La aplastante victoria del rechazo por sobre el apruebo a la constitución escrita por la Convención Constitucional, sin duda marcará un antes y un después en la historia del país, luego de una derrota política y cultural que nunca olvidaremos quienes nos jugamos por un Chile más justo y que reconozca nuestra pluralidad.
De ahí que la histórica votación en Chile, muy por sobre cualquier otra en el pasado (85,81%) y la gran diferencia entre una y otra opción (61,86% y 38,14%), no solo es un triunfo inmenso para los sectores de derecha en el país, también nos muestra lo profundamente individualista, conservadora, llena de prejuicios y de miedos que tiene aún la sociedad chilena, aunque creyéramos y/o quisiéramos lo contrario.
Al parecer muchos vimos con bastante ingenuidad, que con la revuelta social y el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución del 2019, más el inmenso triunfo del apruebo por una nueva constitución en el 2020, Chile había entrado en unos niveles de politización tan grande que sería un procesos sin vuelta atrás, que ni siquiera los grandes grupos económicos podrían frenarlo.
Lamentablemente nos equivocamos, por lo que nos encontramos en un momento de mucha debilidad e incertidumbre, en donde sin duda esta derrota histórica será vivida por muchos sectores con gran frustración, pena y desesperanza, lo que nos hace estar en el peor de los escenarios posibles.
Asimismo, si bien está derrota tiene causas que van mucho más allá de los errores del apruebo durante todo este proceso constituyente, me parece importante poder mencionarlos, a modo de generar ciertos aprendizajes en el futuro, ya que se podría haber logrado un mucho mejor resultado en el plebiscito, a pesar de la enorme campaña de fake news y de desinformación del rechazo, a través de los grandes medios concentrados. .
En consecuencia, me parece que nos farreamos tener un gran texto constitucional en Chile, por el exceso de confianza de muchos convencionales constituyentes de movimientos sociales, la inconsistencia de los partidos políticos que fueron por el apruebo y el temor del gobierno.
En el caso de los constituyentes provenientes de movimientos sociales, muchos pecaron de soberbia, como si la aprobación de las normas por 2/3 en la Convención Constitucional fueran aceptadas automáticamente por todo Chile, mostrando formas de relacionarse sin ningún tino, a través de clausuras, funas y un exitismo desacerbado.
Además, no fueron capaces de ver que cada declaración y acción que hacían, estaba todo un país viéndolos, lo que obviamente iba a ser usado para magnificar cualquier tipo de error o estupidez que hicieran dentro de la Convención, como bien hicieron los grandes medios de información concentrados.
Al parecer se olvidaron rápidamente que la votación de convencionales constituyentes fue solo del 41, 51% del padrón electoral, lo que dejó una inmensa cantidad de personas que no se hicieron parte de ese proceso, pero que mayoritariamente fueron a votar durante este plebiscito de salida este 4 de septiembre.
En cuanto a los partidos políticos por el apruebo, no entendieron lo deslegitimados que están y no fueron capaces de articularse de manera ordenada a favor de la nueva carta magna, mostrando importantes diferencias, entre quienes por un lado estaban contentos con el texto constitucional y otros que no.
Me parece que esa inconsistencia, quedó muy bien reflejada en el llamado Acuerdo Unidas y Unidos para Aprobar una Nueva Constitución, el cual pretendió generar certezas, a través de ciertos cambios en la nueva constitución, en el caso de aprobarse, pero que en la práctica fue subordinarse al discurso del rechazo, al asumir que el nuevo texto constitucional tenía importante fallas, y por ende era malo.
Sobre el gobierno, se vio muy temeroso durante estos meses de trabajo de la Convención Constitucional y en la campaña, por ser denunciado por hacer intervencionismo electoral, por lo que hizo muy poco a nivel informativo sobre el proceso constituyente, descuidando completamente el rol que podría haber jugado el canal público (TVN), en términos de una oferta de contenido distinta y formativa que permitiera acercar a la ciudadanía a lo que estábamos viviendo como país.
Por último, con respecto a la franja de televisión por el apruebo, se vio un completo desorden entre los comandos, lo que generó un mensaje confuso, fragmentado y que no llamaba a la unidad de las y los chilenos, lo que seguramente no llegó a los indecisos y menos a los nuevos votantes.
En síntesis, la derrota histórica del pasado 4 de septiembre, si bien refleja un profundo conservadurismo e individualismo de la sociedad chilena, que nos negamos a ver durante todo este tiempo, hay errores que nos costaron caros, que debemos asumir y tratar de aprender de ellos, ante los nuevos escenarios del futuro que estarán por venir y que tendremos que sumarnos con la frente en alto y con esperanza.