La extrema derecha gobernará en Suecia

Este lunes, el Parlamento sueco eligió como primer ministro al conservador Ulf Kristersson, que gobernará con una coalición que incluye a demócrata cristianos y liberales, además del importante apoyo externo del partido neonazi Demócratas de Suecia.

Este lunes, el Parlamento sueco eligió como primer ministro al conservador Ulf Kristersson, que gobernará con una coalición que incluye a demócrata cristianos y liberales, además del importante apoyo externo del partido neonazi Demócratas de Suecia.

Ulf Kristersson recibió 176 votos a favor y 173 en contra, logrando un voto más de los requeridos por el mecanismo que reglamenta la elección de premier en el país nórdico. Al respecto, Jimmie Åkesson, el líder del ultraderechista Demócratas de Suecia, reconoció que han obtenido “significativas” ventajas políticas en el acuerdo establecido con las demás fuerzas de derecha. “Es como si estuviésemos en el Gobierno”, afirmó. Por lo mismo, la líder socialista, Lena Hallengren, calificó al nuevo ejecutivo como dirigido “en buena medida” por los neonazis de Demócratas de Suecia.

De ese modo, luego que este martes 18 de octubre Kristersson presente su programa y su gabinete ante el Parlamento y asuma formalmente como Primer Ministro del Ejecutivo durante un consejo de Estado que será presidido por el rey Carlos Gustavo, las cuatro fuerzas políticas de la derecha que toman el poder en Suecia echarán a andar su programa de  que pondrá aún mayores trabas a la inmigración, endurecerá la lucha contra el crimen organizado, impulsará la energía nuclear (que estaba en retirada en Europa occidental) y recortará de modo significativo la ayuda social a los menos favorecidos.

Paradojalmente, el Partido Socialdemócrata fue el más votado en las legislativas del 11 de septiembre pasado, con un 30,3 %, seguido a la distancia por Demócratas de Suecia, que obtuvo un nada despreciable 20,5 % y los conservadores con un 19,1 %. Entonces, la coalición de la derecha tradicional compuesta por el Partido Moderado, los Demócratas Cristianos y los Liberales, más los Demócratas de Suecia lograron un 49,59 % de los votos (176 escaños de 349). Por su parte, la agrupación de izquierda (Partido Socialdemócrata, Partido de la Izquierda, Partido de Medio Ambiente (los Verdes) y Partido del Centro, obtuvo un 48,87 % de los votos (173 escaños). Exactamente el mismo número de escaños que hoy día decidió el futuro de Suecia al elegir a Ulf Kristersson como primer ministro.

Pero en este cuadro político escandinavo, lo que otras figuras de la ultraderecha europea como la francesa Marine Le Pen o la italiana  Giorgia Meloni hubiesen querido, Jimmie Åkesson lo hizo ventajosa realidad: los Demócratas de Suecia, el partido de origen neonazi y de extrema derecha que él lidera, se convirtió en la segunda fuerza parlamentaria en el Riksdag sueco. Pero, en la suma y resta de la realidad, ellos resultaron ser los verdaderos ganadores en esas elecciones, para las cuales encabezaron una virulenta campaña marcada por los temas de la criminalidad, la inmigración y la inflación. Pero también en honor a la realidad, hay que decir que no obstante su glamoroso éxito en las urnas, Åkesson sigue siendo considerado como una figura que no es deseada demasiado cerca, incluso por sus propios aliados.

El cambio político hacia este extremo parece abrupto, pero sin embargo fue gradual. Suecia, aquel país casi idílico de 10 millones de habitantes, que mantuvo por décadas una tradición de políticas progresistas y de vasta apertura democrática, no parecía ser un terreno fértil para que surgieran movimientos de extrema derecha y de supremacismo blanco. Pero los analistas consideran que hubo un factor por el que primordialmente comenzaron a aparecer grupos de extrema derecha. Se trataba de la idea de que “los suecos blancos están siendo desplazados”.

Y ello se afinca en hechos como que 160.000 personas, la mayoría de África, llegaron a Suecia tan sólo en 2015, siendo el país escandinavo que más refugiados acogió durante la ola de inmigrantes que llegó a Europa tan sólo ese año, sin hacer referencia a lo progresivo del fenómeno en los siete años posteriores hasta hoy. También la asociación de un aumento en la criminalidad con la llegada de inmigrantes comenzó a alimentar las publicaciones de muchos grupos de extrema derecha no solo en Suecia, sino en el mundo. Y los medios de comunicación mayoritariamente en manos de los grandes conglomerados informativos han afianzado esa imagen, otorgando amplios  espacios y cobertura a informaciones muchas veces erróneas o insignificantes.

Pero Åkesson no es el único líder de extrema derecha en Suecia. Uno de los históricos es Daniel Friberg, un empresario que tiene a cargo varios sitios de ultraderecha, que ha publicado libros como “El regreso de la verdadera derecha” además de ser impulsor del nacionalismo y admirador de Richard Spencer, uno de los más connotados cabecillas  del movimiento “alt-right” de Estados Unidos, así como de las campañas de Donald Trump. Con un gran historial en la extrema derecha en Suecia, Friberg, en los años 90, fue un miembro activo de los violentos grupos neonazis.

Este tipo de liderazgo va más allá del conservadurismo tradicional, pues impulsa una agenda como el nacionalismo y el supremacismo blanco, convirtiendo a Suecia en una suerte de laboratorio para los movimientos de extrema derecha.





Presione Escape para Salir o haga clic en la X