“Detención ciudadana”: una aberración mediática

  • 23-03-2022

Solo una operación mediática coral e irresponsable pudo transformar los linchamientos, propios de sociedades incivilizadas, en el impostor concepto de detención ciudadana. Con este acto, los medios no solo lavaron la conciencia de quienes decidían hacer justicia por mano propia -entre varios y contra una persona reducida, lo cual no tiene nada de valiente-, sino que además alentaron a que no se esperara el actuar de la Policía ni de la Justicia, es decir, que hiciéramos como si las instituciones no existieran. En la práctica, se reivindicó el antiquísimo Código de Hammurabi según el cual la justicia se aplicaba bajo el principio de “ojo por ojo, diente por diente”.

Ante la comprensible preocupación de las personas por la inseguridad, parte importante de los medios de comunicación, en vez de complejizar el tema de modo de exigir a las autoridades políticas integrales y serias para enfrentar el problema, optaron por seguir con la infértil y sensacionalista práctica de la crónica roja, al tiempo que reivindicaban que grupos de personas dieran su merecido directamente a los delincuentes. Aquello sería realmente justo y no pondría en duda quiénes seguirían siendo los buenos y quiénes los malos.

Sin embargo, ahora que un joven en La Florida fue linchado por equivocación al ser confundido con uno de los hampones de los cuales venía arrancando, aparece el rasgamiento de vestiduras. Cuando los asesinos de este inocente sean detenidos probablemente no entiendan lo que está pasando y pregunten ¿por qué, si cometí un error pero no soy un delincuente? Lo implícito es que si no se hubieran equivocado de persona el muerto estaría bien muerto y que la manera adecuada de castigar un crimen es que haya dos, aunque el segundo no lo parezca. Éste es el nivel de distorsión al que pueden llevar la irresponsabilidad y la manipulación. Como en muchos otros temas, quiénes hicieron y promovieron esta creación mediática no harán la autocrítica sobre las consecuencias que ha tenido su actuar.

En lo fundamental, esta manera de abordar el tema no se pregunta por qué en las comunas más acomodadas los carabineros abundan y en las más pobres escasean. No promueve la rehabilitación y prefiere que los encarcelados redoblen y perpetúen sus convicciones delictuales. No induce la molestia de la ciudadanía contra las autoridades que fracasan por frívolas en enfrentar el tema, sino que la deja en un nivel despolitizado y literal. En resumen, evita una reflexión integral sobre el fenómeno, porque da lugar a preguntas incómodas, y en vez de ello impone un discurso de mano dura que tampoco llega a implementarse por las falencias de la institucionalidad.

Entre las actuales autoridades de gobierno hay académicos e investigadores que en los últimos años han hecho una gran contribución a promover un debate más profundo sobre cómo debería abordarse el tema de la delincuencia. Para que esa mirada se traduzca en políticas que tengan éxito, se deberá previamente modificar sentidos comunes e instituciones, ambas tareas muy difíciles. Es más necesario que nunca, en todo caso, alejarse de las miradas simplistas y que entre en desuso el concepto de detención ciudadana para que se le nombre como lo que realmente es: un linchamiento realizado por delincuentes, que es como se llama a quienes cometen delitos.

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