Palos y zanahorias

  • 23-04-2023

La Argentina recibió en las últimas semanas a tres funcionarios estadounidenses enviados para obstaculizar, limitar o abortar la cooperación con la República Popular China en las áreas científica, tecnológica, energética y de defensa. Las visitas coincidieron, en términos cronológicos, con el intento de los poderes fácticos domésticos por motorizar una corrida cambiaria, apelando al dólar, la verde moneda de los enviados desde Washington. Aunque parezcan ajenos, las visitas y el tembladeral financiero poseen nexos comunicantes.

La número dos del Departamento de Estado, Wendy Sherman, aterrizó el jueves en Buenos Aires después de mantener un encuentro con Sergio Massa en República Dominicana, en una escala del viaje que el ministro de Economía realizó para entrevistarse con las autoridades del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. Sherman fue recibida por Alberto Fernández y por el canciller Santiago Cafiero, quienes escucharon las reiteradas demonizaciones realizadas sobre Beijing y las promesas de colaboración en relación al endeudamiento con el FMI, avalado por el gobierno de Estados Unidos en 2018 para promover el triunfo electoral de Mauricio Macri.

Como balance de su visita, la funcionaria del Departamento de Estado señaló que “juntos, Estados Unidos y la Argentina pueden ayudar a brindar combustible y alimentos al mundo. Nuestras naciones van a seguir siendo líderes esenciales en el continente americano”. El etiquetamiento de la Argentina como exclusivo proveedor extractivista, y a la vez exportador de materias primas, sinceró el interés estratégico del periplo diplomático centrado, además, en frustrar el desarrollo de la cuarta central nuclear argentina, nominada como Atucha III, efectivizada con financiamiento chino por 8.000 millones de dólares.

La visita de Sherman fue paralela a la del presidente de la Comisión Reguladora Nuclear estadounidense, Christopher Hanson, quien visitó el predio donde se emplaza la futura central nuclear. En marzo último, visitó la planta el secretario adjunto de Energía, David Turk, y en enero hizo lo propio el embajador Marc Stanley. La preocupación de los estadounidenses se debe –según profesionales de Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA) y la Comisión Nacional de Energía Atómica (CONRA)– a que en el último año se reiniciaron las obras, que estuvieron paralizadas desde la asunción de Mauricio Macri hasta que Gustavo Beliz renunció a su cargo de secretario de Asuntos Estratégicos.

Desde la asunción de Alberto Fernández en 2019 hasta el reinicio de las obras de Atucha, en 2022, la Casa Rosada consintió la paralización de las obras aduciendo que Beijing demoraba los desembolsos. La visita de Hanson, además, incluyó la inspección de la obra donde se emplaza el primer reactor nuclear de potencia íntegramente diseñado y construido en la Argentina, conocido como CAREM. Los profesionales de la CONEA y de la NA-SA que fueron testigos de la visita sugirieron que Hanson recorrió las instalaciones con la obvia intención de realizar una operación de inteligencia industrial, para poder transmitirla a los competidores estadounidenses.

Wendy Sherman, antes de su regreso, expresó –con relación a la central nuclear financiada por China– que “nosotros tenemos productos superiores para ofrecer”. Y agregó sin ruborizarse: “¿La seguridad, la soberanía de la Argentina se va a proteger? La soberanía es muy importante y tenemos que asegurarnos de que se proteja”.

La titular del Comando Sur, Laura Richardson, por su parte, se reunió con el ministro de Defensa Jorge Taiana, de lo que informamos en la nota principal de esta edición.

Recursos estratégicos

La gira de los estadounidenses incluyó Chile, donde el Presidente Gabriel Boric Font acaba de formalizar una Política Nacional del Litio que no le resultó amigable a los funcionarios de Washington porque dispone la potencial creación de una empresa nacional del litio, la inmediata participación de la Corporación Nacional del Cobre y la exigencia de la explotación del mineral sin recurrir al sistema de evaporación, que exige la utilización de dos millones de litros de agua por cada tonelada de litio obtenido. Estas tres condiciones motivaron la airada protesta de las empresas estadounidenses que acusan al gobierno de Boric de limitar al libre mercado, vulnerar a las empresas privadas, imponer criterios estatistas a la producción del litio y encarecer su extracción al instituir prerrogativas de cuidado ambiental. Chile cuenta con la tercera mayor reserva mundial de litio, con casi 10 millones de toneladas. La Argentina ocupa el segundo lugar con 19,3 millones y Bolivia en el primer puesto con 21 millones de toneladas.

Los temas del litio y de china estuvieron presentes también en la visita de la generala Richardson a Chile, donde mantuvo un encuentro con el jefe del Ejército de ese país, Javier Iturriaga. En su periplo, además, recorrió el Estrecho de Magallanes y subrayó el interés de Estados Unidos en la Antártida, al tiempo que cuestionó la aspiración de China de contar con una base cercana a Tierra del Fuego.

America Latina y el Caribe han resurgido en términos geopolíticos como resultado de la competencia global que la guerra en Ucrania catalizó. La confrontación dispone dos modelos de organización internacional. Por un lado, el modelo impuesto por Washington de un “orden internacional basado en reglas”, decididas de forma unilateral. Y por el otro, el modelo multilateral, sugerido por China y Rusia, que dispone normas instituidas de forma colectiva, respetando la soberanía.

El hegemonismo estadounidense recurre al dólar para disciplinar al resto del mundo y apela a las sanciones unilaterales –contrarias al derecho internacional– que requieren de la moneda estadounidense para hacerse efectivas. La emergencia del multilateralismo impulsado prioritariamente por la alianza entre Moscú y Beijing y el efecto de alarma que generan las sanciones han llevado a muchos gobiernos a iniciar procesos de desdolarización, situación que pone a Washington frente a una encrucijada. La realidad es que muchos países, con fuertes vínculos comerciales con China y/o temiendo posibles sanciones, se empiezan a desprender de los bonos del Tesoro e inician transacciones de importación y exportaciones al margen del dólar.

Brasil y China firmaron en marzo un acuerdo para el comercio bilateral, por un valor equivalente a los 150.000 millones de dólares. China es el principal socio comercial de Brasil, la principal economía de América Latina, razón que motivó el nombramiento de Dilma Rousseff como titular del Nuevo Banco de Desarrollo (NDB), institución financiera creada por los BRICS para apuntalar proyectos de desarrollo conjuntos entre sus socios. El banco fue creado en 2014 por los cinco fundadores de esa asociación y la ex mandataria de Brasil asumió su cargo el último 13 de abril en Shanghái, sede central del órgano crediticio.

Alarmas

En la ceremonia de asunción, el Presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, se interrogó en forma retórica “¿Por qué todos los países necesitan hacer su comercio respaldado por el dólar? ¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas? ¿Quién decidió que fuera el dólar?”. Con relación a las críticas proferidas por el establishment de su país, el mandatario advirtió que “nadie prohibirá a Brasil mejorar su relación con China”. Además, Lula cuestionó al Fondo Monetario Internacional (FMI) y a otras instituciones financieras tradicionales, por imponer sus reglas a los países en vías de desarrollo: “No le corresponde a un banco asfixiar la economía de una Nación como lo está haciendo ahora el FMI con Argentina, como lo hizo con Brasil durante tanto tiempo, y como lo hizo con los países del tercer mundo”.

El proceso de desdolarización aparece como una gran preocupación dentro de los Estados Unidos. La titular del Departamento del Tesoro, Janet Yellen, señaló que las sanciones impuestas a diferentes países conllevan riesgos: “Cuando utilizamos sanciones financieras relacionadas con el dólar, existe el riesgo de que con el tiempo pueda acabar con la hegemonía del dólar”. El ex mandatario Donald Trump, por su parte, profirió –con su estilo provocador– que “¡el rechazo de China al dólar estadounidense equivale a la perdida de la guerra mundial de los Estados Unidos!”

La realidad objetiva es que el dólar efectivamente está perdiendo, de forma pausada pero permanente, su condición de moneda de reserva mundial. Stephen Jen, director general del fondo de valoración de activos Eurizon Capital, representa en la actualidad el 58% de las reservas globales de los países, frente al 73% que expresaba en 2001. Y la caída continuará. El informe de Jen coincide con la Encuesta sobre la Composición de las Reservas Oficiales de Divisas (COFER), del FMI, que ubican al dólar en su nivel más bajo en la composición de activos soberanos. Según Alan Ruskin, el consultor estrella del Deutsche Bank, se “ha alentado a aquellos en el mundo en desarrollo que quieren establecer un sistema monetario multipolar más acorde con su creciente participación en el PIB mundial”.

China y Rusia realizan desde hace dos años sus transacciones en yuanes. También comercializan su petróleo, en esta moneda, Irán, Venezuela y los países del Golfo, entre ellos Arabia Saudita, que exporta el 25% de su crudo a China. En enero Rusia e Irán firmaron un acuerdo por el cual 52 bancos persas se conectarán con 106 bancos rusos a través de un mecanismo alternativo al SWIFT, la red hasta ahora hegemónica dedicada a las comunicaciones financieras entre bancos y entidades financieras. Para diciembre de 2022, la utilización del rublo y el rial acumulaba el 60% del comercio entre ambos países.

De la misma manera que Laura Richardson se hizo presente en el Cono Sur, el director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, William Burns, hizo lo propio en el Golfo Pésico, para exhibir su disgusto por la desdolarización y por el acercamiento entre Riad y Teherán, mediado por el mandatario chino, Xi Jinping.

Por su parte, en las últimas semanas de marzo la empresa petrolera estatal de China, CNOOC, y la compañía francesa Total Energies –radicada como filial en Emiratos Árabes Unidos (EAU)– acordaron la exportación en yuanes de 65.000 toneladas de gas licuado. Además, los Emiratos Árabes Unidos están conformando, junto con la India, un conglomerado de 18 países que comerciarán en el futuro sobre la base de las rupias indias. A fines de 2022 Nueva Delhi aceptó transacciones comerciales en Dirham, la moneda de los Emiratos Árabes Unidos, para comerciar con los proveedores rusos de petróleo y gas.

La pérdida relativa del poder de los Estados Unidos no se expresa solo en la paulatina desdolarización global sino, sobre todo, en su incapacidad para lograr que sus sanciones unilaterales sean totalmente efectivas con China y Rusia, dos de los cinco países que componen los BRCS, la asociación que recientemente ha superado en sus indicadores agregados de PBI al Grupo de los 7, integrados por Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido. El investigador Richard Dias, integrante de Acorn Macro, que tiene su sede central en Londres, relevó comparativamente ambos agrupamientos: los BRICS aportan en la actualidad el 31,5% del PIB mundial, mientras el G7 representa un porcentaje menor, el 30,7%.

Vienen los BRICS

Esa realidad también se materializa en América Latina sin que Washington logre obturarla, más allá de los palos y las zanahoria a las que apela. Veinte años atrás, el monto de las exportaciones de la región hacia China rondaba los 30.000 millones de dólares. En la actualidad ese monto asciende a 450.000 millones de dólares, y se considera que para 2035 superará los 700.000 millones. Beijing es el primer socio comercial de América del Sur y dispone de fondos de inversión para obras de infraestructura que opacan todas las nimias iniciativas estadounidenses. El Center for Strategic and International Studies explica en un informe que China “ha incrementado sus relaciones comerciales y de inversión en todas las regiones en desarrollo y ha proporcionado un importante apoyo financiero para el desarrollo de infraestructuras, un ámbito de crecimiento muy deseado que Estados Unidos y sus socios no están dispuestos a financiar”.

Es previsible que Estados Unidos no realice aportes a la región ni se comprometa con grandes obras de infraestructura: Washington tiene un enorme déficit comercial, que en 2021 llegó a 1.182.561 millones de dólares, que representa un 5,15% de su Producto Bruto Interno. En 2020 ese guarismo había alcanzado los 975.906 millones de dólares, un número cercano al el 4,7% de su PIB. La contracara es China, que duplica las exportaciones de Estados Unidos y que además alcanzó en 2021 un superávit en su balanza comercial de 676.430 millones de dólares, un 3,81% de su PIB.

Detrás del postulado de Teodoro Roosevelt relativo a la zanahoria y el palo se pretendió velar la intención real del Gran Garrote o Big Stick con el cual se distribuyen, hasta el día de hoy, consejos, sugerencias, extorsiones, advertencias y –sobre todo– amenazas. Las coacciones pueden llevarse, en forma superpuesta, con ataques especulativos contra la moneda, la demonización de socios comerciales o mediante el control de lo que consideran sus recursos estratégicos. Para consumar este destino manifiesto apelan desde hace cuatro décadas a sus socios locales, sus jueces acólitos, sus think tanks, sus propaladoras de sentido y sus organizaciones políticas, complotados en darle continuidad a una lógica neocolonial que parece debilitarse.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X