Cuando en 2002 el esquiador de fondo alemán nacionalizado español Johann Mühlegg ganó tres medallas de oro para España en los Juegos Olímpicos de Salt Lake City, los medios de comunicación españoles lo nombraban siempre, cariñosamente, como Juanito: «Juanito Mueleg». Y hablaban mucho de él además. Pero cuando al año siguiente se descubrió que se había dopado y el Comité Olímpico le retiró las tres medallas, los medios en España dejaron de decir Juanito y pasaron a referirse a él otra vez como Johann Müelegg, antes de dejar de hablar de él por completo.
Cuando en 2022 Estados Unidos anunció el levantamiento de ciertas sanciones a Venezuela para volver a comprarle su petróleo, los medios de comunicación occidentales (también los españoles), dejaron de llamar a Nicolás Maduro «dictador» para referirse a él como «presidente de Venezuela», y Juan Guaidó dejó de aparecer rotulado en las televisiones como «presidente encargado de Venezuela» para pasar a ser «dirigente de la oposición venezolana», antes de ser olvidado por completo.
En 2016, el periodista ganador del premio Pulitzer Seymour Hersh era presentado en la prensa alemana, en Der Spiegel por ejemplo, como «el legendario periodista de investigación». Pero tras publicar la semana pasada que Estados Unidos destruyó el gasoducto Nord Stream, de «legendario periodista» ha pasado a ser en la prensa occidental «el polémico periodista», o simplemente el «bloguero» Seymour Hersh.
Este simple cambio por parte de muchos medios occidentales en la forma de nombrar, en este caso, al premio Pulitzer Seymour Hersh, es de por sí bastante significativo de cómo se está tratando mediáticamente en esta parte del mundo su acusación a EEUU de haber volado el gasoducto Nord Stream. Básicamente lo que está pasando son dos cosas: 1.- relativo silencio en los medios mainstream en Europa y EEUU ante una revelación que, de ser cierta, tiene una importancia inmensa. Y 2.- no se está produciendo tanto un debate sobre el hecho en sí (la destrucción del gasoducto y qué implicaría, qué consecuencias podría tener, que EEUU efectivamente haya sido el autor de ese ataque), sino que todo se desvía a disquisiciones sobre si esa investigación, atendiendo a sus características, debería ser publicada o no.
Pues lo ha sacado France24, el diario británico The Times, brevemente el canal alemán Deutsche Welle y poco más en grandes cabeceras internacionales. Respecto a Estados Unidos, hemos visto algo en Democracy Now!, el programa de Amy Goodman, de línea progresista. Pero más allá de eso, poca cosa. Azahara Palomeque, en un artículo que ha publicado en La Marea, titulado «¿Quién voló los gasoductos? Opacidad informativa frente al relato de Hersh», escribe que «en la nación acusada de perpetrar el ataque no se han podido encontrar referencias exceptuando Fox News –se han consultado específicamente las siguientes fuentes durante la mañana del viernes día 10 de febrero: The New York Times, The Washington Post, CNBC, CNN, y NPR–.
Ese silencio ha sido instrumentalizado por Tucker Carlson, el presentador de la Fox, cadena conocida por su orientación abiertamente de derechas y sus simpatías a Trump: «Nos estamos convirtiendo en Corea del Norte», ha bromeado respecto a la censura mediática. En Alemania, uno de los principales damnificados directos por la destrucción del gasoducto, las revelaciones de Hersh también están pasando sin pena ni gloria.
Lo recoge otro artículo que firma Carmela Negrete en El Salto: «El silencio alemán ante la voladura de los gasoductos Nord Stream». Dice este texto en El Salto: «El escándalo de la voladura de los principales gasoductos ha desaparecido de la opinión pública en los grandes medios. Este miércoles salía a la luz un reportaje escrito por el conocido periodista norteamericano Seymour Hersch acusando a los Estados Unidos de la autoría del ataque terrorista contra el gasoducto ruso-alemán Nord Stream. El reportaje fue ignorado por buena parte de la prensa alemana el mismo día de su publicación y también al día siguiente, mientras las redes sociales y los medios alternativos ardían con dicha noticia. El artículo de Wikipedia sobre el periodista estadounidense en alemán cambió en cuestión de horas de definirlo como un periodista de investigación de prestigio, galardonado con el premio Pulitzer, que llevó a cabo importantes investigaciones, a descreditarlo asegurando que difundía informaciones erróneas».
Os leo un párrafo más de este artículo de El Salto sobre la cobertura en la prensa alemana. Dice: «Tres días más tarde, la tónica general con la cual se informó sobre una noticia que estaba ya en boca de todos fue que su autor solo se basaba en una fuente y que desde Washington han negado los hechos «rotundamente». Os quería leer esto porque define muy bien cuál está siendo también la cobertura que están haciendo muchos medios españoles. Por ejemplo. Noticia en eldiario.es, sin firma: «El Kremlin reclama una investigación que revele quién causó las explosiones del Nord Stream y pide explicaciones a EEUU. La reclamación rusa llega después de que el periodista Seymour Hersh, en un artículo publicado en su blog personal en Substack, afirmara que los gasoductos fueron destruidos en una operación militar norteamericana con la colaboración estrecha de Noruega. En su post, Hersh, ganador del premio Pulitzer, cita una fuente no identificada que afirmaba que buzos de la Marina estadounidense habían destruido los oleoductos por orden del presidente, Joe Biden».
Eldiario.es añade que «las afirmaciones no han sido corroboradas por más medios. Al tiempo, la Casa Blanca las ha tachado de «totalmente falsas y de completa ficción». El Ministerio de Asuntos Exteriores de Noruega, por su parte, ha dicho que las acusaciones eran absurdas». Y un poco más adelante, la noticia de eldiario.es cita un texto que ha escrito uno de los redactores de este periódico, Iñigo Sáenz de Ugarte. Se titula: «Seymour Hersh tiene una teoría sobre el sabotaje de los gasoductos rusos, pero hay varias cosas que no tienen sentido». Viene a decir que este tipo, Hersh, fue en su momento un gran periodista pero que en los últimos años «todo empezó a torcerse» cuando publicó otra serie de cosas sobre la captura de Bin Laden que tenían «errores» similares, dice Ugarte, a los que tiene ahora esta publicación sobre la destrucción del Nord Stream.
La forma en que eldiario.es recogía la investigación de Hersh se parece mucho a lo que decía El Salto sobre la prensa alemana: se insiste en que se basa en una sola fuente anónima, se le contesta con el desmentido oficial del Gobierno de Estados Unidos y digamos que se intenta desacreditar un poco la figura de quien lo ha publicado. Y contenidos similares han publicado también otros diarios y agencias en España (La Vanguardia, Europa Press, El Correo, Expansión o El Confidencial). CTXT es el medio que más relevancia ha dado a las revelaciones de Hersh, de hecho ha publicado la investigación traducida al castellano.
La Marea también tiene contenidos como el que mencioné antes de Azahara Palomeque. Crónica Libre ha publicado también. En radios ha habido algo en la SER y en Onda Cero, y algo más en RAC1. Y en televisiones nada, salvo un poco también en Televisió de Catalunya. Como os decía antes, aquí el debate, más que sobre el hecho en sí, está girando en torno a si la investigación de Hersh cumple o no los estándares mínimos para ser publicada. Es un debate, lógicamente, que se está produciendo sobre todo entre periodistas y a través de las redes. Algunos tuits de estos días de algunos periodistas, como Pedro Vallín: «Hay un grave defecto que un Bob Woodward jamás cometería: Hersh solo dispone de una fuente. La forma legítima de publicar algo tan grave sin fuente de confirmación es revelar el nombre de esa fuente única. Y no lo hace. Pero, maldita sea, qué historia».
Antonio Maestre: «El Pulitzer te lo dan por una investigación, no por el nombre. Y una noticia con una fuente anónima ni siquiera llega a publicarse. También Tamames era comunista y ahora quiere liderar una moción con Vox. Ese es el Hersh». Otro de Maestre: «La «investigación» se basa únicamente en una fuente anónima. Esto no es publicable con unos estándares mínimos». Sí, Maestre ha sido seguramente la figura del periodismo español más beligerante contra Hersh.
Y ha habido gente en Twitter que le ha recordado algunas «noticias» entre comillas que él sí consideró aptas para publicar y para difundir él mismo, sobre todo esta de septiembre de 2019, tuit de Antonio Maestre: «Esto ya es otra cosa: los CDR escondían termita ya mezclada y un listado de objetivos para atentar». Enlazaba una «noticia», esta sí entre comillas, o una «falsa noticia», por hablar claro, de El Confidencial, que formó parte de toda una estrategia mediática para criminalizar a los CDR en el marco de la persecución contra el independentismo catalán, acusándolos de terroristas. Finalmente, todo esto quedó en nada y los acusados fueron absueltos.
Todas las que recogen las versiones policiales sobre las cosas sí se publican, aunque se basen en una única fuente que es la Policía. O como aquella portada falsa de El País en la que salía una supuesta foto de Chávez agonizando, y resultó que no era Chávez, era otra persona. O, por no irnos tan lejos y no salirnos del marco de la guerra, como las noticias que se publicaron hace unos meses sobre el supuesto misil que Rusia había tirado en Polonia. La Vanguardia, 15 de noviembre de 2022: «El impacto de al menos un misil ruso en territorio de Polonia, que causó la muerte de dos personas en Przewodów (Pshevóduv), un pueblo cercano a la frontera con Ucrania, desató este miércoles las mayores alarmas». La Razón: «La lluvia de misiles de Rusia alcanza a Polonia y provoca la muerte de dos personas. El Ejército ruso lanza su mayor ataque con proyectiles desde el inicio de la guerra en Ucrania». Y el periodista de AP que dio la noticia fue despedido.
Pero la noticia se publicó sin ningún problema por parte de todos los medios occidentales y el debate que generó no fue sobre ética periodística, fue sobre las consecuencias que podía tener ese hecho, que básicamente significaría una agresión rusa contra territorio OTAN y por tanto una probable mundialización de la guerra. Claro, porque eran noticias que iban a favor del relato oficial. Muy a diferencia de lo que está sucediendo con la destrucción del Nord Stream: la discusión no gira, por ejemplo, en torno a si esto podría ser considerado un acto de guerra por Alemania, sino que lo que hay es un debate de facultad de periodismo sobre las condiciones que debe reunir una noticia para ser publicada.
Os leo algunos más. Miguel Mora, director de CTXT: «El Colegio Oficial de Tertulianos a sueldo de Florentino, Ferreras, Berlusconi, Casals, Ana Rosa y Villarejo hace un llamamiento a CTXT para que se abstenga de publicar reportajes de un Premio Pulitzer porque solo cita una fuente. #EstáPasandoOiga». Miguel Álvarez-Peralta, que es profesor en una facultad de periodismo: «Sean honestos: si Seymour Hersh te ofrece una información así sobre Nord Stream y no la publicas porque «no has podido contrastarla», es que hace tiempo que como periodista estás muerto —o vendido, o amordazado, que viene a ser lo mismo— . La pregunta es cómo, no si darla o no».
Y un hilo de Olga Rodríguez: «Sobre el reportaje de Hersh: ¿Se puede probar hoy que fue EEUU el autor del ataque a los gasoductos? No. ¿Es legítimo que se preste atención al reportaje de Hersh? Sí. 2- el reportaje ha provocado reacción en Washington, que ha desmentido su contenido, y en Rusia, que ha exigido una investigación internacional y mostrado enfado. 3 – estas y otras reacciones han sido recogidas por diversos medios y agencias internacionales como Reuters. Es legítimo que lo hagan. Podemos hacer como que no existe y que no ha dado que hablar en centros de poder, pero lo cierto es que lo ha hecho. No es pecado contarlo. 4- por lo demás, ¿las declaraciones de Biden hace meses diciendo que si Rusia invadía «no habrá Nord Stream» y las de Nuland hace unos días alegrándose de que el Nord Stream 2 ya no esté prueban que fue EEUU? No. ¿Debemos por ello ocultarlas como han hecho algunos medios?».
«5- Por lo demás, también en España varios medios -como La Vanguardia o la SER- han decidido informar de la existencia del reportaje de Hersh. 6- dicho esto, puede que haya ciudadanos que prefieran no saber que Hersh ha publicado ese artículo. Pero seguro que otros prefieren saber que existe, leerlo para analizar qué dice y en qué se basa y saber qué reacciones ha suscitado. 7- por último: en esta época en la que se han normalizado algunas censuras, no está de más reflexionar sobre qué margen de espacio se está dejando a la ciudadanía para que desarrolle análisis y pensamiento propio».
Acabo con un tuit de otro periodista, Javier Lezaola, que creo que resume bastante bien todo esto: «La movida de los medios es que mientras vayas a favor de corriente, puedes soltar cualquier burrada y no pasa nada (ahí tenemos a Inda y Ferreras, sentados donde siempre), pero como se te ocurra publicar algo que vaya a contracorriente, nada es suficiente ni aunque tengas el Pulitzer».
A mí me parece que ahí está la clave: más allá de si la investigación de Hersh es cierta o no, lo que está sucediendo con esta noticia apunta a esa conclusión. Es más fácil mentir yendo a favor del discurso mainstream que informar en contra de ese discurso mainstream. Por eso todos los medios corren a publicar sin contrastar nada que un misil ruso ha caído en Polonia, pero se plantean sesudas disquisiciones sobre ética periodística cuando la noticia va en contra del relato oficial. Por eso hay mentirosos profesionales en los platós y Julian Assange está en la cárcel.
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Anexo:
Goebbels está presente en las redes sociales
Joseph Goebbels, jerarca nazi encargado de la propaganda del régimen fue quien sistematizó e hizo pública su técnica, la cual que utilizó para lograr uno de sus objetivos políticos. afirmando que: “una mentira (hoy fake news) dicha una vez seguirá siendo una mentira, pero si la repites miles de veces será una verdad, la gente la creerá, y terminarás por creerla tú también”. Un ejemplo actual mundialmente conocido es la afirmación de Trump de que le robaron la elección. No habiendo ninguna prueba que lo avale, más del 70% de los que votaron por él siguen creyendo que es verdad: Goebbels está presente en las redes sociales.