Investigación concluye que ha aumentado la violencia antigénero a través de las redes sociales y medios de comunicación

Chile es el país donde más personas entrevistadas sufrieron violencia fuera de las redes sociales.

Chile es el país donde más personas entrevistadas sufrieron violencia fuera de las redes sociales.

La investigación ¿Es posible debatir en medio de discursos de odio? fue realizada por la Asociación Civil Comunicación para la Igualdad, con el apoyo de la Fundación Heinrich Böll Cono Sur. Esta Analizó cuentas de Twitter de Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, con el objetivo de detectar acciones estigmatizantes y discriminatorias en torno al debate público por la agenda de la igualdad de género. Asimismo, el trabajo busca repensar formas de potenciar la visibilidad de las reivindicaciones de esta agenda en la región.

Debido al incremento del clima de polarización a nivel global, en especial en las redes sociales, la ONU lanzó —en 2019—, el Plan de Acción contra el Discurso de Odio; al que define como “cualquier tipo de discurso, escrito o conductual, que ataca o usa lenguaje peyorativo o discriminatorio hacia una persona o grupo sobre la base de lo que son”.

Los discursos de odio tienen un efecto negativo sobre el debate público y sobre la democracia en la medida en que acallan voces. En este sentido, la investigación intentó dar cuenta de, por un lado, cómo se está dando en redes el debate entre activistas feministas y sectores antigénero; y, por otro, cuánto está afectando la violencia a las intervenciones públicas del activismo feminista.

La investigación analizó 12 cuentas en Twitter a favor de la agenda de la igualdad de género y 12 cuentas en contra, de los cuatro países mencionados, entre agosto de 2019 y julio de 2020. A su vez, fueron entrevistadas 24 titulares referentes de cuentas feministas, de los cuatro países.

Captura

La investigación

Chile y Argentina fueron los países donde más aumentó la violencia antigénero a nivel regional; y, como contracara, donde menos debate hubo entre los dos sectores. Uruguay es el caso opuesto, allí las agresiones fueron menos frecuentes y se ha registrado un incremento del debate.

La violencia colabora en la consolidación de “burbujas” al interior de cada universo ideológico afín, ya que los mensajes agresivos fomentan el bloqueo de las/os usuarias/os y/o la no lectura de los comentarios; lo que resta posibilidades de intercambio. Las/os activistas feministas —aún cuando el 70% esté dispuesta al diálogo con quienes tienen un discurso antigénero—, redujeron en un 50% sus opiniones; y el 60% dejó de leer notificaciones en las redes, a partir de las reacciones de odio.

Por otra parte, la violencia trasciende las redes: el 46% de las/os feministas de la región aseguró haber recibido mensajes intimidatorios en su teléfono o correo personal, el 33% haber sufrido violencia en la vía pública y el 4,2% en su domicilio personal.

Chile y Argentina son los países en los que la mayoría de las/os consultada/os declara haber recibido las tres modalidades de violencia, estigmatización, agresiones e insultos y amenazas directas: cuatro de seis personas en cada país. Además, el 66,7% de estos dos países han sido objeto de amenazas contra su integridad física, integridad sexual y, en último término, contra su vida.  En Paraguay y Uruguay el 50%.

Agravios en redes: el activismo feminista, la identidad de género y la orientación sexual fueron expresadas como las principales razones por las cuales se recibieron agresiones. Se destacan los ataques hacia los cuerpos (aspecto físico), las capacidades de decidir sobre estos, y la idoneidad. Esta mecánica aparece contra las mujeres y las identidades trans.

Al interior de cada país, la mitad de las/os referentes entrevistadas/os aseguró haber sufrido agresiones coordinadas en la red. En Chile, tres de las seis personas consultadas sostuvieron que reciben violencia diariamente.

“El ciberactivismo feminista ya no interviene de la misma manera en los espacios de discusión, para promover una acción o exponer un punto de vista, dado que esas intervenciones tienen un alto costo. Lamentablemente, el objetivo buscado por quienes despliegan discursos de odio y acciones violentas, que es acallar y restringir voces, en muchos casos se está cumpliendo”, expresó la coordinadora de la investigación y presidenta de Comunicación para la Igualdad, Sandra Chaher.

Los desafíos en términos de regulación, como por ejemplo un nuevo marco regulatorio, aparecen como una necesidad en las redes sociales por parte de las/os activistas feministas, frente a los discursos violentos, no así a los estigmatizantes. En la actualidad, las redes vigilan menos los mensajes de odio explícitos que los desnudos (artísticos, ilustraciones, e incluso imágenes relacionadas con la salud).

El pedido de moderación se dio especialmente en las referentes de Chile, Argentina, y Uruguay. En cambio, en el caso de las participantes de Paraguay, todas se manifestaron por la prohibición de discursos agresivos.

En cuanto a cómo llevarlo a la práctica, la mayoría consideró que debe haber un trabajo conjunto entre los estados y las empresas proveedoras de servicios de Internet y las redes sociales. También, surgen referencias a la participación de organizaciones de la sociedad civil, en Chile, Uruguay y Paraguay.

Los medios de comunicación tradicionales (prensa gráfica, radio, televisión y portales de noticias) en general utilizan la estrategia de las “dos campanas” para tratar la agenda de la igualdad de género, lo que los lleva a no moderar el debate y reducir la complejidad de las problemáticas. Esto deriva en beneficio de los discursos violentos que, por sus lógicas más simples, terminan por imponerse. En estos casos, influye también que el escándalo y los agravios generan rating y visibilidad.

Ciberactivismo latinoamericano: se reconoce entre los sectores feministas el avance de este movimiento social autónomo en la era digital, que usa las TICs como medio y objeto de transformación. Se destacan: creciente masividad en convocatorias virtuales, mayor participación de las jóvenes en el ciberespacio, uso cotidiano de Twitter e Instagram como plataformas activistas.

Un punto a destacar es que las cuentas feministas tienen seguidoras/es que funcionan como grandes amplificadoras/es de su discurso, ya que poseen un caudal muy alto de personas que las siguen. En una de las conversaciones analizadas, participaron unas 30 cuentas, todas arriba de las/os 120.000 seguidoras/es que, en total, sumaban casi 20 millones.

Los hitos del ciberactivismo fueron, por ejemplo en Chile, el posicionamiento del tema paridad de género, a partir de las protestas sociales y políticas desde noviembre del 2019, que se reflejó en las siguiente etiquetas: #10DParidadYa, #ConstituyenteParitaria o #constituyenteparitaria. En Argentina, se destacaron #NiUnaMenos —particularmente en la primera convocatoria del 2015—, y #AbortoLegal —especialmente el debate que se dio en 2018 en el Congreso—.

ueEntre los desafíos se destacan la formación en ciberseguridad y uso estratégico de los entornos digitales, más conocimiento de los alcances de las redes y sus consecuencias, y mayor prudencia y autocuidado. También, pensar usos específicos para TikTok, espacio preponderantemente para jóvenes, y otras redes como YouTube aún subutilizada; buscar la disminución de la brecha digital de género; y profundizar la relación regional para trabajar consignas y fechas clave.





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