Digna de una coronación. Así fue la gran ceremonia con la que, en medio de fuegos artificiales salpicando el cielo de la medianoche, Barbados, una isla de 34 km de largo y 23 km de ancho, situada en el Caribe a 460 k. de las costas de Venezuela, se convertía oficialmente en República. Las pantallas instaladas por toda la isla permitieron que sus 289.015 habitantes, contados los 6 barbadenses nacidos aquel mismo día, pudieran deleitarse con el colorido evento, amenizado por una orquesta de más de 100 músicos y numerosos artistas que, como la cantante Rihanna, proclamada “heroína nacional”, se hicieron presentes en la ceremonia.
Y aquí la historia comienza a escribirse en femenino, pues una mujer sustituye a otra en el Poder. Sandra Mason, una jueza muy respetada de 73 años, que hasta ayer era la gobernadora general de Barbados y representaba a la corona en la isla, a partir de hoy se ha convertido en la histórica primera Presidenta de la novel República. Ello porque en octubre pasado, las cámaras alta y baja le dieron la aprobación para que se convirtiera en la jefa inaugural del nuevo Estado. Junto a Sandra Mason compartirá labores en el poder Ejecutivo la también inaugural primera ministra, Mia Mottley, del partido Laborista.
Así, Barbados cortó los últimos lazos que le ataban a la monarquía británica tras casi 400 años de aquello de “Rule, Britannia! Britannia, rule the waves!”. Para que eso ocurriera, fue necesario que llegara hasta la pequeña isla el propio príncipe Carlos y reconociera allí, delante de todas y todos, las y los convocados a la toma de posesión Presidencial en la Plaza de los Héroes de Bridgetown, que “la esclavitud fue una espantosa atrocidad”. Además, debió presenciar -con británica flema, of course– cómo se arriaba el estandarte real del asta y cómo era izada la nueva bandera republicana que comenzaba a flamear impulsada por en el cálido y húmedo aire de la noche caribeña.
Momentos después, Sandra Mason prestaba juramento como presidenta de Barbados ante el presidente del Tribunal Supremo de la nación. Pero, claro, este fue sólo el paso final porque, hace exactamente 55 años, durante el comienzo de la ola descolonizadora mundial a mediados de los años 60 del siglo pasado, Barbados ya se había declarado independiente de Gran Bretaña.
Esta es la primera vez en casi treinta años que un territorio de ultramar termina con su dependencia política de la monarquía británica y con la reina Isabel como jefa de Estado. La última nación en hacerlo fue Islas Mauricio en 1992. En todo caso, y esto hay que subrayarlo, al igual que ese país, Barbados tiene la intención de seguir siendo parte del Commonwealth, la organización de 54 miembros que convoca a la mayoría de los antiguos territorios británicos, creada supuestamente para fomentar la cooperación y el comercio internacional.
Por cierto que las críticas por la presencia real no se hicieron esperar en Bridgetown y se escucharon fuertes voces cuestionando la llegada del hijo de la reina al señalar que la relación histórica de la isla con la corona hundía profundamente sus raíces en la esclavitud. “Ningún miembro de la familia real debería participar en nuestro gran día de la libertad”, dijo a CNN el activista David Denny. “La familia real se benefició económicamente con la esclavitud y muchos de nuestros hermanos y hermanas africanos murieron en esa batalla”, agregó Denny, secretario general del Movimiento Caribeño por la Paz y la Integración.
“Fue el primer laboratorio del colonialismo inglés en los trópicos”, sentenció por su parte a CNN Richard Drayton, profesor de historia imperial y global en el Kings College of London. Es que la Historia muestra que, desde 1625, bajo el reinado de Jaime I, Barbados proporcionó a la Inglaterra de los siglos XVII y XVIII una importante fuente de riqueza privada. Y, algo no menor, muchas familias inglesas hicieron fortunas sustanciales con el azúcar y la esclavitud.
(Imagen: RFI: POOL GETTY IMAGES NORTH AMERICA/AFP)