Miguel Ángel Aguilera es el síntoma, no la enfermedad

  • 27-07-2021

Con la formalización del exalcalde de San Ramón, Miguel Ángel Aguilera, termina una época. Luego de muchos años como concejal y ocho como alcalde, el vecino nacido y criado en la comuna, hijo de dos militantes socialistas fundadores de la población San Ramón que en la década del 50 era zona de plantaciones de lechugas, quedará para la posteridad, si se confirman las denuncias efectuadas, como alguien que consintió el ingreso del narcotráfico en la municipalidad y en la comuna, aumentando de paso su patrimonio personal.

Su derrota electoral y ahora, su formalización, han significado un enorme alivio para muchas personas que se han sentido hostilizadas, amenazadas y también estigmatizadas ante todo el país por el comportamiento del alcalde. Respecto a lo último, no debe ser nada de agradable encender la televisión por la mañana y ver cómo los matinales hablan una, diez y cientos de veces de la propia comuna como una narco-comuna, además de las preguntas que se deben suceder en el trabajo y en las reuniones familiares sobre el tema. Quizás, en un futuro, San Ramón deje de ser una narco-comuna para los medios de comunicación.

Pero, como hemos visto tantas veces en las coberturas mediáticas, suele operar la figura del niño símbolo, el cordero de Dios que al ir al sacrificio quita los pecados del mundo, para dar acto seguido la impresión que el problema está resuelto. Y así como la corrupción en la política y en la legislación pesquera no terminó con Jaime Orpis, sino que solo empezaba, aquí se corre el riesgo de esquivar los temas de fondo, porque para hacerlo ya no sería tan divertido televisivamente como una historia donde un alcalde se vincula con el narcotráfico.  ¿A quién le ha importado San Ramón en el pasado, salvo para dar cuenta de homicidios, balaceras o asuntos por el estilo? ¿Cuánta importancia se le dio a la catástrofe sanitaria del Covid-19, explicada por la precariedad estructural de la comuna, en comparación con el reality del narco-alcalde?

Como dijo alguna vez en nuestra radio Lucía Dammert, el narcotráfico se instala allí donde antes falla el Estado. Así ocurrió con Pablo Escobar en Colombia, donde era considerado por muchos un héroe del pueblo al financiar las necesidades básicas que las políticas públicas no cubrían. En una comuna donde todos indicadores sociales son malos, como San Ramón, el combate al narcotráfico no puede hacerse solo con más policías o con medios ávidos de espectáculos, sino con más educación, más salud, más empleo, más áreas verdes y otros. Eso es precisamente lo que falta en San Ramón, y esa carencia es la raíz del narcotráfico que luego se asoma en la superficie. Porque el exalcalde Aguilera ya no estará, pero el narco y la precariedad seguirán estando ahí, sin cámaras ni voces que rasguen vestiduras.

La reflexión sobre el narcotráfico, las organizaciones criminales, los dineros ilegales, el Estado y la corrupción requiere necesariamente ser compleja. Es un problema más extendido en el país que como se ha presentado, por lo que sancionar la corrupción de un alcalde, si bien es justo y necesario, en el fondo no resuelve los problemas. He aquí la vieja diferencia entre un síntoma y la enfermedad, que no debiera confundirnos.

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