En las últimas semanas los serbios del norte de Kosovo -un semillero de nacionalismo serbio- se han enfrentado a la policía kosovar con una inusitada resistencia violenta. La misión EULEX de la Unión Europea, que despliega y planifica recursos policiales y civiles en Kosovo según el plan Ahtisaaren, calificó de “inaceptable” el ataque sufrido contra una de sus patrullas de reconocimiento y, aunque finalmente éste se saldó sin heridos, la tensión sigue siendo aumentando, especialmente frente a una policía que está considerada como antiserbia,
“Condenamos con dureza los actos violentos perpetrados por personas armadas en el norte de Kosovo, incluyendo la comunidad internacional”, han señalado los oficiales del EULEX, para luego pedir a los dirigentes de estos grupos serbokosovares que se abstengan de realizar más actos de provocación e instando a las instituciones de Kosovo a que lleven a los autores ante la Justicia” El comunicado de la misión europea concluye que apoya, con cientos de expertos, la creación de un Estado de Derecho en Kosovo.
También se ha pronunciado el alto representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, quien ha pedido a los serbokosovares que retiren “inmediatamente” las barricadas. El jefe de la diplomacia europea solicitó, además, que se rebaje la tensión, después que ayer domingo grupos de serbokosovares bloquearan con grandes camiones y numerosos otros vehículos las carreteras en los municipios de Zvecan y Leposavic, con el propósito de impedir que la policía kosovar pudieran trasladar a un ex efectivo serbokosovar sospechoso de organizar actos terroristas.
Por su parte, el ministro del Interior de Kosovo, Xhelal Svecla, ha adelantado que la policía eliminará las barricadas de camiones y vehículos colocadas en las carreteras del norte por los serbios pero, dijo, “cuando lo considere oportuno”. Agregó que muy pronto la situación va cambiar y ya no habrá barricadas, afirmó enfáticamente Svecla ante la prensa en la capital, Pristina, sin dar más detalles. Otra consecuencia del estallido de estas nuevas tensiones ha sido que la presidenta de Kosovo, Vjosa Osmani, anunció el aplazamiento hasta abril de 2023 de las elecciones previstas para el próximo 18 de diciembre en el norte de Kosovo.
En tanto, el líder de los serbios de Kosovo del norte, Goran Rakic, afirmó, a través de un comunicado publicado en Facebook, que dispone de informaciones según las que el primer ministro de Kosovo, Albin Kurti, enviará unidades especiales al norte para lanzar una ofensiva contra los serbokosovares. Éste, por su parte, conminó en duros términos a los serbokosovares a terminar con el corte de carreteras: “las barricadas de criminales enmascarados en el norte deben retirarse de inmediato”, les advirtió en un comunicado y agregó que su gobierno estaba en contacto con la misión de mantenimiento de la paz de la OTAN que tiene más de 3.000 soldados estacionados en territorio kosovar.
No obstante, los antecedentes para esta crisis comenzaron a acumularse ya durante el pasado mes de noviembre, cuando los alcaldes serbios de los municipios del norte de Kosovo, junto con los jueces locales y al menos unos 600 agentes de policía, dimitieron en protesta por la decisión del gobierno de sustituir las placas patentes para los automóviles, que provienen de Belgrado, por las confeccionadas en Pristina.
Así, mientras el presidente de Serbia (la mayor de las ex repúblicas yugoslavas), Aleksandar Vucic, afirmaba que su país pediría a la misión de mantenimiento de la paz KFOR de la OTAN que les permitiera desplegar tropas y policías en Kosovo – aunque reconociendo que no había posibilidad de que aquello se concediera- en Pristina, el primer ministro, Albin Kurti, respondía a Vucic.: “no buscamos el conflicto, sino el diálogo y la paz. Pero déjenme ser claro: la República de Kosovo se defenderá a sí misma, con fuerza y decisión”, arguyó, Las tensiones entre Kosovo y Serbia, que no reconoce la independencia unilateral que su antigua provincia declaró en 2008, preocupa porque al escalar a niveles no vistos desde hace años, llevar a un nuevo estallido étnico, religioso y cultural de proporciones en la sufrida península de los Balcanes.