“El Principito”, cuyo autor fue el experto aviador y exitoso escritor galo Antoine de Saint-Exupéry, nacido en Lyon, en 1900, es una verdadera oda a la imaginación, contada a través de la mirada de un niño que vive en un planeta muy pequeño con una rosa, con volcanes activos e inactivos, y brotes del árbol baobab contra los que lucha. La rosa y el principito no se llevan bien porque la exquisita flor era, sin embargo, gruñona y exigente. Así que el niño decide irse y emprende un largo viaje de exploración de siete planetas, cuya última parada es el planeta Tierra.
Se trata, en definitiva, de aquel recuerdo de la niñez pleno de ingenuidad sin prejuicios que vive en cada uno de nosotros. Pero, al mismo tiempo, bajo el lenguaje infantil, la breve novela aborda -en sus 27 capítulos- grandes temas de la vida adulta, como el amor, la soledad, la muerte. “El Principito” fue el último libro de Saint-Exupéry, quien desde muy pequeño manifestó su interés por la aviación y aprendió el oficio de volar durante su servicio militar.
No obstante, poco se sabe de este escritor galo que tempranamente, en 1926, publicaba su primera novela breve titulada, precisamente, “El aviador”. Casi en paralelo, obtuvo un contrato como piloto para una agencia privada. En ese oficio pudo desempeñarse como jefe de la estación aérea que esa empresa mantenía en el Sahara español y en ese período (1929) escribió su segunda novela “Correo del Sur”. Pero como, además, era un hombre con múltiples talentos, en los años 30, en plena depresión, incursionó en el cine, donde realizó adaptaciones de guiones cinematográficos, entre otras variadas actividades.
Saint-Exupéry tuvo una vida ciertamente aventurera: voló al Moscú bolchevique y a la España Republicana sitiada por el fascismo y la guerra, escribiendo reportajes y artículos para varias revistas. También formó parte de las misiones de la aviación francesa durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el piloto y escritor vivió dos años en Argentina, cubriendo fascinado el cielo hasta Asunción, por el norte, y volando a través de la ciclópea Cordillera los Andes hasta Santiago de Chile y a la Patagonia. Las aventuras de Saint-Exupéry volando sobre Argentina y Chile formaron la base de su novela de 1931 “Vol de Nuit” (Vuelo nocturno), un libro que fue recibido con gran aclamación en su Francia natal.
Luego se radicaría por unos años en Nueva York. Fue allí donde plasmó en cuartillas en blanco las historias, incidentes, aventuras y anécdotas que había vivido para, finalmente, editar y publicar el libro titulado “Piloto de guerra” (1942). Y también fue allí que el 6 de abril de 1943 apareció su obra cumbre, “El Principito”, catalogada como una las mayores creaciones literarias del siglo XX. Una novela corta -o cuento largo- que ha sido traducida a centenares de idiomas, el más reciente de los cuales es la lengua aymara. Tres años después de su aparición fue traducido al francés. Sin embargo, el célebre autor nunca llegó a verlo.
He aquí cinco frases memorables de “El Principito” para atesorar:
- “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”.
- “Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo recuerdan)”.
- “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser feliz”.
- “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”.
- “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.
El 31 de julio de 1944, enrolado en las filas del ejército aliado durante los años finales de la Segunda Guerra Mundial, el escritor se embarcó para realizar un vuelo de reconocimiento sobre el Mediterráneo a bordo de un Lockheed Lightning P-38.
Pero jamás retornó.
Imagen de portada: RFI/AFP – Stephane de Sakutin. Imagen del escritor francés Antoine de Saint Exupery en la exposición del manuscrito de ‘El principito’, el 15 de febrero de 2022 en el Museo de Artes Decorativas de París.
“El Principito”, cuyo autor fue el experto aviador y exitoso escritor galo Antoine de Saint-Exupéry, nacido en Lyon, en 1900, es una verdadera oda a la imaginación, contada a través de la mirada de un niño que vive en un planeta muy pequeño con una rosa, con volcanes activos e inactivos, y brotes del árbol baobab contra los que lucha. La rosa y el principito no se llevan bien porque la exquisita flor era, sin embargo, gruñona y exigente. Así que el niño decide irse y emprende un largo viaje de exploración de siete planetas, cuya última parada es el planeta Tierra.
Se trata, en definitiva, de aquel recuerdo de la niñez pleno de ingenuidad sin prejuicios que vive en cada uno de nosotros. Pero, al mismo tiempo, bajo el lenguaje infantil, la breve novela aborda -en sus 27 capítulos- grandes temas de la vida adulta, como el amor, la soledad, la muerte. “El Principito” fue el último libro de Saint-Exupéry, quien desde muy pequeño manifestó su interés por la aviación y aprendió el oficio de volar durante su servicio militar.
No obstante, poco se sabe de este escritor galo que tempranamente, en 1926, publicaba su primera novela breve titulada, precisamente, “El aviador”. Casi en paralelo, obtuvo un contrato como piloto para una agencia privada. En ese oficio pudo desempeñarse como jefe de la estación aérea que esa empresa mantenía en el Sahara español y en ese período (1929) escribió su segunda novela “Correo del Sur”. Pero como, además, era un hombre con múltiples talentos, en los años 30, en plena depresión, incursionó en el cine, donde realizó adaptaciones de guiones cinematográficos, entre otras variadas actividades.
Saint-Exupéry tuvo una vida ciertamente aventurera: voló al Moscú bolchevique y a la España Republicana sitiada por el fascismo y la guerra, escribiendo reportajes y artículos para varias revistas. También formó parte de las misiones de la aviación francesa durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el piloto y escritor vivió dos años en Argentina, cubriendo fascinado el cielo hasta Asunción, por el norte, y volando a través de la ciclópea Cordillera los Andes hasta Santiago de Chile y a la Patagonia. Las aventuras de Saint-Exupéry volando sobre Argentina y Chile formaron la base de su novela de 1931 “Vol de Nuit” (Vuelo nocturno), un libro que fue recibido con gran aclamación en su Francia natal.
Luego se radicaría por unos años en Nueva York. Fue allí donde plasmó en cuartillas en blanco las historias, incidentes, aventuras y anécdotas que había vivido para, finalmente, editar y publicar el libro titulado “Piloto de guerra” (1942). Y también fue allí que el 6 de abril de 1943 apareció su obra cumbre, “El Principito”, catalogada como una las mayores creaciones literarias del siglo XX. Una novela corta -o cuento largo- que ha sido traducida a centenares de idiomas, el más reciente de los cuales es la lengua aymara. Tres años después de su aparición fue traducido al francés. Sin embargo, el célebre autor nunca llegó a verlo.
He aquí cinco frases memorables de “El Principito” para atesorar:
- “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”.
- “Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo recuerdan)”.
- “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser feliz”.
- “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”.
- “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.
El 31 de julio de 1944, enrolado en las filas del ejército aliado durante los años finales de la Segunda Guerra Mundial, el escritor se embarcó para realizar un vuelo de reconocimiento sobre el Mediterráneo a bordo de un Lockheed Lightning P-38.
Pero jamás retornó.
Imagen de portada: RFI/AFP – Stephane de Sakutin. Imagen del escritor francés Antoine de Saint Exupery en la exposición del manuscrito de ‘El principito’, el 15 de febrero de 2022 en el Museo de Artes Decorativas de París.
“El Principito”, cuyo autor fue el experto aviador y exitoso escritor galo Antoine de Saint-Exupéry, nacido en Lyon, en 1900, es una verdadera oda a la imaginación, contada a través de la mirada de un niño que vive en un planeta muy pequeño con una rosa, con volcanes activos e inactivos, y brotes del árbol baobab contra los que lucha. La rosa y el principito no se llevan bien porque la exquisita flor era, sin embargo, gruñona y exigente. Así que el niño decide irse y emprende un largo viaje de exploración de siete planetas, cuya última parada es el planeta Tierra.
Se trata, en definitiva, de aquel recuerdo de la niñez pleno de ingenuidad sin prejuicios que vive en cada uno de nosotros. Pero, al mismo tiempo, bajo el lenguaje infantil, la breve novela aborda -en sus 27 capítulos- grandes temas de la vida adulta, como el amor, la soledad, la muerte. “El Principito” fue el último libro de Saint-Exupéry, quien desde muy pequeño manifestó su interés por la aviación y aprendió el oficio de volar durante su servicio militar.
No obstante, poco se sabe de este escritor galo que tempranamente, en 1926, publicaba su primera novela breve titulada, precisamente, “El aviador”. Casi en paralelo, obtuvo un contrato como piloto para una agencia privada. En ese oficio pudo desempeñarse como jefe de la estación aérea que esa empresa mantenía en el Sahara español y en ese período (1929) escribió su segunda novela “Correo del Sur”. Pero como, además, era un hombre con múltiples talentos, en los años 30, en plena depresión, incursionó en el cine, donde realizó adaptaciones de guiones cinematográficos, entre otras variadas actividades.
Saint-Exupéry tuvo una vida ciertamente aventurera: voló al Moscú bolchevique y a la España Republicana sitiada por el fascismo y la guerra, escribiendo reportajes y artículos para varias revistas. También formó parte de las misiones de la aviación francesa durante la Segunda Guerra Mundial. De hecho, el piloto y escritor vivió dos años en Argentina, cubriendo fascinado el cielo hasta Asunción, por el norte, y volando a través de la ciclópea Cordillera los Andes hasta Santiago de Chile y a la Patagonia. Las aventuras de Saint-Exupéry volando sobre Argentina y Chile formaron la base de su novela de 1931 “Vol de Nuit” (Vuelo nocturno), un libro que fue recibido con gran aclamación en su Francia natal.
Luego se radicaría por unos años en Nueva York. Fue allí donde plasmó en cuartillas en blanco las historias, incidentes, aventuras y anécdotas que había vivido para, finalmente, editar y publicar el libro titulado “Piloto de guerra” (1942). Y también fue allí que el 6 de abril de 1943 apareció su obra cumbre, “El Principito”, catalogada como una las mayores creaciones literarias del siglo XX. Una novela corta -o cuento largo- que ha sido traducida a centenares de idiomas, el más reciente de los cuales es la lengua aymara. Tres años después de su aparición fue traducido al francés. Sin embargo, el célebre autor nunca llegó a verlo.
He aquí cinco frases memorables de “El Principito” para atesorar:
- “Fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante”.
- “Todos los mayores han sido primero niños (pero pocos lo recuerdan)”.
- “Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde; desde las tres yo empezaría a ser feliz”.
- “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”.
- “He aquí mi secreto, que no puede ser más simple: sólo con el corazón se puede ver bien; lo esencial es invisible a los ojos”.
El 31 de julio de 1944, enrolado en las filas del ejército aliado durante los años finales de la Segunda Guerra Mundial, el escritor se embarcó para realizar un vuelo de reconocimiento sobre el Mediterráneo a bordo de un Lockheed Lightning P-38.
Pero jamás retornó.
Imagen de portada: RFI/AFP – Stephane de Sakutin. Imagen del escritor francés Antoine de Saint Exupery en la exposición del manuscrito de ‘El principito’, el 15 de febrero de 2022 en el Museo de Artes Decorativas de París.
