El papa Francisco a pesar de la dolencia que afecta su rodilla y que lo obliga a trasladarse en silla de ruedas llegó este domingo a Canadá con el fin de realizar una “peregrinación penitencial”. Este acto se considera un paso importante para abordar el escándalo mundial del abuso sexual a niños por parte del clero y décadas de encubrimiento.
Antes de su partida, el papa envió un mensaje en Twitter en inglés y francés a sus “queridos hermanos y hermanas de Canadá”.
“Vengo entre ustedes para reunirme con los pueblos autóctonos. Espero que, con la gracia de Dios, mi peregrinación penitencial pueda contribuir al camino de reconciliación ya iniciado. Por favor, acompáñenme con la oración”, escribió.
Recorrido de reconciliación
Francisco comienza su peregrinación el lunes con una parada en la ciudad de Maskwacis, unos 100 kilómetros al sur de Edmonton, hogar de una de las escuelas residenciales más grandes de Canadá. Una multitud que se espera ronde las 15.000 personas, incluidos exalumnos de todo el país, presenciarán su discurso.
Aunque algunos han expresado entusiasmo por la disposición del Papa a reunirse con ellos, otros se preguntan si la corta duración de la visita puede ser suficiente para cerrar la herida. “Mucha gente se sentirá decepcionada por el tiempo que se les ha dado porque son años y años de trauma”, dijo el jefe de la nación Ermineskin Cree, Randy Ermineskin, durante una conferencia de prensa celebrada el mes pasado.
“Se disculpará y luego se irá (…). ¿Quién cuidará de estos individuos?”, preguntó.
El martes, el líder espiritual de los 1.300 millones de católicos del mundo celebrará una misa en un estadio con capacidad para 60.000 personas en Edmonton antes de dirigirse al noroeste, hacia Lac Sainte Anne, sitio de una importante peregrinación anual.
Luego viajará a la ciudad de Quebec, donde se reunirá con el primer ministro Justin Trudeau y celebrará una misa en la Basílica de Sainte-Anne-de-Beaupre, un santuario nacional que atrae a más de un millón de peregrinos cada año.
El viernes, el pontífice viajará a Iqaluit, hogar del mayor número de inuit del país, donde se reunirá con antiguos alumnos de la escuela residencial, antes de volver a Roma.
Como se recordará, el descubrimiento desde el año pasado de cientos de restos de niños indígenas en tumbas anónimas en escuelas públicas administradas por la Iglesia Católica obligó a Canadá a enfrentar su fallida política de asimilación forzada.
De manera similar, puso de relieve el papel de la Iglesia en lo que una comisión nacional de verdad y reconciliación ha llamado “genocidio cultural”. Alrededor de 150.000 niños de las Primeras Naciones, Metis e Inuit se matricularon desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990 en 139 escuelas residenciales, donde pasaron meses o años aislados de sus familias, su idioma y su cultura. Muchos de ellos fueron abusados físicos y sexualmente por directores y maestros.
Se cree que miles murieron por enfermedad, desnutrición o negligencia. Desde mayo de 2021 se han descubierto más de 1.300 tumbas anónimas en los sitios de las antiguas escuelas.