Se llamaba Salvador Ramos, aunque era ciudadano estadounidense y quedará en la oscura historia policial estadounidense como el asesino masivo de la Robb Elementary School de Uvalde, una pequeña localidad del sudoeste texano, a medio camino entre la ciudad de San Antonio y la frontera mexicana. Un lugar bucólico y arbolado, entre praderas, ríos y cerros de poca altura, con una población de menos de 20 mil almas.
El hechor vivía con sus abuelos y en la tarde de este martes habría sostenido una discusión con ellos, la que culminó cuando disparó contra la abuela, luego subió a la camioneta de la familia y condujo por las calles de Uvalde hasta chocar el vehículo contra una zanja, dejándolo abandonado. Descendió de él con un rifle y una pistola en las manos y se dirigió hasta la Robb Elementary School –que quedaba cerca- e ingresó a un salón donde había unos 30 alumnos. Allí se parapetó en medio de la sorpresa y el pánico de niños, niñas y profesoras, sin hacer caso a sus ruegos desesperados para que les dejara salir.
La policía, alertada por vecinos que le vieron ingresar armado al establecimiento, llegó al lugar y, buscándole, recorrió sala por sala hasta dar con el salón donde Salvador Ramos mantenía a sus rehenes, conminándole a entregarse. Entonces el muchacho comenzó a hacer fuego indiscriminadamente contra los estudiantes. Gatilló su arma en repetidas ocasiones, informó este miércoles la Policía.
Los agentes debieron forzar la cerradura del salón de actos y en el intercambio de disparos con Ramos dos policías recibieron disparos, uno de ellos en la cabeza. Sin embargo lograron abatirle. Pero ya era tarde: 21 cuerpos estaban tendidos en el suelo, sin vida, mientras muchos otros pequeños se debatían aterrorizados y ensangrentados. Las autoridades aún no corroboraban este miércoles el total de niños que pudieron resultar heridos. “Era un salón de actos pequeño, pudo haber entre 25 y 30 estudiantes allí, no tenemos aún el número exacto”, dijo el portavoz del Departamento de Seguridad Pública de Texas, Chris Olivares. La masacre conmociona una vez más a la violenta sociedad estadounidense y hoy, el presidente Joe Biden ordenaba izar las banderas a media asta en todo el país en memoria de las víctimas mortales de Texas. “En el nombre de Dios, ¿cuándo le vamos a hacer frente al lobby de las armas?”, subrayó.
Salvador Ramos vivía con sus abuelos, no tenía empleo, era alumno en un instituto de secundaria local, no tenía amigos ni pareja. Tampoco integraba alguna banda criminal y no tenía antecedentes penales. Al momento de ser abatido por la policía vestía un chaleco antibalas utilizado por equipos tácticos, como los SWAT, y aún sostenía en sus manos el arma, un rifle de asalto AR-15 y cargadores de municiones de alta capacidad. Las edades de las pequeñas víctimas mortales oscilan entre los 7 y los 10 años
La abuela logró sobrevivir a sus disparos, pero se encuentra grave y las autoridades están tratando de localizar al abuelo, que hasta el cierre de esta edición estaba desaparecido. Los dos policías heridos también lograron ser salvados y están estables. A primera hora de este miércoles todas las víctimas mortales ya habían sido identificadas y sus familias notificadas. Algunas de ellas, en medio de su inenarrable dolor, optaron por revelar a los medios los nombres de sus hijos fallecidos en el tiroteo. Las profesoras ultimadas fueron identificadas como Eva Mireles e Irma García.
El portavoz de la policía indicó que aún están investigando si la escuela de Uvalde era un objetivo premeditado del atacante o si accedió al edificio dada su cercanía con el lugar donde tuvo el accidente de tráfico. “Estamos investigando si existe algún indicador, alguna luz roja, buscando en las redes sociales”, atinó a explicar Chris Olivares. El gobernador del Texas, Greg Abbott, dijo que el atacante abrió fuego “horriblemente, incomprensiblemente”. La Robb Elementary School tiene unos 500 estudiantes, casi el 90% de ellos son latinos y alrededor del 87% se considera económicamente desfavorecidos.
El luctuoso suceso ocurre apenas 10 días después de otro con similares características, cuando 10 personas afroamericanas fueron asesinadas en un supermercado de Buffalo, Nueva York, en un -aparentemente- violento acto de extremismo por motivos raciales. Los tiroteos en escuelas se han convertido en algo recurrente en EE.UU., con 26 registrados el año pasado, según EdWeek, una publicación especializada en educación. En un reporte dado a conocer hace unos días, el FBI indicó que la cantidad de tiroteos en todo el país aumentó en 2021 al doble de los registrados antes de la pandemia.
(Imagen de portada: Fotografía de la escuela Robb Elementary School en Google Street View de diciembre de 2021).