Durante los últimos días, el gobierno presentó un conjunto de medidas que se implementarán para ayudar a las familias a enfrentar el aumento de precio de los alimentos, junto con la inflación la que en los últimos meses que ya bordea el 10%. Uno de los anuncios del legislativo es el Subsidio a la Canasta Básica, la cual se implementará entre mayo y diciembre de 2022, beneficiando a las familias que están en el 60% de mayor vulnerabilidad social.
Para la Dra. Lorena Rodríguez, Subdirectora de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile e integrante del Grupo Transdisciplinario para la Obesidad de Poblaciones (GTOP) de la Universidad de Chile, estas medidas tienen una valoración positiva. “Sabemos que en Chile predomina la obesidad, pero también sabemos que esta condición está relacionada a la falta de disponibilidad y acceso de todas las personas en todo momento y en todo lugar, a alimentos frescos y saludables como frutas, verduras, legumbres y pescados. Por eso nos parece del todo conveniente considerar un subsidio que permita a las familias de nuestro país acceder a ese tipo de alimentos. Por otra parte, nos parece relevante que ésta no es una medida aislada, sino que aborda el problema de fondo de la mala situación alimentario nutricional de nuestra población, como son los bajos ingresos. Además, la iniciativa establece un sistema de vigilancia del precio de los alimentos, más allá de la canasta básica, que permitirá pensar en políticas integrales y estructurales pueden contribuir a mejorar el acceso económico y físico, a alimentos de alta la calidad nutricional”.
Según explica, Fabian Duarte, Director del Departamento de Economía de la Universidad de Chile e integrante también de GTOP, el nuevo bono consiste en que “el Estado le entrega a cierto grupos de la población, dinero para amortiguar el aumento de precio de los alimentos. Ese subsidio se entrega a las personas que tienen asignación familiar o las que están en un posición socioeconómica muy vulnerable, son familias que básicamente no acceden a salarios suficientes, por lo que es una buena idea focalizar en este grupo en particular”. En este sentido, el subsidio actual está relacionado con la canasta básica de alimentos, que se compone de un grupo de 80 productos, que se observan mes a mes, y determinan la línea de la pobreza. El monto a entregar dependerá de la variación nominal de la canasta básica de alimentos en los 12 meses previos, cálculo a cargo del Ministerio de Desarrollo Social. Ante esto “pensamos que es relevante remirar la composición de la canasta tanto para el cálculo de pobreza como para establecer cuáles son los alimentos que deberían estar allí. Un estudio entre CEPAL, OPS y MINSAL, en Chile en 2013 y uno reciente de la Fundación Sol, evaluó el importante aumento del costo de esta canasta si se incorporaran alimentos más saludables y cómo redundaría entonces en un aumento de la pobreza. Deberíamos retomar esta tarea” detalla Duarte.
Por su parte Deborah Navarro, Doctora en Salud Pública de la Universidad de Chile e integrante también del equipo GTOP, indica que esta es una política ya implementada en otros lugares del mundo. “Si bien existen dos tipos de subsidios habituales a los alimentos, uno orientado a la producción y el otro al precio de los alimentos, el aplicado en Chile es una estrategia estructural que ha mostrado tener mucho más éxito y menos conflicto”. Históricamente los subsidios a los alimentos han sido una estrategia usada en épocas de crisis, como fue en el Reino Unido desde el año 1942 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, donde hubo un subsidio importante de más de 145 millones de libras de la época, dirigido al aporte para la compra de pan, harina, avena, carne, papas, leche y huevos, explica.
Finalmente, los académicos de GTOP proyectan esta política pensando en lo que se puede hacer en el futuro para mejorar la calidad de la alimentación de nuestra población. “Si bien, reconocemos que la actual canasta básica de alimentos contiene productos no saludables, consideramos que es crucial evitar el crecimiento de la inseguridad alimentaria en época de crisis como primera medida, para luego continuar mejorando la canasta con alimentos de mejor calidad nutricional”.
Y agregan “lo que esperamos es que se presenten nuevas iniciativas que apunten a medidas fiscales estructurales, como impuestos a los alimentos ultraprocesados altos en calorías, grasas saturadas, azúcares y sodio, así como subsidios a la producción y precio de alimentos saludables como frutas, verduras, legumbres, y pescados, entre otros. Chile necesita contar con estrategias que aseguren el acceso y disponibilidad de toda la población a una alimentación de calidad, lo que va a contribuir a disminuir la inseguridad alimentaria, el riesgo de desnutrición y el riesgo de obesidad. Esperamos que esto quede expresado en la nueva Constitución con el Derecho a la Alimentación como un derecho fundamental”.