sin tranzar, en esta búsqueda de mayor justicia social en una mejor “repartija” de los beneficios que nos entregan nuestros recursos naturales. Porque los ciudadanos ya no nos sentiremos más alejados de aquellos productos que son parte de nuestro patrimonio natural.
Esta épica en que se ha transformado el proyecto de Royalty Minero, va más allá de la recaudación a la que aspiramos, y más bien responde a una lucha que no se ha detenido en Chile, particularmente en ese “Norte Rebelde” del que provengo, y que ha levantado el puño por más de un siglo, moviendo fronteras, reivindicando el valor del ser humano y del trabajo; y que en el Parlamento hoy logró construir mayorías democráticas pintadas de todos los colores políticos.
Porque los fantasmas de las corporaciones mineras ya no nos asustan. Porque allá en Calama, en Tocopilla, en Antofagasta y en Mejillones, nos han dicho por muchas décadas que no es el momento, que no es el tiempo, que ahuyentaremos a las compañías, que somos irresponsables y un cuánto hay de calificativos que solo buscan amedrentar. Porque ni el Estado, ni las grandes compañías han demostrado responsabilidad social ni generosidad de “recaudar y distribuir mejor”. Pues bien, nosotros creemos que ha llegado el momento.
Nuestro modesto y razonable Royalty comprende una compensación a favor del Estado por la explotación del cobre y del litio equivalente al 3% del valor de las ventas de los minerales extraídos. Además, de un pequeño porcentaje cuando el precio del cobre supere los dos dólares la libra, que va desde un 15% hasta un 75%, cuando el cobre supere los cuatro dólares la libra, pero solo de aquellos adicionales. Asimismo, y en lo que mueve a este proyecto, establecimos una distribución de estos recursos con énfasis en las comunas y regiones mineras, que recibirían como base un 50% de los ingresos.
Pero claro, los jerarcas y representantes de estas compañías mineras y gobiernos de turno, aparecen hoy con una festival de cifras para decirnos que somos unos mal agradecidos, que la industria minera ha “chorreado” excesivos impuestos para beneficio nacional. ¡Cuánta soberbia!, pero eso se acabó. Hoy sencillamente aspiramos a un trato digno, justo y conversado. El capital ya no estará más sobre “el resto”, ni sobre “la soberanía ciudadana”.
El Royalty Minero establece un derecho, palabra ajena a los dioses de siempre, por fin el primer derecho de relevar a otro status nuestros recursos naturales, pues esta vez, hemos partido sintiéndonos propietarios de una roca que, hasta ayer, solo veíamos pasar en los interminables carros de trenes.
A cincuenta años de la dignidad nacional, hoy “Desde el Norte Chileno, llega el Royalty Minero”, …(pero ojo) para empezar.
Esteban Velásquez Núñez
Diputado por la Región de Antofagasta
Federación Regionalista Verde Social – FRVS