Sorpresa causó en la ceremonia de toma de posesión de John Lee, el designado nuevo jefe del Ejecutivo hongkonés, la presencia del actual presidente chino Xi Jinping, reunido con la alta dirigencia hongkonesa pro-Pekín en el Centro de Convenciones de Wan Chai. En su discurso para la ocasión, el mandatario chino insistió en que el principio de “un país, dos sistemas” aplicado por China a Hong Kong y Macao es “un buen sistema, que no existe motivo alguno para cambiar y que debe ser mantenido en el largo plazo”, argumentando que resguarda “la soberanía, seguridad e intereses del desarrollo” de la ciudad. Agregó Xi Jinping que “después de reunificarse con la madre patria, los habitantes de Hong Kong se convirtieron en amos de su propia ciudad”, asegurando que “la verdadera democracia en Hong Kong comenzó en ese momento”.
Esta es la primera vez que Xi Jinping sale del territorio continental chino desde el inicio de la pandemia y asimismo la primera vez que viaja a Hong Kong desde que tuvieran lugar las protestas masivas de 2019, fuertemente reprimidas por el régimen. Por lo demás, la conmemoración constituía también una inmejorable oportunidad para que el Partido Comunista Chino exhibiera al mundo su poder sobre Hong Kong. Ignorando la represión que silenció a la disidencia, Xi afirmó que “la democracia florece” en la ciudad-puerto. Desde que en 2020 Pekín impusiera una draconiana ley de seguridad nacional, la oposición ha sido aplastada y la mayoría de las figuras prodemocracia han abandonado la ciudad, fueron marginadas del poder o permanecen encarceladas. Aquello rompió la promesa china de que Hong Kong mantendría su modo de vida después del traspaso del poder, tras 156 años de dominio colonial británico, aunque en su discurso, Xi dijera que Pekín siempre actuó “por el bien de Hong Kong” y que “después de la tormenta, Hong Kong renació del fuego y emergió con una vigorosa vitalidad”.
En cuanto a John Lee, el político y ex policía entre 1977 y 2012, éste ocupaba el cargo de Secretario de Seguridad de la ciudad durante la violenta represión contra las protestas de 2019, siendo elegido en mayo pasado para este nuevo cargo por un comité de dirigentes afines a Pekín. Lee fue el único candidato aprobado por el Partido Comunista de China en el proceso de selección para Jefe Ejecutivo de Hong Kong que debía ser designado este año luego de cumplido el período de Carrie Lam Cheng, su predecesora en el cargo y contra quién se enfocaban también las protestas de hace tres años.
Por su parte, el primer ministro británico Boris Johnson prometió el jueves no abandonar a Hong Kong, en una declaración con motivo del 25 aniversario de la cesión de ese territorio semiautónomo a China. “Hace 25 años, hicimos una promesa a ese territorio y su pueblo, y tenemos la intención de cumplirla, de hacer todo lo que podamos para que China cumpla sus compromisos para que Hong Kong esté nuevamente dirigido por y para sus habitantes”, agregó Johnson.
El jefe de gobierno de la otrora potencia colonial consideró además que “desde hace tiempo” China no respeta sus obligaciones y “amenaza tanto los derechos y las libertades de los hongkoneses, como el progreso y la prosperidad” de su territorio. Una declaración en total consonancia con aquella emitida esta misma semana en Madrid por la cumbre del G7, de la cual Reino Unidos forma parte sustancial. En la declaración final de la cita, el noruego Jean Stoltenberg, secretario general de la OTAN, informó que la cumbre del G7 había aprobado también su nuevo Concepto Estratégico, agregando que las “ambiciones declaradas y políticas coercitivas” de China “desafían” los intereses, seguridad y valores de la alianza noratlántica.
Un lenguaje muy similar se lee en el comunicado del G7 este año sobre el Indopacífico, incluyendo el estrecho de Taiwán, así como “las prácticas económicas y de trabajo forzado en China, sostenibilidad de la deuda y el papel chino en los esfuerzos para obstruir la mejora de la sostenibilidad de la deuda para países de bajos ingresos”, afirmaron.