En conversación con el periodista Claudio Medrano en la primera edición de Radioanálisis, el subdirector del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia de la Universidad de Chile, René Garreaud, dio cuenta del estado de la mega-sequía que lleva más de trece años presente en el país y que se ha agudizado en el marco de este 2021. Una realidad, explicó el experto, que se evidencia en la Región Metropolitana, donde se registró un 66 por ciento de déficit hídrico, al igual que en otras zonas del sur del país, como Valdivia, cuyo déficit fue del 50 por ciento.
Y es que la escasez de agua es una constante que cruza todo el territorio nacional, mencionó el académico del Departamento de Geofísica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, lo que en el corto plazo se verá acentuado en el período de verano, manifestándose claramente en el centro sur del país.
“Ha sido uno de los peores años de estas décadas porque normalmente teníamos déficit del orden de 30 a 25 por ciento, pero este 66 por ciento, por ejemplo, que tenemos en Santiago, es el segundo peor en este período, después de 2019, que le llamamos una hiper-sequía. Este año estuvimos muy cerca de eso“, señaló.
Pese a que durante el mes de enero se registraron fuertes precipitaciones en la capital, esa agua no quedó retenida en ninguna parte del sistema, añadió Garreaud, explicando que, si bien el fenómeno de la sequía es normal en la zona central dado su clima semi árido y mediterráneo, la extensión del período seco por el que está cruzando el país es a todas luces una tendencia extraordinaria que en parte, se alimenta por la acción humana, aseguró.
“Se superponen factores naturales con factores antropogénicos, el cambio climático que nos lleva hasta este clima más seco es probablemente uno de los elementos. No necesariamente el más importante, pero uno de los elementos que hace que esta sequía haya sido tan prolongada”.
A diferencia de otras décadas de sequía, desde el 2010 en adelante no se han suscitado un par de años lluviosos que compensaran la falta de agua, explicó el académico, y si bien lo más probable es que se suscite un ciclo de precipitación en el futuro dada la variabilidad natural, la tendencia a un clima más seco es inequívoca, aseguró.
“Uno proyecta hacia mediados de siglo, incluso un poco después, que la condición permanente será como la que estamos viviendo actualmente. Ésa es la proyección climática, pero a eso justamente hay que sumarle la variabilidad natural y esta misma década que ya ha sido seca, superpuesta a esta condición promedio debido al cambio climático que tengamos, por decir, el 2050, nos va a causar un déficit de precipitaciones muy grande“, proyectó.
Abordando las repercusiones de este escenario, Garreaud sostuvo que si bien han habido años muy secos durante esta mega sequía, no se ha interrumpido el suministro de agua en los centros urbanos. Lo que ha sido una suerte de margen que ha dado este fenómeno para que las instituciones se preparen a enfrentar el déficit acumulado. Lo anterior, con costos que colateralmente se traspasan al bolsillo de la ciudadanía, reparó.
“Estamos haciendo un estudio con la Asociación de Empresas Sanitarias porque, que no se haya cortado el agua no quiere decir que no tengan problemas y hayan tenido que recurrir a inversiones que finalmente la pagaremos entre todos los chilenos. Lo mismo que pasa en la Región Metropolitana ocurre en Valparaíso, donde están muy al borde, porque sus reservas en los embalses que tienen están muy al mínimo pero lo han ido logrando por ahora, lo que no es una garantía, especialmente cuando tú tienes un año tan seco como el 2019 y como el que hemos estado enfrentando”, indicó.
Lo mismo ha pasado con el sistema eléctrico, agregó, en el que “también hemos pasado por el borde pero hemos tenido suficiente robustez como para resistirlo en las zonas urbanas”, lo que se diferencia de las zonas rurales donde la realidad es muy distinta, puntualizó.
Lo sustantivo de estas prácticas adoptadas bajo sequía -que en palabras del académico, “es una sinopsis del futuro”- es aprender y discernir las acciones más adecuadas para mantener de aquí en adelante, en la medida que estas condiciones seguirán repitiéndose, recalcó.
En lo relativo al proceso constituyente y a las disposiciones que debe emanar la Convención para enfrentar el déficit hídrico, Garreaud consideró fundamental adquirir un marco normativo que fije prioridades, donde las medidas macro sean efectivas para que la parte técnica pueda actuar.
“Tenemos que darnos cuenta de que la producción de agua, independiente quien la haga, a manos de quien esté, es un desafío técnico no menor y eso ocurre en casi todos los ríos y lagos. Estamos continuamente intentando que esas aguas oscuras se transformen en agua potable y por lo tanto me parece muy bien de que avancemos en consagrar estos derechos y por otra parte nos demos seguridades jurídicas para que sea quien sea, el mundo privado o alguna alianza de ese tipo, logre operar en un contexto de tiempo importante”.