En un trabajo anterior, recordando el tema de la libertad sostuve que “para cualquier país que busca su plena soberanía política, para todo aquel que está sujeto a algún tipo de poder hegemónico, los caminos de la independencia suelen estar plagados de sacrificios, luchas, anhelos, sueños y finalmente la posibilidad de hacer efectivo el objetivo de ser plenamente independiente. Así ha sucedido con una república de la estratégica zona del Cáucaso Sur: la República de Azerbaiyán” (1). Un país lleno de contrastes, vecino de Georgia, Turquía, Armenia, Irán, Rusia, país ribereño del Cáucaso. Un territorio, que desde el punto de vista geopolítico, lo podemos considerar un país bisagra entre Asia occidental, Europa y Asia Central, con enorme importancia en el plano de los proyectos que se han tejido y se proyectan como es el caso de la Nueva Ruta de la Seda, por ejemplo.
La República de Azerbaiyán rememora, este 20 de enero del año 2022, un hecho que marcó a fuego la búsqueda de su independencia. Treinta y dos años desde aquel trágico mes, inicio del año 1990, que se convirtió en uno de los episodios más sangrientos en materia de su tránsito hacia su plena independencia. Esto, tras vivir siete décadas como parte integrante de la desaparecida Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Una ex URSS que se presentaba como una amalgama de países, culturas, idiomas, religiones cuyo gobierno central, en Moscú, era presidido por Mijaíl Gorbachov, secretario general del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética desde 1985 hasta el año 1991 y jefe de Estado de la Unión Soviética de 1988 a 1991.
El día 19 de enero, el Presidium del Soviet Supremo de la Unión Soviética aprobó el decreto firmado por Mijaíl Gorbachov, que declaró el estado de emergencia en Bakú y algunos otros lugares de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Así, se ordenó la entrada de 26 mil efectivos militares bajo la orden de apagar cualquier intento independentista, que ya comenzaba a prender en varias zonas de aquella ya debilitada superpotencia. Los resultados fueron desastrosos. El 14 de febrero del año 1992, la fiscalía general de Azerbaiyán estableció el inicio de una causa penal contra los probables responsables de la matanza del 20 de enero de 1990. Diez años más tarde, esa causa tuvo como destinatario al ex presidente de la URSS, Mijaíl Gorbachov bajo la acusación de “violar el artículo 119 de la Constitución soviética y el artículo 71 de la Constitución de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán”. Se suele sostener que el año 1995 Gorbachov se disculpó ante Azerbaiyán señalando que “La declaración del estado de emergencia en Bakú fue el error más grande de mi carrera política”(2)
Miles de soldados, que en la noche del día 19 de enero y el día 20, a bordo de blindados y tanques entraron en Bakú como parte de un intento extremo de desmovilizar a los movimientos y población movilizada de Azerbaiyán. Manotazos de ahogado de una entidad política que se fragmentaba lentamente bajo el mando de un dirigente político que precisamente llevó al colapso definitivo a la ex URSS y que mostraría, años después su acercamiento a un occidente que ayudó a ese derrumbe considerado el hecho histórico más importante de fines del siglo XX. Otro contingente militar se encargó de dejar fuera de servicio a la radio y televisión en Bakú y las principales ciudades del país, cortando el suministro de energía eléctrica bajo el objetivo de poder operar con la mayor impunidad – sobre todo en una época que no tiene este nivel de acceso a la información en el momento – cuestión que consiguieron pues poco se conoció de esta operación político-militar en la pequeña república azerbaiyana ubicada en la región del Cáucaso.
La población de Azerbaiyán lo que exigía era acelerar el camino de la independencia y ese 20 de enero demostró que el camino estaría cubierto de muerte y desolación: 134 muertos, 741 heridos, medio centenar de desaparecidos. Entre los muertos se encontraban no sólo azerbaiyanos, sino también civiles de origen ruso y tártaros, entre otros. Azerbaiyán recuerda esos hechos como “enero negro” – Qara Yanvar- que al mismo tiempo que significó la muerte de hombres y mujeres azerbaiyanos, también insufló aires de libertad con aún mayor intensidad. La represión desatada significó la violación de los derechos de los pueblos consignados en la carta de las Naciones Unidas y en los pactos internacionales, firmados con relación a la autodeterminación de los pueblos.
Los azerbaiyanos comenzaron sus manifestaciones independentistas a la luz de las amenazas vertidas por Armenia que comenzó su política de ocupación y conflictos étnicos desde el año 1988 y a pesar de los llamados del gobierno azerbaiyano, el gobierno central de Moscú hizo oídos sordos. Con ello, a la par de la debilidad de la ex URSS se agitaron aún más los deseos de independencia en Azerbaiyán.
La respuesta del gobierno soviético de la época presidido por Mijaíl Gorbachov a esta demanda de independencia del pueblo azerbaiyano fue violenta. Una clara advertencia, no sólo a Azerbaiyán, sino también contra otras repúblicas que ansiaban avanzar hacia un proceso de independencia. Enero del año 1990 marcó para Azerbaiyán un hito histórico y el camino definitivo a su independencia, que completaría con la declaración de independencia el día 18 de octubre del año 1991, donde comenzaría otro proceso doloroso como fue la ocupación, por parte de Armenia (otra ex república de la URSS) del 20% de su territorio, que serían recuperados totalmente en la guerra que enfrentó a ambas naciones entre septiembre y noviembre del año 2020.
El denominado “enero negro” de 1990 está muy presente en la memoria colectiva del pueblo azerbaiyano, que cada año es conmemorado con ceremonias oficiales en recuerdo de las víctimas, con las banderas a media asta y muestras fotográficas, documentales, conferencias y ceremonias que mantengan vivo el recuerdo de acontecimientos que marcaron a fuego el camino de la libertad para Azerbaiyán. Enero del año 1990 es un renacer de aquel espíritu libertario vivido el año 1918 cuando se estableció la República Democrática de Azerbaiyán (3) considerada la primera república secular y democrática en el mundo islámico, que adelantada a su época otorgó el voto a la mujer y creó la Universidad Estatal de Bakú, una entidad moderna en la región del Cáucaso y Asia Occidental. Una brevísima etapa de vida independiente que terminaría con la integración a la ex URSS el 28 de abril del año 1920.
Los hechos del 20 de enero del año 1990 tienen significados profundos, diversos y enraizados en la memoria del pueblo de Azerbaiyán, que no es posible pensar en aquellos hechos sólo como un mes trágico, un Enero Negro, sino también el inicio de una nueva fase, de un futuro más esperanzador, una etapa de restauración de la soberanía de un país que ha vivido cruentas etapas de búsqueda de libertad y de defensa de los derechos de su población y que hoy en pleno siglo XXI puede mirar retrospectivamente y sostener que el camino andado ha sido duro pero que ha generado frutos provechosos.
Hoy Azerbaiyán se muestra pujante, un referente importante desde el punto de vista de su desarrollo económico y con proceso de integración que incluso significan acercamientos con el país que ocupó el 20% de su territorio por 28 años. Un país con buenas relaciones con potencias como Turquía, Irán y Rusia, parte de los proyectos de desarrollo que tendrán a Azerbaiyán como eje. Para la República de Azerbaiyán enero es un mes de tragedia, pero también de esperanza, “siempre estará enero en los corazones azerbaiyanos. Cada enero resuena con fuerza”, sostuve la primera vez que escribí sobre estos hechos, surgido de la conversación con ciudadanos de este país y donde me conmovió que a pesar de los años ese enero del año 1990 como los años de destierro tras la ocupación armenia el recuerdo de sus héroes surge a cada momento pues tienen la certeza que el actual país ha sido construido gracias a ese sacrificio.
Este 20 de enero, cientos de miles de azerbaiyanos, como cada año, dirigen sus pasos y abren su corazón, para recordar a sus héroes en el Monumento a los Caídos, conocido popularmente como el Callejón de los Mártires –Shehidler Khiyabani – en la ciudad de Bakú. Allí, el recogimiento y el respeto se funden con la necesidad de tener presente a aquellos que dieron su vida en enero del año 1990. Enero marca la conmemoración de una tragedia que afirma expresamente “prohibido olvidar” pero también señala un hito histórico, el punto de inicio de lo que sería el camino de su definitiva independencia.
Pablo Jofré Leal.
Artículo de SegundoPaso ConoSur
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