Fueron golpeados, amenazados, violentados con burlas e insultos raciales, además de cargar con la angustiante sensación de que morirían ese día intentando defender el Capitolio. Así vivieron seis policías el asalto al parlamento estadounidense, en enero pasado, cuando hordas neofascistas azuzadas por el entonces presidente Donald Trump coparon el lugar para impedir el reconocimiento de Joe Biden como presidente electo de la Unión. Y así lo confesaron el martes 27 de julio, entre lágrimas de impotencia, rabia y dolor, al revivir ante un comité especial de la Cámara de Representante que investiga el hecho el terror no superado que provocó en ellos contemplar cara a cara a la bestia parda.
El jueves 29 de julio, apenas dos días después de que aquellos policías entregaran su dolida versión de los hechos, un colega suyo, agente de la Policía del Distrito de Columbia -donde se yergue la capital, Washington- y que había sido también parte de la defensa del Capitolo, se convirtió en el cuarto guardián de la ley y el orden en quitarse la vida. Se trataba de Günther Hashida, de 43 años, con 18 años en el servicio. Según la portavoz del Departamento de Policía Metropolitana del DC, Brianna Burch, fue encontrado muerto en su casa el pasado jueves, según citan medios locales. No se entregaron mayores detalles.
Las palabras aterciopeladas de Nancy Pelosi, la presidenta demócrata de la Cámara de Representantes, no parecieran suficientes para calmar las conjeturas y despejar las dudas. La veterana política aseguró que Hashida “fue un héroe que arriesgó su vida” para salvar al Capitolio, a la comunidad del Congreso y a la democracia estadounidense. Agregó en su comunicado aquello que es lo usual en estos casos: “todos los estadounidenses están en deuda con él por su gran valor y patriotismo, no sólo el 6 de enero, sino durante todo su desinteresado servicio”.
Hay que recordar que la caótica y violenta jornada en la que cientos de enardecidos seguidores de Trump (muchos de ellos bajo los efectos de estupefacientes y/o del alcohol) irrumpieran el pasado 6 de enero en el edificio Legislativo se saldó con cinco fallecidos, entre ellos asimismo un policía del Capitolio. Ese agente sería el primero de la serie… Otro integrante de esa fuerza, Howard Liebengood, quien participó en la custodia de la sede del legislativo, murió una semana después aparentemente por mano propia en lo que fue calificado como “suicidio”, también según medios locales, aunque tampoco se han entregado detalles. Y, como si aquello fuera un mal sino, posteriormente se conoció del suicidio de Jeffrey Smith, un oficial de la Policía de DC que, por lo demás, había resultado lesionado en medio del asalto de enero.
La sesión en que los seis conmovidos policías del distrito de Columbia testificaron hace casi una semana, fue la primera del Comité de la Cámara Baja que investiga el asalto al Capitolio. Esa instancia tiene la misión de esclarecer por qué ocurrió el asalto, quién es responsable y qué puede hacerse para evitar otro suceso similar.
Es de esperar que ninguno de esos agentes pierda la vida, ya sea por mano propia, en un tiroteo o durante un asalto, especialmente ahora que la verdad sobre lo sucedido en las postrimerías del gobierno de Trump comienza lentamente a salir a la luz.