La falta de claridad del Gobierno sobre el TPP-11

  • 23-09-2022

Mientras el presidente Gabriel Boric señalaba una tarde en Nueva York que su gobierno no apoyaba el TPP-11, que no estaba en el programa y que él había votado en contra en la Cámara de Diputados, al otro día el ministro de Hacienda Mario Marcel decía de tres maneras distintas que el Gobierno no se iba a oponer a su tramitación.

El Presidente dice que el Gobierno no lo apoya y el Ministro de Hacienda dice que el Gobierno no se opone. Manera muy chilena de esquivar un pronunciamiento claro al país sobre cuál es la posición del Ejecutivo. Porque resulta evidente que la discusión legislativa sobre el Tratado se descongeló luego de que la recién entrante ministra del Interior, Carolina Tohá, señalara en la televisión que el Gobierno iba a buscar las maneras de viabilizar el Tratado haciéndose cargo al mismo tiempo de las preocupaciones. Esta posición fue complementada en las horas siguientes por los ministros de Hacienda, Secretaría General de Gobierno y Relaciones Exteriores.

De lo anterior no puede sino deducirse que el Gobierno sí está favoreciendo la votación del TPP-11. Aquello no sería sorpresivo si no fuera por dos motivos: primero, porque no estaba en el programa de primera ni de segunda vuelta del entonces candidato. Y, segundo, porque hasta ahora era más que conocida la posición acérrimamente contraria del Mandatario respecto al Tratado.

Ya que, entonces, el TPP-11 no estaba en el programa que votó la ciudadanía y su texto no ha sufrido ninguna modificación en los últimos meses, sería razonable esperar que el Presidente explicara cuáles son las razones y los argumentos para cambiar tan drásticamente de posición. Porque aunque es formalmente cierto que la discusión está radicada en el Senado, es sabido que tanto en lo legal como en lo político, el Gobierno cuenta por de pronto con todas las herramientas para administrar el momento de la votación. Desde retirar el proyecto de trámite hasta conversar con las bancadas del oficialismo para darle tiempo a la discusión. Dicho de otra manera, si el proyecto se vota prontamente será porque el Ejecutivo quiso que ocurriera o no quiso impedirlo, que en el fondo es lo mismo.

Si esto último llegara a suceder, no se cumpliría con la premisa señalada por la ministra Tohá de hacerse cargo de las críticas y los cuestionamientos. Porque, como lo han señalado las mismas autoridades, las gestiones para acordar side letters que modifiquen la solución de controversias entre los inversionistas y los Estados están recién en desarrollo con los otros países suscriptores del acuerdo y, si queremos ser sinceros, hay que decir que son tan inciertas como improbables. A pesar de eso, el propio Ministro Marcel ha señalado que la fórmula es que se vote el Tratado primero y después se vean las side letters. Lo último podría no ocurrir nunca y el Gobierno lo sabe.

La discusión sobre el TPP-11 es extraordinariamente compleja. El texto tiene cientos de páginas y miles si se suman los anexos. Por lo mismo es que se ha pedido un debate amplio e informado que permita al país tomar la mejor decisión para su futuro. Hay quien dirá que cuatro años ha sido suficiente pero, por poner solo uno de muchos ejemplos, persiste un gran desconocimiento respecto a la verdadera capacidad normativa de las side letters, que además como se señaló en el párrafo anterior son de improbable aceptación.

Por tal razón es que no se entiende la precipitación, más aún cuando casi la mitad de los senadores de gobierno están en contra. Estaríamos frente a un escenario en que el Ejecutivo, aunque diga que no es parte de la jugada, podría ganar con la totalidad de los votos de la oposición y sin los votos propios, con las consecuencias políticas que aquello tendría al interior del oficialismo.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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