Lorena Rodríguez Osiac, Gerardo Weisstaub Nuta, Daniel Egaña Rojas, Patricia Gálvez Espinoza
Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP)-Universidad de Chile
Las organizaciones profesionales y académicas tenemos una responsabilidad ineludible en cuanto a la información que le entregamos a la comunidad, por eso llama la atención encontrar en la revista “Mi Hijo” (Nº 86)[1] de la Sociedad Chilena de Pediatría un artículo titulado “¿Cómo interpretar la etiqueta de los alimentos?”. El documento mencionado nos parece entrega mensajes confusos, imprecisos y difíciles de interpretar. En la sección dirigida a las familias se plantean afirmaciones que contravienen la política pública y el consenso internacional sobre cómo leer e interpretar las etiquetas de los productos ultraprocesados. Se afirma, por ejemplo, que “gracias a la medida de porción ideal, puedes calcular la cantidad de alimento adecuada”; o que “comer porciones demasiado grandes puede contribuir al aumento de peso”.
Es sabido que las porciones del rotulado nutricional están calculadas para personas adultas, por lo que no sería recomendable utilizar esa información como referencia para calcular la porción que podría consumir un niño(a). Lo mismo sucede con otra recomendación, en la que hace referencia al porcentaje del valor diario “Los etiquetados de información nutricional, ofrecen una lista de porcentajes de valor diario (%VD) que indican la cantidad de un determinado nutriente para una porción”. Tener que calcular las porciones cada vez que se compre un alimento para un niño(a) -ya que la etiqueta lo informa sólo para adultos- es una operación difícil, incluso para profesionales entrenados.
En Chile, en atención a estudios nacionales e internacionales, se simplificó el etiquetado nutricional y se incorporó el sello de advertencia “alto en” calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio con el objetivo que, en pocos segundos, las personas puedan elegir lo que van a comprar utilizando información sencilla, clara y veraz sobre la calidad nutricional de esos alimentos. Este etiquetado indica el exceso de estos nutrientes en una unidad estandarizada, lo que significa que es independiente del tamaño de la porción. Nos parece importante resaltar que este etiquetado no constituye una prohibición de consumo, sino información para la mejor elección. La campaña que acompañó dicho etiquetado indicaba “elija alimentos con menos sellos y si no tienen mejor”. La regulación chilena ha sido modelo para muchos países del mundo y actualmente está recomendada por diversos organismos internacionales, entre ellos la OMS.
En nuestra opinión, la frase del artículo “Que sea “alto en” o “bajo en” no implica necesariamente que sea bueno o malo, depende del nutriente y de la edad” es engañosa, incorrecta y confundente, complicando innecesariamente la orientación a la población.
Por otra parte, Chile cuenta con guías alimentarias basadas en alimentos (GABA), las que se han construido mediante estudios poblacionales que confirman su comprensión. Es curioso que no se haga referencia a éstas en el artículo. Recomendaciones del artículo como: “Sal. Un escolar no debe comer más de 2,4 gr al día” son de muy difícil aplicación a la vida diaria.
En nuestra responsabilidad de entrega de información a la comunidad es que sugerimos que este tipo de artículos hagan referencia explícita a las GABA nacionales y a los sellos de advertencia “alto en”, para que dicha orientación ayude realmente a la selección y compra de alimentos de las familias que viven en Chile.
[1] https://sochipe.cl/v3/mihijo.php?id=494; https://www.sochipe.cl/v3/mihijo/pdf/86.pdf